“Estamos muy contentos de que nos den esta oportunidad, por lo menos empezar a rodar después de casi dos años con todas las atracciones paradas”. José Manuel Sollo tiene 25 años y pertenece a la cuarta generación de feriantes de su familia y nunca ha visto a su padre tan agobiado como este último año y medio. “Con la crisis de 2008 también lo notamos mucho en la recaudación, pero no tiene nada que ver, al menos estábamos funcionando”, señala desde una de las pistas de los coches de choques. “Está todo cerrado, el aforo es para la gente que va a taquilla a comprar su ficha y se monta en el coche”. La nueva normalidad la deja por primera vez sin espectadores. Su familia es de Los Palacios y, como les ha ocurrido a otros compañeros, han tenido que recurrir a gente nueva para el montaje porque después de tanto tiempo “lo han dejado y se han colocado en otro sitio. Date cuenta que de aquí come mucha gente”, explica. De hecho, al vicepresidente de la Asociación de Feriantes de Andalucía, Vicente Bañuls, le consta que el 80% de los industriales feriantes ha tenido que reinventarse en todo este tiempo y buscarse la vida fuera de este oficio.
“No creo que haya un gremio al que le hayan cerrado la puerta 18 meses. La pandemia se ha cargado los ahorros de toda una vida”, señala. Pese a todo se muestra “contento por romper el hielo”, ahora lo que esperan que es el público respalde esta propuesta, que cuenta con 90 instalaciones (sumando puestos de tiros, tómbolas, etcétera), frente a los 160 de una feria habitual. Él forma parte de la quinta generación y sabe bien de lo que habla. Como curiosidad, cuenta que la noria de este año, de 32 metros, fabricada hace cuatro meses y con un modelo nuevo panorámica, ha llegado a Jerez directamente de Andorra, donde se ha estrenado.
Mientras tanto la mayoría de las familias que este fin de semana aprovechando el puente para los escolares han visitado el Parque de las Emociones, como así ha rebautizado el Ayuntamiento a Vive Park, está ajena a estos temas. Lo que más les preocupa es que la experiencia sea segura y libre de Covid, y para ello se cercioran de que sus pequeños no pasen por alto el lavado de mano con gel con el que llevan conviviendo todo el curso en el aula. Cuestión de la que también están pendientes los feriantes. “Ponen mucho de sí para comprobar que todo esté bien, aunque los niños tarden más en subirse”, señala un progenitor a este medio mientras espera a que sus niños bajen. “Esto es un premio para ellos después de 42 días sin salir del techo, porque los adultos salimos para trabajar y hacer las compras, pero ellos sí que estuvieron confinados”, apunta.
La pega llega por algún puesto con promociones de jarras de rebujito a modo de “feria encubierta”, que “desvirtúa” la esencia de este parque a favor de otro perfil de público distinto. El hecho de que el recinto, con seis accesos con seguridad privada, esté vallado, tampoco tranquiliza a las familias en caso de que se produzca alguna pelea o conato de reyerta. Echan en faltan más presencia de las fuerzas de seguridad dentro y fuera del recinto.