En el número 10 de la calle Cantarería nació Fernando de la Morena en 1945. Era miembro de una familia gitana, de esas que vivían o sobrevivían de las labores del campo, como la mayoría de vecinos de su barrio de Santiago. El artista, que se dedicó al taxi y fue repartidor de Bimbo antes de ser figura, revolucionó el mundo de la bulería en los 90 y principios de los 2000, siendo desde entonces un referente del género a compás en el mundo entero. “Tú tienes un amor para mí”, “a mí me gustan las papas aliñas”, “la Isabelona” o cualquier verso a compás sonaba en su voz de manera especial.
Murió el 5 de junio de 2019, meses después de detectársele una enfermedad que lo mantuvo hospitalizado durante un tiempo hasta que llegó el desenlace esperado. En esas semanas algunos amigos fueron a visitarlo aunque otros prefirieron, ante los consejos de los familiares directos de Fernando como “Curro de Joaquina o Rafa Junquera”, quedarse con el mejor recuerdo de la persona y el cantaor, evitando llevarse el disgusto de encontrarlo en cama.
Fue el caso de Rafael Lorente, ilustre jerezano y compositor de grandes éxitos del flamenco, también de algunas interpretaciones del propio Fernando. “Me quedé con esa espinita clavada y me propuse hacerle algo en su memoria porque se lo merecía. Ya lo hice con Moraíto y Parrilla de Jerez”, y ahí están los azulejos en las casas donde vivieron o nacieron, el primero de ellos en la calle Moraíto Chico, antigua calle Barreras de la enramá, y el de Parrilla en su casa de calle Campana.
Estos dos puntos se han convertido en lugares estratégicos para los aficionados flamencos y sus rutas por el Jerez histórico, aquel en el que nacieron los nombres propios de los grandes de este género, sumándose a otros ya clásicos como el que también está en la calle Sol de Lola Flores, o el que más arriba se encuentra dedicado a Don Antonio Chacón. La Paquera tiene también su placa en su casa natal, en calle Cerro Fuerte, así como el guitarrista Javier Molina lo tiene en calle Merced. La placa que estaba colocada en la calle Álamos dedicada a Manuel Torres desapareció, la tirarían o alguien la tendrá guardada. Un gran misterio.
Rafael cuenta a este medio que “nos hemos encajado allí el día de su santo, San Fernando, en la casa donde nació y lo hemos puesto a las ocho de la mañana con el permiso de los vecinos”. Se trata de un azulejo diseñado por él, “con la cerrajería de Olmedo y la cerámica del taller Espacio Manualideas” de la propia calle Cantarería, en el 12.
El impulsor de la iniciativa pretende, dentro de la amistad y la armonía, hacer un encuentro para de una manera oficiosa inaugurar el azulejo y que acudan artistas, familiares y amigos de Fernando de la Morena, que cumplirá el 5 de junio cuatro años de descanso eterno aunque siempre quedará en la memoria el compás de este “gitano cabal de gran sensibilidad y honra”, como reza en el texto del azulejo.