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Laura Martín Díaz, catedrática, gaditana de adopción y "mujer imparable"

Cuenta con el Premio Nacional de Investigación e Innovación Tecnológica contra la Contaminación Marítima en 2011, entre otros prestigiosos reconocimientos

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  • Laura Martín Díaz sostiene el premio como Mujer Imparable -

Catedrática de la Universidad de Cádiz  y miembro del Instituto Universitario de Investigación Marina. Defendió su doctorado europeo con honores en Ciencias del Mar en la UCA en 2004 y su actividad investigadora se ha desarrollado en el área de la ecotoxicología ambiental, por la que recibió el Primer Premio Nacional de Investigación e Innovación Tecnológica contra la Contaminación Marítima en 2011, entre otros prestigiosos reconocimientos. Hablamos de Laura Martín Díaz, recientemente reconocida como Mujer Imparable 2021, galardón que otorga la red profesional que lleva el mismo nombre. La investigadora que ama la ciencia, se divierte escuchando música en su tocadiscos, organizando viajes y cocinando.

¿Cómo recibiste el galardón?

–Conocía Mujeres Imparables desde hacía tiempo. De repente, un viernes me llamó la presidenta, Lola Rueda, y me comentó que era una de las candidatas a este premio, empecé a conocer de primera mano a Lola, al resto de miembros de la asociación y candidatas, fue  todo muy gratificante. Es una asociación que no sólo trabaja a nivel provincial, sino que también está involucrada en otros proyectos del resto de España, no paran de fomentar el talento, la innovación y dar visibilidad a todos los profesionales. Además, el resto de candidatas transfieren esa felicidad, esas ganas de subirse a trenes para llevar a cabo proyectos.

¿Qué otras mujeres consideras Imparables?

–Dentro de mi familia, considero imparables a las hermanas de mi padre, que  durante una época difícil y con pocos recursos pudieron estudiar una carrera mientras trabajaban de manera paralela. Relacionado con mi temática, destaco a Ethel Browne, por conseguir dar voz a la investigación de mujeres y crear un laboratorio de biología marina que es todo un referente.

Vasca, pero gaditana de adopción.

–Efectivamente, gaditana de adopción sin ninguna duda. Con 18 años empecé a estudiar Ciencias del Mar en Cádiz, hice mi licenciatura y me doctoré en la UCA. Después, hice mi postdoctorado, me formé tanto en esta universidad como en otros centros de investigación. Todo ello me ha permitido aprender metodologías y trabajar temáticas novedosas de impacto internacional. Realicé diferentes estancias de investigación en Londres, Florida, Bolonia, y en Montreal, que me sirvieron para ganar experiencia, lo que me permitió volver en 2009, año en el que conseguí mi primer proyecto de jóvenes investigadores financiado por la Junta de Andalucía.

Tu carrera siempre ha estado vinculada a la UCA, ¿qué destacas de ella?

–La Universidad, en el ámbito marino que es el que más conozco, es muy buena. Ha conseguido el Campus de Excelencia Internacional del Mar con la calificación A+, y ahora mismo también está involucrada en un proyecto como coordinadora de Erasmus+ ‘See You’ que aúna esfuerzos con cinco universidades europeas para la creación de un grado común, máster y doctorado, que es hacia donde va la Unión Europea. La UCA es pionera en muchos aspectos, somos fuertes también en otros ámbitos.

¿Por qué te decantaste por ciencias del mar?

–Tengo compañeros que estudiaron ciencias del mar porque eran unos apasionados de los documentales de Cousteau, pero ciencias no es bucear e identificar especies, esta carrera es interdisciplinar, toca ingeniería, química, física, biología, todo de forma integrada con un fin común. En mi caso, me gustaba la biología marina, pero un profesor me dijo que había una carrera nueva en Cádiz y también Canarias, que mezclaba todo eso, y me llamó la atención. A mí siempre me encantó el mar, de pequeña iba con mis padres a campings y visitábamos todas las zonas costeras. Vi el plan de estudios y me gustó mucho, y terminé escogiendo Cádiz.

Y la investigación, ¿qué tiene para que hayas dedicado tu vida a ello?

–Pues mira, te genera una sensación indescriptible de que lo que haces sirve para algo. El otro día vi una entrevista antigua que le hacía Jesús Quintero a Antonio Escohotado, porque muchas veces mi marido y yo rescatamos programas antiguos de Quintero porque se aprende un montón, nos encanta, y en ella Escohotado decía que el mayor avance de esta época había sido la tolerancia y la ciencia, porque la alegría que se siente cuando uno investiga, engancha muchísimo, tener una hipótesis, ir tras ella, hacer un experimento y otro, y al final lo consigues, es increíble. Y eso es lo que me ha enganchado.

La ecotoxicología ha sido el área donde has desarrollado tu labor investigadora, ¿qué es lo que hacéis exactamente?

–Lo que hacemos dentro de nuestro grupo de investigación es buscar respuestas a nivel de ecosistema que nos permita saber si el mar está estresado o no, y a qué se debe, porque en las aguas hay presencia de ciertos contaminantes y nos interesa saber cómo afectan estos a la organización del ecosistema, y cuál es el máximo que podrían soportar. Esto nos permite proponer vías de calidad a nivel administrativo en un marco regulador para tener un ecosistema sostenible y menos vulnerable. Es necesario buscar indicadores de alerta temprana para implantar medidas que nos permitan evitar que se produzca un efecto adverso, una alteración en la estructura del ecosistema, que desaparezcan especies.

Por último, aunque hemos visto un avance en la visibilización de la mujer en la ciencia, ¿en qué punto dirías que nos encontramos?

–Hay varios informes que realizan una comisión específica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas que plasman cómo a medida que se avanza en la carrera científica el número de postdoctorales, investigadores estabilizados aumenta en hombres y disminuye en mujeres. No se llega a ninguna conclusión final, pero es cierto que como mujer es más complicado conseguir esa estabilidad en la ciencia. Hoy por hoy existen mecanismos que ayudan, pero queda camino, habrá que esperar un poco más.

 

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