Jaén, en manos del tiempo

Publicado: 18/01/2015
El olivar es la principal riqueza de una provincia que vive pendiente de la influencia del tiempo en la mayor empresa a cielo abierto: el campo
En 1924 la industria oleícola vivía una época dorada. España ya era el primer productor mundial  y uno de los principales exportadores. Además de proporcionar una apreciada fuente de divisas y dar trabajo a más de un millón y medio de jornaleros, el aceite de oliva gozaba del privilegio de ser la única grasa vegetal autorizada en el país para alimentación. Jaén, era la provincia que más producía, 94.207,5 toneladas de aceite (unas seis veces menos que ahora), contaba con 276.425 hectáreas de olivar. En ese mismo año se celebraba en Sevilla el VII Congreso Internacional de Oleicultura y unos meses después la Asamblea Magna Provincial, un evento organizado por la Diputación jienense, y que supuso una primera gran aproximación a la realidad provincial, en plena dictadura de Primo de Rivera. Allí ya se alertaba de la creciente dependencia del olivar y se proponían medidas para paliarla. Analizar sectores alternativos como el cultivo del tabaco o la sericicultura (cría del gusano de seda), además de la lucha contra la mosca del olivo. Desde el punto de vista del sector, el principal objetivo era poner freno a la introducción en el país de otras grasas comestibles.

Curiosamente, muchas de las propuestas recogidas en esa Asamblea Magna Provincial se encuentran aún pendientes de ejecutar, es el caso del intento de conexión por ferrocarril de la provincia con el Levante español.

Catorce años después, en 1939, la propia Diputación creaba el Instituto Olivarero Provincial (no llegaría a sobrevivir una década), único en España y financiado por el propio sector. Sus fines eran muy ambiciosos: defender el principal medio de riqueza de Jaén y a sus productores, interviniendo si fuera preciso sobre los mercados del aceite de oliva con el fin de evitar la presencia de intermediarios. Tras los destrozos de la guerra una de las preocupaciones era el paro, ya que, entre enero y febrero se producía el periodo de mayor demanda de trabajo, coincidiendo con la recolección de aceituna, hasta el punto de llegar a absorber a la población asalariada, a mujeres e incluso niños, pero después el empleo iba descendiendo hasta que en mayo el paro podía llegar a afectar a más de la mitad del censo laboral de los municipios.

En 1953, el llamado Plan Jaén también incluía medidas en este sentido, y en él se volvía a hablar del paro estacional y la falta de industria. Tenía entre sus objetivos vencer los efectos negativos de especialización olivarera y, de hecho, durante las décadas de los años 50 y 60 su avance se ralentizó ante el empuje de otros cultivos instalados en nuevas zonas regables.

Tres décadas después, tras nuevos estudios sobre la realidad de la provincia, aparece el “Plan de reestructuración del olivar mejorable y reconversión de comarcas olivareras deprimidas” (1982/1988), con la finalidad de incrementar la productividad en los olivares y favorecer la reorientación productiva (hacia el aprovechamiento ganadero sobre todo) de los menos aptos. La acción preferida para esta reconversión fue el riego.

Ahora, 90 años después de esa Asamblea Magna de 1925, Jaén continúa siendo la mayor productora a nivel mundial de aceite con 751.618 toneladas. El olivar ocupa casi el 90 por cien de las tierras agrícolas de la provincia (571.423 has). De hecho el aceite de oliva aporta en torno al 80 por cien de la producción agraria de Jaén, (unos mil millones) y ocupa a cerca de 400 industrias (el 51 por cien del total). Además, representa el 27 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB). Genera más de 6,5 millones de jornales en más de 63.500 empresas olivareras y es la actividad económica para cerca de 600 factorías industriales, que están vinculadas directamente a este cultivo.

Unos datos que permiten seguir hablando de monocultivo, y de dependencia extrema del olivar que hace, como declaraba en una ocasión a VIVA JAÉN, el secretario general de CCOO-Jaén, José Moral que Jaén se haya convertido en una provincia “que depende de la lluvia que nos quiera regalar el cielo”.

Las tres últimas cosechas son un ejemplo de cómo toda una provincia puede estar en buena parte en manos del tiempo: la lluvia o la sequía, las heladas o las temperaturas extremas en determinados meses del año.

Analizando la producción de aceite provincial entre 1997 y 2014, ésta ha sufrido distintos altibajos cíclicos, de unos cinco años, con variaciones de hasta un 80 por ciento entre el año con una mayor cosecha (campaña 2013/2014, 729.982 toneladas) y la de menor (2012/2013, 139.878 toneladas), una diferencia de 585.000 toneladas de aceite. 

Curiosamente, esa mayor variación se ha producido en los últimos tres años, cuando se ha alcanzado una mayor profesionalización del sector y han aumentado los terrenos de riego. La economía de Jaén gira en gran parte en torno al campo (la mayor empresa existente a cielo abierto) y con ello se encuentra expuesta a los elementos, además de a la llamada vecería (alternancia entre cosecha abundante y baja) del olivar. 

La crisis, y con ella la desaparición de empresas, han hecho más patente esa dependencia, aumentando el número de personas que buscan en la agricultura el refugio ante la falta de empleo y el descalabro de la construcción. Es cierto que la provincia se nutre también del sector servicios, pero como una pescadilla que se muerde la cola, los servicios dependen del gasto y de unos ingresos que llegan en gran medida del olivar.

Seguros

Solo el 10 % del olivar se asegura, siendo con diferencia el cultivo que menos lo hace. Los porcentajes suben o bajan según las perspectivas de producción, así en el Plan de 2013 la producción asegurada aumentó un 52 % (538.911 toneladas) respecto al anterior por las previsiones de sequía. Según el “Informe de Contrataciones del Seguir Agrario nº 5” de Enesa (Entidad Estatal de Seguros Agrarios), se contrataron seguros para 137.887 has de olivar en España, de los 2,4 millones con las que cuenta el país, sólo el 5,74%. En Jaén la producción asegurada fue de 107 millones de euros. Para UPA el problema es que el seguro es caro, entre 50 céntimos y un euro por olivo (dependiendo de distintas variables) y no se incentiva, a lo que se suma las complicaciones en la tramitación, por lo que muchos no se gastan el dinero.

Riego

En un informe fechado en mayo de 1950/51, la intensificación de los regadíos se presentaba como una de las grandes alternativas al paro estacional y la vecería. Las cifras lo dicen todo: en el censo agrario de 1989 la provincia tenía 52.000 hectáreas de regadío, el 1 % de la superficie provincial y representaba el 70 % de la superficie de riego de Andalucía. Según el aforo de la Junta de Andalucía de 2014 la superficie de regadío de Jaén es de 268.524 has, casi el 47 % de la superficie de olivar jienense y el 52,2 % de olivar andaluz de regadío. Además han surgido nuevos modelos productivos respetuosos con el medio ambiente. El olivar ecológico, que en la provincia de Jaén, con 6.228 hectáreas apenas si representa el 1 % de la superficie total y por otro lado, la producción integrada del olivar (365.160 has en Andalucía).

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