La Hermandad del Rocío de Jerez ya está de regreso en Santo Domingo, el templo del que partió el pasado miércoles para reencontrarse con la Blanca Paloma. Sensaciones contrapuestas la de aquella mañana luminosa con las que ha dejado esta tarde de jueves. Si entonces había ilusión y nervios por iniciar el camino, ahora apenas quedaban semblantes cansados y cargados de nostalgia. Eso sí, queda sobre todo el recuerdo de lo vivido y la emoción de haber estado muy cerca de la Reina de las Marismas, de no haber faltado a la cita de Pentecostés. Y ese el alimento del que un rociero vive durante todo el año.

La comitiva se puso en marcha a primera hora de la mañana para posteriormente embarcar en la playa de Malandar y reencontrarse con Bajo de Guía, ya en Sanlúcar de Barrameda. En la capilla del Carmen se rezó el último Ángelus de camino y a continuación comenzó la singladura por la carretera del Barroso. Fue un tramo especialmente duro, por el cansancio acumulado y porque quizá fuera esta –la última- la jornada con una temperatura más alta de toda la semana.

Luego llegó la hora de reencontrarse con Jerez, en ese tradicional recorrido que lleva a la comitiva por Taxdirt, Santiago, Ancha y Porvera. La música de los tamborileros abría paso a la caballería y a la carreta del Simpecado, seguida por el resto de carretas. Se escucharon también palmas y las últimas sevillanas del camino.

Y al final del recorrido, la Alameda de Cristina y la iglesia de Santo Domingo, el homenaje de despedida a las carretas y demás reuniones que han culminado el camino y la entrada del Simpecado en el templo. Allí se escucharon los últimos ‘vivas’ a la Virgen del Rocío y la última Salve, pensando siempre en volver a postrarse ante la Blanca Paloma, pensando en la romería del próximo año.