David Carpio es uno de los cantaores con mayor actividad de cuantos existen en el panorama actual y lo demuestran la multitud de kilómetros recorridos, tanto en aviones, como en trenes y coches de los últimos años. Se encuentra en un gran momento profesional, rozando una madurez importante y con un dominio escénico propio de los que avanzan cada día en la ilusión de aportar un grano de arena en la historia del flamenco. Está inmerso en la experimentación musical, nunca abandonado sus raíces, con la puesta en escena del trabajo discográfico que comparte con Pablo Martín Caminero, contrabajista que ha sumado gran cantidad de melismas al flamenco jondo en los últimos tiempos gracias a la comunicación constante con voces como las de David. Florilegio es el título de este proceso creativo que ha llegado a pisar recientemente las tablas de los afamados Teatros del Canal de Madrid.
Casi sin tiempo para asumir tal triunfo, que ya venía acompañado de una relevante presencia en algunos espectáculos del Festival de Jerez como cantaor de referencia, el jerezano cruzó el charco hasta para llevar su metal al Flamenco Festival formando parte de la gala que marca la esencia del certamen, continuando su estancia con una serie de clases de cante a través del Instituto Cervantes en Chicago, estancia aprovechada para ofrecer algunas actuaciones junto con la bailaora Irene Lozano, una de las artistas con la que compartió escenarios en el mencionado Festival de Jerez y junto a quien cosechó un sonado éxito, y el guitarrista José Manuel Alconchel, con los que ha llegado a pasar por escenarios de Miami y distintas escuelas flamencas.
