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Viernes 08/11/2024
 

La Pasión

Juan Miguel Vega pregonó con sus recuerdos y vivencias a la Semana Santa de Sevilla

Durante más de una hora y media de recuerdos, anécdotas y vivencias, Juan Miguel Vega Leal mantuvo atento al público del Teatro Maestranza

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Durante más de una hora y media de recuerdos, anécdotas y vivencias, Juan Miguel Vega Leal mantuvo atento al público del Teatro Maestranza y a los miles de sevillanos que siguieron el Pregón de la Semana Santa de Sevilla a través de 7TV Sevilla. A las 12:04 las autoridades y el pregonero eran recibidos con una ovación.

La Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, dirigida por Francisco Javier Gutiérrez Juan, interpretaba la marcha «Macarena» de Abel Moreno, la elegida por el pregonero. Seguía el acto con la presentación, a cargo del teniente de alcalde y delegado de Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Sevilla, Manuel Alés, quien tuvo cariñosas palabras para Juan Miguel Vega.

«Aún recuerdo cómo, cuando éramos unos jóvenes cofrades con la bata blanca y limpiábamos la plata del palio de nuestra Virgen, sonaba en un viejo transistor la sintonía de ‘El Llamador’ de Canal Sur y surgía la voz clara, reconocible, auténtica de Juan Miguel Vega; voz que, para nosotros, representaba el inicio del tiempo que nos llevaba a nuestra gran pasión: la Semana Santa. Y esa voz, es hoy la que pregona a Sevilla», dijo Alés.

En el escenario, sentados en las butacas, presidían el acto el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz; el presidente del Consejo de Hermandades, Francisco Vélez, y el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Menses, entre otras autoridades. Tras la marcha «Amarguras», himno oficioso de la Semana Mayor hispalense, tomaba la palabra el pregonero.

Dedicatoria a sus padres

“Todo, absolutamente todo, cuanto voy a decir aquí está inspirado por una historia de amor. Una hermosa historia de amor que labraron y compartieron un trianero llamado Juan Vega Ramírez y una sevillana de la Cruz del Campo que se llamó Dolores Leal Estudillo”. Así arrancó el pregón de Juan Miguel Vega, con la sentida dedicatoria a sus padres. 

El periodista comenzó con un canto a Sevilla, la ciudad que el profesor Francisco Morales Padrón le definió como “esa luz que entra por la ventana”. Vega declaró su amor incondicional por la ciudad que le vio nacer. “Fue en ti donde abrí los ojos y eché a volar al futuro, amparado por tu cielo y mi Virgen del Refugio”. 

«Pues si aquí nacer me cupo / Aquí me despediré /cuando el sol se vuelva oscuro/ Y mi alma ese día cruce/ El Arco de tu triunfo/ Para por fin ver la Rosa/ De San Gil y a Ella junto/ estar por siempre en la Gloria;/en su regazo, en su arrullo”, recitaba.  

“Para mí eres lo más grande/ y aquí se acaba el asunto. / Que sí, hombre, que habrá otras/ por ahí que valgan mucho/ Pero como tú, Sevilla. / No hay nada igual en el mundo”, sentenció. 

“Huele a esparto, a almendra garrapiñá, a calentitos de papa, a miel, a azahar…”. El pregonero entró en materia dibujando un paisaje donde la víspera es protagonista a siete días de una nueva Semana Santa. “Dime que no te llena de alegría -de esa alegría, sevillano, que sólo tú y yo comprendemos- saber que la semana que viene será Semana Santa”. 

Al Domingo de Ramos le dedicó los siguientes versos, como inicio oficial de la Semana Mayor de Sevilla. “Es el día más luminoso / y la noche más excelsa. / Cuando Sevilla derrocha/ toda su inmensa belleza/ cuando la gloria se toca/ cuando los ángeles sueñan/ cómo sería si el Cielo/ pudiera estar en la Tierra”.

Sus primeros recuerdos en Semana Santa

Triana, el barrio de su padre, llevó al pregonero a sus primeros recuerdos como cofrade. “La Semana Santa se nos mete en el corazón cuando empezamos a vivir. Desde el principio forma parte de nuestras emociones más profundas; la llevamos tan dentro como la caricia o la voz de nuestros padres”. 

En el viejo arrabal vio por primera vez a la Esperanza de Triana, en la mañana del Viernes Santo. “En la capa llevan un escudo que preside un ancla. El niño no lo sabe aún, pero esa ancla es ya parte de las ataduras que lo unen a los suyos; a su sangre”, continuaba el pregonero. 

“Tú eres flor, luz, alegría / Noche, plata, luna, río / pasión, alma, escalofrío. / La sal de mi Andalucía/ Que en tu llanto va, mecía/ por el sudor costalero. / Yo sí sé por qué te quiero/ Que en la pila de ‘Santana’/ recibió la fe cristiana/ el que la sangre me dio/ ¿Tendré que quererte o no/ Esperanza de Triana?”. 

Tras dedicar estos versos a la Dolorosa de la calle Pureza, caminó en sus recuerdos hasta la calle Castilla, para rezar junto a su padre al Cristo del Cachorro. “Ese hombre al que ahora vuelvo a ver, en una tarde de hace ya muchos años, junto a mi padre que ha vuelto, como ha vuelto aquella tarde; y sin hablar lo miramos: el Cachorro sobre el puente va camino de Sevilla». 

Antes de cruzar el Puente, hizo referencia a la Virgen de la Estrella y a su alegre cofradía del Domingo de Ramos. “Esa luz que hacía resplandecer la capa blanca del primer nazareno de mi infancia fue la que una vez señaló el camino a mi hijo Juanmi en uno de esos momentos de la vida en los que la incertidumbre lo oscurece todo”.

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?️ El pregón de la Semana Santa de #Sevilla, a cargo de @JuanMiguel_Vega, en 7TV
? @LaPasion7TV #SSanta7TV pic.twitter.com/hp7QxrID61

— 7TV Sevilla (@7TVSevilla) March 17, 2024

San Bernardo, entre Salud y Refugio

De Triana a San Bernardo, donde radica la cofradía del Miércoles Santo a la que acompaña vestido de nazareno. “Alfa y Omega, el Cristo de la Salud, a mitad de camino entre la muerte y la resurrección, marca también la exacta equidistancia entre el principio y el final de la Semana Santa”, dijo Juan Miguel. 

En “las penas” del pregonero: el Cristo de la Salud; en “las alegrías” la Virgen del Refugio. “Es mi Virgen, siempre niña, / aunque pasen muchos años. / El Refugio de María/ Lo mejor de San Bernardo».

Juan Miguel regresó a sus recuerdos para hablar de su vecina Conchita, una entrañable señora con la que pasó muchas horas en su niñez. “En los relatos de Conchita se entrecruzaban la historia y la leyenda; la realidad y la ficción, sin que faltara una mijita de guasa”, apuntaba. 

En estos pasajes afloró el buen sentido del humor del periodista, que se atravió a dedicar unos versos al paso de la Canina, levantando risas y aplausos. “Tu bajío nos fulmina/ mas… te llevamos muy dentro. / Ven y sal a nuestro encuentro / no nos das miedo, Canina”. 

“Todos hemos tenido alguien como Conchita. Alguien que nos enseñó a conocer y amar la Semana Santa y, a través de la Semana Santa, a Sevilla”, continuaba Vega, recordando con cariño a su vecina. 

Como vecino de los extramuros de Sevilla, Juan Miguel defendió la existencia de las hermandades de vísperas, muchas veces no tenidas en cuenta en el pregón. “Las cofradías de víspera vinieron a reparar ese injusto desarraigo de tantos sevillanos, que, ahora sí, tienen a Sevilla, a la Sevilla más honda, a la de la tradición y la fe, en sus barrios, al lado de sus casas”.

La Semana Santa sin Dios

También tuvieron cabida en el pregón aquellos sevillanos y cofrades que no creen en Dios, como el taxista que llevó a Juan Miguel a su comparecencia ante los medios de comunicación tras ser designado como pregonero. 

“En realidad, soy más que ateo. Soy apóstata, pero muero con la Semana Santa”, relató el chófer. “Yo estoy seguro de que a nuestro amigo el taxista le tiene que generar serias dudas sobre su fe en la nada ver la Virgen de la Victoria una tarde de Jueves Santo; tanta belleza no puede haber sido obra de la casualidad”, añadía Vega. 

“Una Semana Santa sin Dios es una performance vacía, un cuerpo sin vida; un carnaval absurdo… Pero, no nos engañemos, hay mucha gente que no cree en Dios. Cada vez más, porque es la corriente dominante en el pensamiento actual”. 

“Cofrades de Sevilla: Tened esa personalidad. No lo neguéis, como Pedro. No sois menos que nadie. Decidlo abiertamente. Sin complejos. Sí, creo en Dios. ¿Qué pasa?”, concluía el pregonero, levantando una gran ovación.

Sevilla, la orilla del Señor 

Llegaba el turno para el Gran Poder cuando el pregón alcanzaba su ecuador. Para hablar de él, antes hizo referencia al nombre de la ciudad, que “es el resultado de la evolución, a lo largo de tres mil años” y que quiere decir “La Orilla del Señor”. 

En este momento recordó la Santa Misión del Señor en Tres Barrios, en 2021. “De aquella misión quedaron muchas estampas […] Al llegar a la confluencia de la avenida Federico Mayo con la calle Marqués de Píckman, justo en el lugar donde estuvo el puente sobre el Tamarguillo, el Señor se volvió para despedirse”. 

“Frente a él, otra vez, los tendederos de los bloques de Federico Mayo, la calle donde vivía mi abuela. Y fue como si en el cielo de Sevilla retumbaran entonces las últimas palabras de Jesucristo en el Evangelio de San Mateo; palabras con las que el Gran Poder se despedía de aquellos barrios humildes y castigados, haciéndoles una promesa: Yo estaré con vosotros todos los días, hasta la consumación del mundo”. 

Hablando de la piedad popular de Sevilla, y de cómo se vive en esta ciudad la fe y la tradición, de generación en generación, el pregonero se detuvo precisamente en la Virgen de la Piedad, de la Hermandad del Baratillo, que este año será coronada canónicamente. “Yo sé que Sevilla entera / muere por ti, te venera / Y a tu gracia le pregona: /Ten de amor esta corona/ mi Piedad baratillera”.

El Cristo del Amor

Ahora sí, la prosa y el verso para su Cristo del Amor. Recordó cuando su hijo Raúl, al que hizo hermano de San Bernardo y el Amor nada más nacer, dio “la primera levantá” del paso de la Borriquita. “Tendría dos meses cuando lo hizo, y fue tal el susto que se llevó al ver levantarse el paso, que se le quitaron las ganas de salir de nazareno para una buena temporada”.

Juan Miguel recordó cuando, refugiándose de la lluvia en los soportales del Ayuntamiento, una tarde en la que las cofradías no pudieron salir, conoció a la que sería su mujer y madre de sus hijos, Isabel. 

“Hoy los dos sabemos -en realidad lo supimos hace ya mucho tiempo- que no fue casual aquel encuentro durante una tarde de lluvia en la que no pudieron salir las cofradías. Todas se quedaron en sus iglesias, menos una que salió para nosotros: la del Cristo del Amor; nuestro Cristo, Isa, del Amor”. 

Y del Salvador a Santuario de los Gitanos, recordando al fallecido hace pocos meses Juan Miguel Ortega Ezpeleta, “un gitano de verde luna que un día soñó con erigir un templo para su Señor de la Salud”. Así remató unos hermosos versos dedicados al Nazareno: “Ay Cristo de los Gitanos/ Señor de la Madrugada. /Tú eres la luz que en Sevilla / ilumina la mañana”. 

Hubo lugar para recordar a los costaleros profesionales. “Es cierto que la llegada de los hermanos costaleros ha sido una de las mejores cosas que le han pasado a la Semana Santa de Sevilla, pero, oiga, un respeto para quienes durante siglos estuvieron llevando antes los pasos. Un respeto”, apostilló Vega.

La Semana Santa y la radio

Juan Miguel mencionó a aquellos maestros que le hicieron soñar la Semana Santa de su niñez, como Antonio Burgos, con sus textos, o Filiberto Mira, José Luís Garrido, Chano Amador, José Manuel del Castillo, Agustín Navarro y tantos otros, a través de la radio. 

Recordando sus primeras retransmisiones, ya como periodista, no olvida cuando descubrió a uno de los grandes personajes que ha dado la Semana Santa de Sevilla, como fue Pepe Hidalgo, tambor y director de la Centuria Macarena, que para Juan Miguel tocaba como “Charlie Watts, el batería de los Rolling Stones”. 

“Ese Señor de la Sentencia que lo llevó de la mano en la vida para que fuera haciendo el bien con tantos chavales a quienes enseñó a tocar el tambor y la corneta, pero, sobre todo, a ser buenas personas”, añadió el pregonero. 

Y del tambor de Hidalgo a su Centuria Romana Macarena, a la que pregonó en 2011. En estos versos recordó a otro gran personaje de Sevilla, como fue el genial rockero Silvio. “También el poeta lo dijo/ Roma triunfante, colega. /No le pongas ni una pega/ Que del Sentencia es sufijo/ Le cantó el Silvio, canijo. / Es una tropa sin tacha. / Lo mejor que se despacha/ De la muralla es la almena/ Armao de la Macarena/ Y avanti con la guaracha”. 

Nombres como el de Pascual González, eterno pregonero de Sevilla, o Pepe ‘Peregil’, cantaor de saetas y tabernero de Sevilla, entre otros, fueron citados en algunas de las múltiples anécdotas relatadas por el pregonero.

La historia de Paco y la Macarena

Conmovió la historia de Paco y su mujer, dos sevillanos que querían ser padres. Él “no creía en Dios», pero en quien sí cree “a pies juntillas es en la Virgen de la Esperanza”. Contaba el pregonero que, una Madrugá, “cuando la tuvo delante, Paco la miró y, olvidando su falta de fe, se dirigió a ella con el pensamiento para decirle: ayúdame a ser padre”. 

Lo sorprendente o llamativo fue que meses después llegó la anhelada adopción de su hija. “Una niña que, casualmente, había nacido pocas semanas antes: el 1 de septiembre, festividad de San Gil Abad. La carta que traía aquella noticia […]llevaba la fecha del día 18 de diciembre, festividad de la Virgen de la Esperanza”.  

“Y es que, a veces, Sevilla, la Macarena, de forma sutil, como lo hizo con Paco, te llama. Y cuando la Macarena te llama, hay que ir”, continuaba Vega, en uno de los pasajes más bellos de su pregón. 

Habló de las dificultades y sinsabores de la vida, en cuyos momentos más adversos siempre aparece la Virgen de la Esperanza. “Eres el principio y el fin. / En ti, la risa y la pena. / La luz que mi alma serena. / Madre del Hijo del Hombre / déjame decir Tu nombre:/ Esperanza Macarena”, remataba en verso.

Juan Miguel Vega durante su pregón de la Semana Santa / Alejandro del Castillo

Los niños eternos: cofrades a la calle

Llegando al final de sus páginas, el pregonero quiso “dedicar un recuerdo a esos niños y niñas eternos […] que, como la Virgen María, vinieron al mundo sin pecado original […] Sólo por ellos merece la pena que exista la Semana Santa de Sevilla”, comentaba en referencia a los niños que padecen de por vida algún trastorno. 

“En su homenaje, quisiera hacer mía a esta hora la arenga instituida por un singular cofrade de Sevilla; Angelito el aguaó, alguien que, a su manera, también es cada año pregonero de la Semana Santa”, apuntaba. 

Juan Miguel Vega, ya casi en el epílogo del pregón, apeló a una de las frases más populares de Angelito, como es su conocido “Cofrades, a la calle”. “Cofrades a la calle. Que el tiempo vuela y la Semana Santa llega para irse en un suspiro”, rezaba el pregonero. 

En sus últimos renglones, llegó el momento definitivo para invocar a la Semana Santa de Sevilla 2024, esa que ya casi alcanzamos. “Ahora ya no lo soñamos/ Llegó al fin lo que esperamos:/ la gloria, la maravilla/ del cielo azul de Sevilla/ en un Domingo de Ramos”. Y así terminó, antes del “He dicho”. 

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