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Sábado 16/11/2024
 

Jerez

El irrefrenable entusiasmo de Larry David en su ¿última? temporada

Larry David asegura que no habrá más Curb your enthusiasm. Las doce temporadas dan para una gran antología de la comedia

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Si Larry David fuera de invitado al programa de Broncano y éste le preguntara cuánto dinero tiene en el banco, puede que le respondiera con su típico chascarrillo: “pretty, pretty, pretty...”. En realidad, la cantidad puede rondar en torno a los 900 millones de dólares, amasados en gran parte gracias al éxito de la serie Senfield, para la que escribió unos sesenta episodios. Que a sus 76 años siga al frente de Curb your enthusiasm en vez de dedicarse a disfrutar la vida -si es que no lo hace con el rodaje de cada episodio- es algo que, posiblemente, sólo sepamos apreciar sus seguidores, agradecidos por el cúmulo de momentos cómicos que nos ha deparado a lo largo de sus doce temporadas.

Ésta, asegura, será la última: a su edad no quiere garantizar nada. De hecho, hace unos días perdió a su amigo del alma, Richard Lewis, habitual en la serie, y eco asimismo de una generación de cómicos -cultivados en el ámbito del stand up- que en raras ocasiones han gozado de popularidad fuera de su país. El caso de David es atípico, e incluso dudaría de otorgarle la categoría de “popular” en toda su extensión, pero se ha visto reforzado por dos circunstancias: su propia serie, desarrollada a partir de un especial emitido en 1999 bajo el título Larry David: frena tu entusiasmo, y su papel protagonista en la película Si la cosa funciona, en la que ejercía de alter ego de Woody Allen y del propio Larry David -sin duda, uno de los mejores filmes de Allen dentro de este siglo-.

La película, de hecho, es una invitación a profundizar en las peculiares señas de identidad creativas e interpretativas de David, quien ha dicho en su defensa que su personaje en la serie es idéntico a sí mismo, pero sin conciencia social ni sensibilidad, claves en el desarrollo narrativo y cómico de cada una de las situaciones que ha planteado en cada una de las temporadas, en las que los malentendidos, las coincidencias y el subrayado uso de la ironía constituyen las claves del éxito y del interés de la veterana producción de HBO.

Es cierto que en esta última temporada parece más agotado y más chillón -grita en exceso, aunque la secuencia de la bronca a Siri es un acierto-, pero sabe cómo aferrarse a la actualidad del momento con su peculiar intromisión en el debate político y social de su país, ya sea desde la sátira judicial o desde el retrato de una sociedad predominantemente snob en la que se siente raramente a gusto.

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