El director Pablo Berger ha sorprendido este domingo con su última película, "Robot Dreams", un filme de animación y mudo que concurre en la sección competitiva del Festival de Cine Fantástico de Sitges.
El equipo de la película ha irrumpido esta mañana en la sala de prensa al ritmo de "September" de Earth, Wind & Fire, la música que Berger imaginó que sonaba en la parte final de la novela gráfica homónima de Sara Varon en la que se basa la película, cuando el robot pone una música pero no se sabe cuál.
A Berger ha explicado que "dado que la película trata sobre la memoria, había muchas flechas que indicaban que era la canción perfecta, tiene algo que te anima a bailar, que proclama la alegría de vivir, que es la razón de este filme".
La historia de la película es de Dog, un perro solitario que vive en Manhattan, que un día decide construirse un robot, un amigo, y su amistad va creciendo hasta hacerse inseparables, al ritmo del Nueva York de los ochenta, pero una noche de verano, Dog, con gran dolor, se ve obligado a abandonar a Robot en la playa.
En la música aparte del pop de los ochenta, Berger y Yuko Harami, editora de la música, convinieron que "la banda sonora debía ser la de Nueva York, el jazz nocturno tan habitual en Woody Allen, en 'Taxi Driver' y el puzzle se completó con la incorporación posterior de Alfonso de Vilallonga para la música, que además estudió en Berkeley y se especializó en jazz".
Berger admite que en la película se despliega "un catálogo de referentes de un imaginario popular", porque, según dice, "antes que director soy espectador, y me gusta más ver que hacer las películas".
De esa actitud nacen multitud de "referencias cinéfilas que no son importantes si el espectador no las descubre, pero que son como pequeñas sorpresas".
El director bilbaíno define "Robot Dreams" como "una película lasaña, con muchas capas para todos los públicos, el infantil, el cinéfilo o la pareja de jubilados que van una vez a la semana al cine, porque se trata de "una historia sencilla en la que unos protagonistas viven una gran aventura".
El origen de este proyecto es la novela gráfica de Sara Varon, que compró y leyó en 2010, porque es coleccionista de libros sin palabras: "Me reía, me sorprendía, parece infantil pero el punto de vista es adulto y sobre todo me conmovió; y pasado los años, después de hacer 'Blancanieves' y 'Abracadabra' volví a leerlo y aún me conmovió más".
Pasar al cine animado fue un reto para el director aunque, según la productora ejecutiva, Sandra Tapia, no tanto, porque "Pablo dibuja todo lo que rueda, rueda lo que ha dibujado y monta lo rodado".
A esto, Berger añade que le gusta "cocinar a fuego lento", necesita cinco años, pero desde un punto de vista técnico, para él "el animador y el actor son muy parecidos" y al mundo de animación podía aportar su experiencia con los actores y la capacidad de explicar historias. "Siento que mis películas anteriores me prepararon para hacer ésta", ha resumido.
De hecho, Berger, ha recordado hoy, estudió cine en Nueva York y el primer año se lo pasó haciendo cortos sin palabras. "Obviamente, 'Blancanieves' fue una gran experiencia de producción y después de aquella quería hacer una nueva película sin palabras y fue entonces cuando se cruzó este proyecto".
De "Blancanieves" aprendió que "había un público para una película muda" y desde la creencia de que "el cine es único como experiencia sensorial y catártica, si no tiene palabras, el público participa más y hace más suya la película".
La dibujante Sara Varon, también presente en Sitges, ha confesado que no albergaba muchas esperanzas porque anteriores tentativas de colaboración con otros directores no habían fructificado, pero una vez vista la película le pareció "alucinante" y señala: "Me siento muy honrada y satisfecha porque se ha mantenido el sentimiento y el aspecto de los personajes".