Este pasado viernes se conmemoró el
Día Internacional en memoria de las víctimas del Holocausto, coincidiendo con la
fecha de la liberación del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau en 1945, hace ahora 78 años. La
provincia de Cádiz no fue ajena a aquella barbarie, como testimonia la nueva obra del periodista, escritor e investigador,
Wayne Jamison, Los gaditanos en campos nazis (Ediciones Mayi), que verá la luz en unas semanas. Un trabajo en el que
recopila, documenta y reconstruye las vidas de los 87 gaditanos (más uno) que vivieron y padecieron el horror extremo de una contienda a la que se vieron empujados tras el final de la Guerra Civil en su huida a suelo francés.
“La mayoría de gaditanos que acabaron en los campos de concentración sigue una estructura muy parecida”, relata Jamison. “
Esperaban ser acogidos de forma diferente en Francia, ya que los destinan directamente a campos de refugiados. Fue un palo, ya que la alternativa que les daban era seguir ahí, volver a España, o alistarse en compañías de trabajo, que dependían del ejército, pero se dedicaban a construir carreteras, defensas… hasta que llega la invasión nazi en 1940 y muchos de ellos son detenidos. En primer lugar los mandan a los Stalag, donde son tratados como prisioneros de guerra, y de allí a los campos de concentración y exterminio, al ser reconocidos como prisioneros políticos, marcados como
rojos españoles, y donde
los que no murieron ejecutados acabaron como mano de obra esclava, porque la maquinaria bélica alemana necesitaba trabajadores”.
Jamison habla de 87 gaditanos (más el caso de la joven Fany Cohen, que acabó viviendo durante 50 años en Algeciras), aunque está convencido de que fueron algunos más, ya que solo ha podido documentar los casos registrados en los
archivos de Mathaussen, que son los únicos que se conservan, ya que en su administración trabajaron dos españoles que se encargaron de anotar el paso de sus compatriotas y esconder la documentación para que no la destruyeran los nazis, que fue lo que hicieron en el resto de campos poco antes de la llegada de las fuerzas de liberación.
De los 87 casos documentados, 58 perdieron la vida en los campos de concentración, 26 sobrevivieron y hay otros tres de los que no se sabe qué fue de ellos. “Cuando salen, la mayoría tarda en ser ubicados, porque eran apátridas y los aliados no sabían qué hacer con ellos. La mayoría se instala finalmente en Francia y algunos hasta cambiaron de nombre, lo que ha dificultado aún más el rastreo”, relata el también autor de Esvásticas en el sur. Solo tras la muerte de Franco, algunos volvieron a visitar España en busca de sus raíces y de sus familias.
Los 87 gaditanos en campos nazis
procedían de hasta 27 municipios de la provincia. El grupo más numeroso -veinte en total- eran naturales de La Línea. De Cádiz capital hay siete, de Jerez y San Roque, cinco, pero los hay de Arcos, Ubrique, Villamartín, Alcalá del Valle, Benalup, Setenil... El libro de Jamison va, en orden alfabético, municipio por municipio, desglosando cada historia en capítulos individuales. Primero, las fechas de sus detenciones, los transportes en los que fueron trasladados y la ficha que certifica su paso por el campo de concentración. En segundo lugar, la historia personal de cada uno de ellos a través de archivos, foros de memoria y testimonios de sus familiares directos.
“He encontrado casos de gente que no supo qué había sido de ese familiar hasta muchos años después, incluso a través de cartas remitidas por el gobierno francés en los años 50 en las que les informan de su muerte en un campo de concentración. Muchos se enteraron así. Son cartas muy frías e impersonales”.
Jamison reconoce que le han impactado varias historias, como la del
jerezano Diego Pérez Núñez, torturado hasta la muerte, o la de u
n vecino de Villamartín que ejerció de ayudante de capo en uno de los barracones. “Los capos se encargaban de colaborar con los nazis para mantener la disciplina entre los prisioneros. Es un ejemplo de los dilemas a los que se enfrentaban muchos prisioneros para conseguir sobrevivir. Hay que plantearse qué habría hecho cualquiera en su situación. En su caso, cuando liberaron el campo, cogió un montón de dinero, desapareció y nunca más se supo de él”.
Pero sobre todo, reconoce cierta debilidad por la historia de la única mujer que aparece en el libro -el más uno que se suma a los otros 87 gaditanos-,
Fany Cohen. “Vivía en Nimes cuando la detuvieron junto a su madre. Tenía 15 años. En su día muchos medios franceses la anunciaron como la superviviente más joven del holocausto. Y terminó viviendo en Algeciras, donde formó una familia muy conocida, pero siempre se guardó esta historia, porque seguía teniendo miedo, y solo terminó relatándola bajo un nombre falso”.
A estas historias, relatadas en este libro para que no caigan en el olvido, se sumará una más el próximo otoño, la de Manuel Lozano, protagonista de su próxima obra:
El poeta que liberó París (Edhasa), centrado en la figura de este jerezano, que participó en la liberación de París en agosto del 44. “Muy poca gente sabe que de los 160 hombres que lideraron esa compañía que entró en primer lugar en París, 144 eran españoles , y entre ellos se encontraba Lozano -en realidad Manuel Pinto Quirós- que formó parte de la resistencia francesa”.