En su interesante libro
Aristocrats, el historiador británico Robert Lancey describe que “los nobles demostraban su pureza al sostener en alto la espada y mostrar las venas azuladas bajo la piel pálida de su muñeca, con lo que pretendían diferenciarse de sus súbditos, quienes, debido a las largas jornadas de trabajo expuestos al sol, tenían la piel oscura y, por lo tanto, sin mostrar venas azules”.”
Tener la sangre azul” es una expresión utilizada por primera vez en España en el siglo IX, surgiendo el famoso término “
Príncipe azul” que denotaba la pureza de su sangre, no mezclada nunca con los judíos. Otro notable historiador, el austriaco John H. Kautsky, relata en su libro
The politics of aristocratic empires que el supuesto color azul de la sangre era comúnmente utilizado porque “la convicción y la necesidad de los aristócratas de ser superiores era tan profunda que siempre usaron su asumida superioridad como evidencia para insistir en que son biológicamente distintos.
Pigmentos que colorean la sangre
Este año se conmemora el 200º aniversario del descubrimiento de la
hemoglobina, por el químico y médico alemán Friedrich Ludwig Hünefeld (1799-1882). Esta proteína de la sangre de los mamíferos está impregnada de átomos de hierro. Este importante hallazgo biológico fue acogido con escepticismo, e incluso burlas, por gran parte de la comunidad científica de la época. Años más tarde, se confirmó que esta proteína, localizada en el interior de los glóbulos rojos -
hematíes-, es la responsable de mantener la vida. El color de los “
glóbulos rojos” se debe al elevado contenido de hierro de la hemoglobina, que capta con avidez el oxígeno (O2) que llega a los pulmones, transportándolo en forma de
oxihemoglobina en estos glóbulos rojos -verdaderos taxis del oxígeno- a todo el organismo (órganos y tejidos), donde recoge los gases de desecho o anhídrido carbónico -
dióxido de carbono (CO2)- para trasladarlos a los pulmones, en forma de
desoxihemoglobina, para su expulsión del cuerpo. Mientras la oxihemoglobina posee un color rojo brillante -rica en oxígeno: típica
sangre arterial-, la desoxihemoglobina adopta un color rojo-pardo oscuro-bajo contenido en oxígeno y alto en anhídrido carbónico: típica
sangre venosa-. La hemoglobina suele estar sobresaturada de oxígeno (98 por ciento), contenido excesivo para las necesidades habituales del cuerpo en reposo.
El químico británico de origen austriaco Max Perutz (1914-2002), considerado uno de los gigantes de la Ciencia del siglo XX, descubrió la estructura química de la hemoglobina, siendo galardonado con el premio Nobel de Química en 1962, por su trascendental aportación al desarrollo de la Biología Molecular. En el Laboratorio de Biología Molecular de Cambridge (Reino Unido), que presidió hasta 1979, “
estaba empeñado en conocer el secreto de la vida”. En aquellos años, la molécula más grande que se conocía tenía menos de 100 átomos, descubriendo que la hemoglobina es una molécula enorme, formada por más de 20.000 átomos. Es sintetizada principalmente por las células de la médula ósea, convirtiéndose en hemoglobina madura, que será entonces transportada por los glóbulos rojos -
hematíes-. El ciclo de vida de un hematíe promedio es de aproximadamente dos meses. Cada glóbulo rojo contiene alrededor entre 200 y 300 millones de moléculas de hemoglobina transportadoras de los gases sanguíneos.
Los valores normales de hemoglobina en sangre en los hombres es 14 - 18 g/dL y en las mujeres de 12 - 16 g/dL. Cifras inferiores indican la presencia de una anemia ferropénica (déficit de hierro), por lo que se aconseja consumir alimentos ricos en este mineral y, si fuera necesario, tomar suplementos de hierro, según prescripción médica. La acelga tiene un alto contenido de hierro (3,3 miligramos/100 gramos), seguida del brócoli, coliflor, lentejas, pistachos, almendras, avellanas, cacahuetes, yema de huevo, hígado, carne roja, etc.
Pero… ¿y la sangre azul?
Si bien, los animales vertebrados tienen su sangre de color rojo por contener hemoglobina, los calamares, pulpos, algunos moluscos, así como varias especies de escorpiones y arañas tiene la sangre de color azul. La sangre de estos animales contiene una proteína o pigmento denominado
hemocianina, encargada de transportar el oxígeno a sus tejidos. Su molécula está formada por átomos de cobre, por lo que la sangre se torna de color azul o azul-verdoso, en vez de roja, ante la ausencia de hemoglobina, o sea de átomos de hierro.
Desde hace 450 millones de años, existe en la Tierra el llamado cangrejo de herradura, una especie de crustáceo con características biológicas más próximas a los arácnidos -escorpiones, arañas- que a los cangrejos. Llegan a alcanzar gran tamaño corporal (60 centímetros de largo y 30 centímetros de ancho) y tienen su sangre de color azul por su alto contenido en hemocianina. Se ha demostrado que este cangrejo ha sobrevivido por un periodo de tiempo tan prolongado, entre otras causas, porque la hemocianina es una proteína muy eficaz para eliminar cualquier tipo de invasión microbiana. Algunos científicos están investigando la hemocianina como posible agente antiinfeccioso en los seres humanos.
Los branquiópodos (clase
Branchiopoda) son pequeños crustáceos que viven adheridos por su valva ventral a un sustrato duro, como las rocas marinas. Son animales con dos valvas unidas en la región posterior, al contrario que los conocidos bivalvos -almejas, mejillones, ostiones- que son bilaterales. En otras ocasiones, permanecen enterrados en sustratos blandos, fango o arena, donde excavan extensas galerías. Estos crustáceos tienen la sangre de color violeta o violeta-rosado debido a la
hemeritrina, una proteína transportadora de oxígeno, cuya molécula es incolora, volviéndose violeta al unirse al oxígeno. Su cuerpo contiene
miohemeritrina, proteína captadora de oxígeno directamente desde sus músculos.
La sangre verde es una de las características más raras del reino animal, propia de los lagartos de Nueva Guinea. Estos reptiles contienen sangre de color verde brillante por la alta concentración de
biliverdina, pigmento verde de la bilis, aunque no tiene función transportadora del oxígeno a los tejidos. Sorprendentemente, estas lagartijas se mantienen sanas con elevadas concentraciones de bilis en la sangre, 40 veces superior a la concentración que se considera letal para los seres humanos. Según investigadores de Ciencias Biológicas de
Louisana State University (Estados Unidos), estos lagartos contienen la mayor concentración de biliverdina registrada para cualquier animal; de alguna manera, han desarrollado una total resistencia a la toxicidad de la bilis en la sangre.
Se trata de un modelo de investigación científica sobre la ictericia (coloración amarilla de la piel, mucosas y conjuntivas de los ojos) debido a la bilirrubina, subproducto de los glóbulos rojos envejecidos, que se presenta en los pacientes con hepatitis, anomalías congénitas del hígado y vías biliares, sobredosis de algunos medicamentos, obstrucción de los conductos biliares, cirrosis hepática y cáncer de hígado o páncreas. En ocasiones, la ictericia puede presentarse en casos de rotura prolongada o masiva de glóbulos rojos por fallos mecánicos o de hiscencias periprotésicas de las valvulares cardiacas, aparatos de asistencia ventricular y otros dispositivos mecánicos cardiovasculares.
Los dracos, denominados “peces del hielo” (familia
Channichthyidae), viven en aguas del Antártico y sur de Sudamérica, no poseen glóbulos rojos en su sangre, teniendo una sangre totalmente transparente. Al tener su hábitat en estas aguas muy frías y oxigenadas, adquieren directamente el oxígeno del agua, sin necesidad de disponer de un medio de transporte, hallazgo biológico que sigue intrigando a los científicos.
Horacio, el más grande de los poetas de la Antigua Roma, puso de relieve el hermoso color rojo carmesí de la sangre humana:
“
El corazón eleva la sangre de la vida al esplendor carmesí”.
Rafael Duarte, eminente poeta de San Fernando (Cádiz), acerca nuestra sangre a los dioses:
“… los dioses toman tazas de algas donde la sangre afina su color donde el vaho se marcha de las células para buscar tu alma”
José Manuel Revuelta Soba
Catedrático y Profesor Emérito de la Universidad de Cantabria