“La afinación del piano consiste en modificar la tensión de las cuerdas de manera tal que vibren en la frecuencia adecuada, y es ante la pérdida de esta tensión por causas de ambiente, temperatura, humedad y desgaste de los componentes del piano que requiere de su periódica afinación”.
JA Griñán. Nacido en Madrid (1946) de padres sevillanos, licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla e inspector técnico de Trabajo y Seguridad Social, ministro de Trabajo y Sanidad con Felipe González y presidente electo con IU de la novena legislatura en la Junta, Pepe, atlético de vocación, melómano empedernido y por añadidura amante de la letra impresa y lo es tanto que en la soledad de los jardines de San Telmo mostrara a quien teclea su iPhone donde guarda esas memorias que pausadamente va escribiendo, se ha acercado cual metódico afinador a este piano llamado Andalucía en la idea de tensar blancas y negras, sustituir teclas dañadas por el desgaste, cambiar otras de posición en la búsqueda de renovar sonoridad, coordinándolas todas con los tres pedales con cuidado de que el situado más a la izquierda no pise por libre y, todo unido, para lograr sacar la mejor nota de un bello instrumento que en su origen de noble madera y con buen uso es capaz de insuflar fe divina a quien no la tiene, incluidos socios de gobierno. Mal afinado y en manos inadecuadas, en cambio, lo hace a uno rechazar la cultivada idea para perderse en la religión del Fari.
Me centro. El resultado del 38 congreso del Psoe celebrado en Sevilla, donde fracasó su apuesta hacia Chacón, y los meses posteriores en la confección de listas reforzaron la idea del presidente, que en la intimidad siempre defendió un resultado parecido al que se dio el 25M, de trazar un plan al estilo del que hoy ejecuta: máximo control del gobierno desde Presidencia, tanto a nivel de coordinación interna como en lo referente al seguimiento del presumible acuerdo con IU, y apertura y control orgánico de un partido en Andalucía que, en el congreso se vio, nunca ha sido del todo suyo y para ambas cosas movimiento clave ha sido el de Susana Díaz, secretaria de organización, que ha llevado el peso de la negociación con IU y que abandonará su cargo orgánico en el próximo congreso regional.
En el cargo, Susana ha acumulado como mayor déficit el no disfrutar de buenas relaciones dentro del partido porque a sus 37 años le faltan canas y éstas son imprescindibles cuando uno deambula por esta selva política que adquiere su justa dimensión cuando se habla del Psoe y que ahora, pese a todo, aglutina más poder del que nunca tuvo su antecesora, Mar Moreno, movida hacia Educación cual tecla desgastada en ERE y que, con ello, suaviza en parte el desaire a Jaén por defenestrar a su consejera, Micaela Navarro, muerta de éxito prematuro y porque aunque Jaén en su cuota provincial ostente dos consejerías en realidad no controla ninguna, ya que tanto Ávila como la propia Moreno no se mueven al son de Zarrías. Y a Gaspar siempre le gustó dar el tono, tanto que hoy aprieta desde allí en clave precongresual.
Vuelvo a Susana. Díaz, a pesar de todo, nunca estuvo en el núcleo íntimo del presidente durante estos meses atrás, formado por Ávila, Antonio Lozano, su viceconsejero y al que meditó nombrar consejero de Presidencia, y Rosa Castillejo, que hizo los deberes hace unos meses temiendo la pérdida de la Junta y ha volado hacia Panamá desde donde dirigirá la distribución de una empresa farmacéutica para el sur de América y a quien sustituirá en la secretaría general Máximo Díaz-Cano, que ha sido delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha y coordinador de campaña de Chacón, amigo; y recupera a Miguel Ángel Vázquez con rango de viceconsejero y al que otorga más poder y control que a su antecesor, Rafael Olmo, en la idea de recuperar la filosofía que en su día implantó Chaves con Enrique Cervera. Veremos si el pack incluye comunicación social, que es una pieza clave, o si esta parcela queda en manos de Díaz, que aunque todo viene a ser igual no viene siendo lo mismo. Teclas.
El cambio de Susana Díaz hacia Presidencia le da fontanería política al gobierno y le despeja el partido, que es como ese pedal de la derecha del que necesita actúe en sintonía con lo demás y para el cual piensa tal vez en Álvarez de la Chica, cuyo perfil moderado pero político y su cercanía al presidente le convierten en claro aspirante a máximo responsable orgánico con la finalidad de apaciguar ambientes caldeados como los que se han producido en provincias como Jaén o Cádiz, esta última en estado de ebullición ante el desde aquí anunciado cambio en la portavocía de Diputación y secretaría provincial, donde al margen de las dos corrientes conocidas crece una tercera alentada por el desencanto de Menacho y su salida del gobierno y que enfrentado a Cabaña y Pizarro pero molesto con Griñán trama impulsar a Jiménez Barrios, que como él se ha quedado solo de parlamentario, para el puesto. Y eso chirría, sobre todo en Chiclana. Para lo mismo Pizarro posiciona al ex alcalde de Alcalá, Arsenio Cordero, delfín del legendario clan que dará el paso aún sabiendo de las escasas posibilidades de éxito por la sencilla razón de que las voluntades colectivas hoy están ligadas al sustento y éste hoy está ligado al gobierno y éste hoy lo tienen los otros.
Sigo. Griñán introduce teclas como De Llera, ante el que se parapeta frente al acoso judicial, Planas, muy valorado políticamente y con mucha experiencia y al que otorga competencias en Agricultura y Medio Ambiente, al tiempo que mantiene a sus más fieles e íntimos como, además de Ávila, Carmen Martínez Aguallo y María Jesús Montero, mientras que cede Turismo y Fomento al socio para que se foguee y haga partido. Teclas negras, que se usan menos pero sin ellas, hoy, no hay sonata. ¿Mario Jiménez? Aparece solo como portavoz y su provincia, Huelva, ha sido una de las tres no respetadas por las cuotas junto a Almería y Cádiz. Extraño.
Falta un pedal. El del centro, porque mi piano es de tres pedales. Se lo reserva para él. Opino. Decía antes que a ratos libres escribe sus memorias y cuando uno hace eso ve su retiro cercano, no en vano lo tenía previsto cuando le llegó la oferta para suceder a Chaves y, fruto de ella y de la coyuntura general, se ha convertido en el rostro más popular del socialismo nacional, pero en su cultivado y sosegado discurso no pierde, o lo parece, la verticalidad sobre el tiempo de cada uno y es consciente de que el suyo toca a su fin y cuando esta legislatura acabe, una de las más apasionantes desde el punto de vista político por cuanto a modificación de modelo se refiere, su frontera habrá traspasado los setenta años y es de suponer que para entonces quiera terminar los últimos capítulos de sus memorias, repasar su archivo musical mientras relee todo aquello que se dejó atrás por años de política y batalla y todo oteando desde su ventana el cambio de estaciones. Legítima y mundana aspiración. ¿Pero entonces quién? Las quinielas ya hablan de Susana Díaz pero una leve mirada atrás muestra como ser segundo no implica convertirse en primero, todo lo contrario. Hay algunos que lo entienden y optan solo a colocar piezas controladas, Zarrías, otros que se confunden y se equivocan, Rubalcaba. Ávila, Aguallo, Montero, De la Chica e, incluso, Lozano dan un perfil sucesorio, llegado el caso que no es hoy, más de su agrado, aunque en esto el partido deberá decidir, por ello es tan importante el control del mismo a través del próximo congreso regional. Teclas y pedales.
El afinador de pianos. Daniel Manson escribió una muy recomendable novela con este título que me sirve para darle forma a la idea que, con otras no se crean, se ha paseado esta semana conmigo por la feria de mi tierra. A su protagonista se le encomienda la tarea de viajar para reparar un raro piano de cola enviado a la selva de Birmania con el objetivo de lograr la paz y la unión entre los príncipes de una zona donde se expande el imperio británico. La música, bien tocada, lo mejora todo. Mal, justo y exactamente lo contrario.