Todo visitante habitual al Mercadillo que se precie ha vivido en primera o tercera persona los pequeños hurtos que se producen, especialmente de monederos y bolsos, lo que ha motivado a los usuarios a tomar mayores precauciones.
Las funciones de los cuerpos policiales en la zona comercial tienen puntos en común, pero también muchas diferencias. Si bien ambos comparten labores preventivas -los nacionales, además de actuar en los hurtos y posibles incidentes, advierten a los usuarios cuando dejan abierto el bolso-, en el caso de los locales la información sobre campañas de prevención se comparte con labores de control del tráfico y acceso al aparcamiento de la explanada, el control de los puestos ilegales, “mantener la distancia en el eje” a la hora de colocarse los puestos “para permitir que puedan pasar las ambulancias” y atender las peticiones de su competencia.
En los casos en que se produce un hurto, la secuencia suele ser bastante parecida. De hecho, ayer mismo una señora de unos 65 años mostraba su indignación ante algunos comerciantes y clientes al comprobar que le habían sustraído el monedero: “Llevaba todo el dinero para pagar la comunidad”, se lamentaba esta mujer, quien reiteraba que había tomado todas las medidas de precaución recomendadas: llevar el bolso por delante, tener la cremallera del mismo siempre cerrada y extremar la cautela ante las aglomeraciones. La Policía Local, en estos supuestos, transmite el hecho a la Policía Nacional. El monedero puede aparecer tirado en los aledaños o papeleras, pero vacío.
Los agentes efectúan también otras funciones como el control de la abstentismo escolar. Ayer se pilló a cuatro jóvenes que faltaron al instituto. Los casos están ya en Fiscalía de Menores.
El Mercadillo, en estas fechas, es más fácil de controlar para los agentes, por la menor afluencia de personas y número de puestos -ayer, 59 no fueron montados-. “Otros días, hemos necesitado refuerzos para evitar que las colas lleguen a la autovía”, remarcó un subinspector.