El 14 por ciento de las viviendas localizadas en el centro histórico de Jerez carece de “uso aparente”, un dato que duplica al del conjunto de la ciudad -que ronda el 7 por ciento- según los datos consignados en el Plan municipal de Vivienda y Suelo 2020-2024 que fue aprobado en Pleno el pasado jueves.
El diagnóstico que se hace del centro histórico pone de manifiesto que en el espacio intramuros viven 4.985 habitantes, de los cuales la amplia mayoría (56,1 por ciento) tienen entre 35 y 74 años de edad.
Se contabilizan 763 edificios dedicados a viviendas, con un total de 2.736 unidades. La mayoría de esas viviendas, 444 (58,2), son independientes, mientras que el resto, 319 (41,8), forman parte de bloques o edificios.
La mayor parte de las viviendas de esta zona (1.491) tienen entre 13 y 39 años de antigüedad. Además, más del 55 por ciento (1.520) cuentan con una superficie inferior a los 50 metros cuadrados.
Teniendo en cuenta por tanto su periodo de construcción y estado de conservación se estima que alrededor del 70 por ciento de estos inmuebles precisan de una rehabilitación que no sólo los adapte a la normativa actual sino que permita conservarlos en buenas condiciones de habitabilidad.
Al mismo tiempo, se estima que unas 150 viviendas necesitan una intervención “importante” para adaptarlas a los requerimientos residenciales e incluso un número indeterminado de ellas no podrán ser adaptadas y quedarán obsoletas o incapacitadas para el uso residencial a corto y medio plazo.
En ese diagnóstico que se hace del Jerez intramuros se advierte de la existencia de 53 solares residenciales sin edificar con una superficie libre total de 6.425 metros cuadrados en los que podrían construirse alrededor de 88 viviendas, las suficientes para atender la demanda actual, que se cifra en 42 inmuebles.
El propio Plan municipal de Vivienda y Suelo 2020-2024 admite que el centro histórico de Jerez “tal vez sea el espacio urbano con mayores necesidades de intervención de toda la ciudad”, reconociendo que “desde hace ya muchos años” existen “problemas transversales de diversa índole” entre los que se encuentran los derivados de la degradación de edificios, la falta de habitantes, los problemas sociales y de convivencia, la carestía de servicios o el deterioro de los propios viales, por citar algunas de las cuestiones más evidentes.
Por tanto, “abordar y resolver esta problemática supone uno de los principales desafíos y retos para la gestión municipal”, dado que es necesario atajar la “discontinuidad manifiesta de la cohesión del tejido urbano y social de la ciudad” que se aprecia precisamente en el centro histórico, algo que vienen reclamando desde hace años “distintos agentes sociales y colectivos” de todo tipo.
Apuesta por la transversalidad
En el caso concreto del centro histórico, el Plan municipal de Vivienda y Suelo considera imprescindible abordar su problemática mediante el desarrollo de “acciones transversales que aborden la coyuntura socioeconómica y las carencias estructurales existentes”.
Se aboga también por conseguir que “una buena parte” de las viviendas “potencialmente vacías” en este perímetro “puedan ocuparse”, porque de este modo “no sólo se podría solventar la demanda existente sin construir nuevas viviendas, sino que también se podría atraer a nuevos vecinos a esta zona deprimida de la ciudad e incrementar su escasa población”.