Todo arranca con una mera anécdota: en un instituto alemán se han producido pequeños hurtos. Los profesores tratan de señalar entre sus alumnos a un presunto culpable y dan por bueno un chivatazo: un alumno de origen turco. Pero la película no se limita a contar los hechos, sino que lo hace desde el punto de vista de una de las profesoras del centro, Carla Nowac, que no solo cuestiona los métodos y el fallido dictamen del consejo escolar, sino que ejerce un modélico ejercicio de la enseñanza basado en la reivindicación de valores como el respeto, la igualdad y la justicia.
De Carla no sabemos apenas nada más, salvo que da clases de matemáticas y educación física, es nueva en el centro y no ha hecho buenas migas con algunos miembros del claustro, pero Ilker Çatak se empeña en subrayar ese compromiso ético personal frente a la vida que es, asimismo, el desencadenante de una serie de acontecimientos en los que el proceso causa-efecto dista mucho de lo esperado por la propia protagonista.
Nominada al Óscar a la mejor película de habla no inglesa, Sala de profesores no es un filme perfecto; podría haberlo sido, no sé si en otras manos, pero sí con un guion que no derrapara en determinados momentos -todo el proceso de edición y publicación de la revista del instituto, por ejemplo: el tono realista y absorbente pierde su punto de apoyo con una serie de momentos burlescos o sarcásticos que hacen perder naturalidad a la narración-. Y aún así es una buena película, porque es incómoda, intensa, te hace pensar y en todo momento sobresale la magistral interpretación de Leonie Benesch, que es quien nos guía y con quien nos perdemos en el laberinto moral y enfermizo de los convencionalismos de la actualidad.
El instituto, donde se desarrolla la casi totalidad de la película -ni siquiera sabemos qué tipo de vida lleva la profesora fuera de clase, cómo es su casa, a qué dedica el tiempo libre, si tiene pareja, familia, amigos-, se convierte en un pequeño universo que por momentos hace de réplica de la sociedad contemporánea a través de determinadas conductas, procedimientos y discursos en los que la sensatez y la verdad terminan por carecer de valor frente al mensaje dominante, que es asimismo la derrota de las minorías, como lo es el personaje que Leonie Benesch hace inolvidable.