El ocio nocturno también se va a tener que reinventar para salir airoso en esta nueva normalidad impuesta preventivamente por la pandemia del coronavirus. Si bien pubs y discotecas siempre han estado en el vagón de cola del plan de desescalada del Gobierno para reencontrarse con su clientela más fiel, desde este último fin de semana ya una parte de estos locales se han podido reencontrar con su clientela más fiel, aunque con unas connotaciones especiales que nada tiene que ver con las noches de copas de hasta ahora.
En unos casos han podido hacerlo al tener doble licencia: cafetería y discotecas y poder abrir adaptada a la actividad de la primera y en otros casos gracias a la flexibilidad del Ayuntamiento, que ha permitido provisionalmente a los bares musicales pasar temporalmente a cafetería con una licencia provisional, siempre y cuando realicen una serie de gestiones y cuenten con las autorizaciones pertinentes. En este último supuesto están los pubs de la calle San Pablo, en concreto, Green Park, Tasca San Pablo y Paulino, según detallan desde estos puntos de encuentros habituales de varias generaciones y que la tarde-noche del viernes volvieron a la carga aunque con una imagen muy distinta a lo que se había visto hasta ahora.
Antes de reabrir, han tenido que realizar un escrito al Ayuntamiento, obtener el visto bueno de la Administración local y presentar toda la documentación ante la Policía. De lo contrario, se arriesgan a que en cualquier inspección del 092 les cierren el local, como ha ocurrido con negocios que no tenían esta documentación. No podrán tener música y deberán cerrar antes de las 03.30 horas.
Este fin de semana no se permitía el consumo en la barra, el próximo lunes sí, aunque guardando los dos metros de seguridad, una situación verdaderamente compleja para este tipo de negocios. Pese a ello, como señala Richard Vargas, de Green Park, tras casi tres meses cerrados no podían esperar más, pues “de lo que se trata ahora es de frenar la sangría, no de ganar dinero, sino de minimizar las perdidas”. Por esta razón, han vuelto con menos personal y siendo muy escrupulosos con las recomendaciones de las autoridades sanitarias porque saben que se la juegan y todo el trabajo extra que tienen por delante y no sólo como camareros precisamente. “Voy a tener que hacer de barman y de Policía porque si se se pone la cosa mal, seré yo el que llame a la Policía”, reconoce Vargas, quien, como la inmensa mayoría, está “a la expectativa”. Ha alquilado catenarias para separar la entrada y salida del local y garantizar la distancia de seguridad entre las mesas en la terraza, que también ha limitado, y desde este sábado habilitará líneas de teléfono para reservar mesa “y con todo el dolor de mi corazón a quien no esté sentado no le voy a poder atender. Nos jugamos mucho”, señala para referirse a esta nueva etapa en una zona donde siempre ha funcionado muy bien las reuniones de grupo de pie; esto ahora tampoco será posible. Al menos, en la fase 3. Por eso pide “paciencia” y “conciencia” en esta “experiencia nueva”.
Mientras los locales de ocio de la Avenida Álvaro Domecq esperarán casi todos a dentro de 15 días, salvo Tribbeca, que prevé abrir el próximo jueves, este fin de semana otros como Paddock y Blue Monkey, en la Avenida de Europa y sus inmediaciones, han podido hacerlo aprovechando la gran dimensión de su terraza, lo cual lo hace rentable, y su doble licencia de cafetería y discoteca.