Basada en la novela
El astronauta de Bohemia, de Jaroslav Kalfar, Spaceman (El astronauta) es el segundo largometraje en la carrera del sueco
Johan Renck, cultivado principalmente en el mundo del vídeo clip y de las series de televisión. La última de ellas, la excelente
Chernobyl, es la que le ha abierto las puertas para esta producción de
Netflix con
Adam Sandler como protagonista.
No son los únicos créditos interesantes de esta película dramática de ciencia ficción. En ella se encuentran
Carey Mulligan, Lena Olin, Kunal Nayyar e Isabella Rossellini, incluso la voz de Paul Dano, de vital importancia en el desarrollo de la historia, tanto como
la banda sonora del alemán Max Richter, omnipresente para envolver las horas de soledad e introspección personal del cosmonauta checo en torno al que gira la historia -son los checos y los coreanos los que aquí compiten por liderar la carrera espacial, lo que confiere a la puesta en escena una suerte de imaginario retro-.
Adam Sandler, adscrito desde hace años a la plataforma de streaming, siempre me ha interesado más como actor dramático que de comedia -salvo un par de excepciones, suelen ser demasiado , reiterativas y desganadas-, y en Netflix cuenta con títulos tan notables al respecto como
Diamantes en bruto o Garra. A ellos añade ahora este
Spaceman, de ejecución tan brillante como poco memorable en su resultado, en la que se relata la llegada a Júpiter de un astronauta que debe tomar contacto con una nube de color rosado, bautizada como Chopra, para desentrañar su misteriosa composición y su sorprendente aparición en el sistema solar.
No obstante, los meses de aislamiento y soledad hasta aproximarse a su objetivo le llevan a desentrañar asimismo su propia existencia a partir de la evocación de un pasado que va transitando entre la figura de su padre y la de su actual esposa embarazada, sobre los que conversa con un misterioso compañero de viaje, Hanus, una araña gigante y parlante fruto de su imaginación con la que reflexiona sobre el origen del universo y el sentido de su propia vida.
De fondo, las inevitables referencias a otros títulos del género de idéntico trasfondo existencial, como
Solaris, Interestelar o Ad Astra, superiores a este lento y a veces cansino relato espacial que, en ocasiones, resulta más atractivo por cómo se vive la trama desde la Tierra que en el interior de la nave con aire vintage.