Fuentes de este centro carcelario confirmaron que el pasado martes 3 de mayo se efectuó la primera de esta serie de inspecciones, que según las fuentes consultadas se realizarán con periodicidad a partir de ahora. Si bien las fechas no fueron desveladas para garantizar la efectividad de las actuaciones, se calcula que podrían llevarse a cabo “al menos dos veces al mes”.
La idea, en cualquier caso, es que estos registros se hagan siempre por sorpresa, para garantizar la detección de la droga que pueda haber entrado en la cárcel.
Los registros efectuados el martes se prolongaron por un espacio aproximado de dos horas, según pudieron confirmar las fuentes consultadas. Sin embargo, en esta primera ocasión, el Servicio Cinológico no localizó ni un sólo gramo de sustancia estupefaciente.
Principalmente, el registro se centró en los paquetes de ropa de entrada de los internos llegados durante el pasado fin de semana en coincidencia con los horarios de visitas. Hay que recordar que los presos tienen derecho a recibir, una vez al mes, un paquete de estas características, y que en cada fin de semana entran del orden de entre 400 y 500 paquetes, según las fuentes.
Los proveedores de material, alimentación, etc. del centro penitenciario serán también objeto de estas inspecciones, con las que se busca captar la mayor cantidad posible de droga.
Asimismo, está previsto que en próximos registros los perros se internen en los pabellones para la detección de droga en las propias celdas.
Fuentes cercanas al plantel directivo del centro penitenciario hicieron constar que estas inspecciones no son exclusivas de la prisión de Botafuegos, y que ya anteriormente se había llevado a cabo en casos puntuales.
Prevención
Desde hace varios años, la dirección del centro penitenciario actúa “desde varios frentes” para evitar, en la medida de lo posible, que se produzcan muertes a causa de la droga en las prisiones. Con todo ello, según datos aportados en su momento por los responsables del recinto, de los seis muertos por sobredosis de 2007, se pasó a un sólo fallecimiento en 2008, y el 2009 concluyó con el balance de ningún muerto.
Por un lado está la función preventiva, destinada a que entre la menor cantidad de estupefaciente posible a las cárceles. Para ello, existen unos protocolos de actuación centrados en los encuentros vis a vis y el reingreso de los internos que han estado de permiso, momentos en que se produce la mayor parte de introducciones de estas sustancias.
El Tribunal Constitucional ampara a Instituciones Penitenciarias para que en casos sospechosos se efectúen las correspondientes placas radiológicas a los internos. Uno de los medios más frecuentes de introducción de droga en la cárcel es por la ingestión de la misma en envoltorios que impidan su descomposición, por vía anal o en los genitales, caso de las féminas. En el centro penitenciario de Botafuegos, se ha instalado también un sistema de bajantes en los inodoros que implica la recuperación de la sustancia incluso en los casos en que los presos quieran deshacerse de ellas.
En caso de que un interno sea sorprendido intentando meter droga en la cárcel, se le impone una falta grave y se da parte al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, desde el que se inician las correspondientes diligencias. El mismo riesgo corren los familiares y allegados de los internos que efectúan las visitas y los vis a vis.