La Zaranda tuvo su raíz en aquel Grupo Bohemios que liderase un loco del teatro como era Perico Cómez y ahí estaba Juan Sánchez
Los tinglaos de María Castaña (1982), Ojú, ojú, ojú (1983),Mariameneo (1985) y Vinagre de Jerez, subtitulada Estudio dramático para una seguiriya (1987) fueron algunas de las obras que Juan Sánchez, nacido en 1954 precisamente en la jerezana calle Juan Sánchez, escribió para La Zaranda. Juan de la Zaranda nos dijo adiós la semana pasada. Estaba malito, decía su hermano Paco. No estaba bien de salud este Juan Sánchez que en 1978 se aventuró con La Zaranda, Premio Nacional de Teatro 2010, que tuvo su raíz en aquel Grupo Bohemios que liderase un loco del teatro como era Perico Cómez, junto a su mujer de entonces Conchita Yáñez, una asturiana que era un encanto. De aquellos barros de Bohemios -cerveza con patatas al mediodía en aquella Cruz Blanca de los años 70, con Carlos el marisquero en una esquina como protagonista y con el Bar Juanito como vigía en ese local que estaba donde ahora se encuentran las oficinas municipales- salieron los lodos de gente como Gerardo Núñez, Gonzalo Torné, cantaores y artistas como Juan Sánchez, su hermano Paco, los Campuzano, Gaspar, que siguió el ritmo teatral que había bebido desde muy joven, o su hermano mellizo Melchor. Celia o Casto Sánchez Mellado también estaban integrados en ese grupo que acogía a artistas de distintas especialidades, aunque a Perico lo que le fascinaba era el teatro. Juan Sánchez estuvo ahí y ya se atisbaba la grandeza de un gran autor que a las cuatro de la madrugada de un mal día de la semana pasada escribió su obra más trágica y se marchó allá a las alturas para seguir escribiendo, para continuar tomándose su copita de jerez y para hablar del mundo, ese mundo que él se puso por montera. La muerte de Juan el de la Zaranda, de Juan Sánchez el de Bohemios seguro que habrá sobrecogido a Perico Cómez, al que hace una eternidad que no veo. Ni siquiera lo veo ya en su vuelta a Jerez cada Madrugada del Viernes Santo para estar junto a su Esperanza de La Yedra. También ha sobrecogido el adiós de este autor incomparable a todos los que, de una forma u otra, en un tiempo u otro, tuvimos la enorme suerte de compartir convivencias con él.