La enfermedad coronaria -cardiopatía isquémica- constituye una de las principales causas de morbilidad y mortalidad global, debida a ciertas anomalías que comienzan en el delicado tapizado interno de las arterias coronarias -endotelio- y, progresivamente, van obstruyendo la luz arterial con la consiguiente reducción del riego sanguíneo al corazón. Estas alteraciones patológicas son desencadenadas y favorecidas por los denominados factores de riesgo cardiovascular, minuciosamente analizados en el Framingham Heart Study, el estudio epidemiológico más importante realizado en el mundo, a lo largo de 76 años (1948-actualidad). La amplia información científica disponible demuestra que la arterioesclerosis de las arterias induce un estrechamiento creciente de la luz del vaso -estenosis-, con disminución del flujo sanguíneo a los órganos y tejidos afectados, especialmente del corazón, cerebro, riñón y extremidades inferiores.
Entre los factores de riesgo principales o tradicionales más conocidos tenemos la hipertensión arterial, diabetes tipo 2, dislipidemia, obesidad, fibrilación auricular (arritmia cardiaca) y el tabaquismo. Las intervenciones preventivas de estos factores de riesgo principales han logrado reducir, de forma significativa, la incidencia global de la cardiopatía isquémica. En la actualidad, la atención médica y epidemiológica centran su interés en otros factores de riesgo no tradicionales, que se encuentran en los entornos construidos -naturales y sociales- e incrementan la prevalencia de la enfermedad cardiovascular.
Los expertos se han familiarizado con el nuevo término “exposoma”, introducido por el científico Christopher Wild, director de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC – International Agency for Researchon Cancer), que hace referencia al conjunto de factores externos e internos -ambientales y psicológicos- a los que estamos sometidos desde nuestro nacimiento hasta el final que pueden alterar la salud física y/o mental. Este novedoso concepto tiene en cuenta la exposición a los productos contaminantes ambientales, al estilo de vida, el medio ambiente, el cambio climático, el estado socio-económico, los aspectos psicológicos y ciertas enfermedades epidémicas (gripe, Covid-19). Estos factores interactúan de forma impredecible pudiendo, en un momento determinado, potenciar sus efectos perjudiciales aislados o asociados a los factores de riesgo cardiovasculares tradicionales.
El exposoma aparece como una entidad variable y dinámica que evoluciona a lo largo de la vida. Su repercusión sobre las enfermedades cardiovasculares configura una triada implacable -contaminación ambiental, alteración de la salud mental y enfermedades epidémicas- que va rodeando y sitiando al ser humano, poniendo en peligro su salud física y/o mental. El estudio del exposoma permite reconocer y tratar de reducir estos factores contaminantes -aislados o asociados-, los cambios bioquímicos y metabólicos nocivos, los comportamientos humanos negativos (trastornos alimenticios, tabaquismo, drogas), las epidemias y los factores del estrés social.
La Red Europea del Exposoma Humano (EHEN, del inglés European Human Exposome Network) de mayor prestigio internacional, analiza constantemente las múltiples exposiciones ambientales que afectan a las personas. Consta de nueve proyectos de investigación permanentes, de los que cuatro se dedican al corazón y sistema cardiovascular en general.
La primera parte de este artículo de divulgación científica está dedicada a los factores de contaminación ambiental más importantes con impacto específico sobre el corazón humano.
Contaminación atmosférica
El aire que respiramos se contamina asiduamente, en mayor o menor grado, por una mezcla de gases y partículas, derivada de la acción constante de la Tierra -erupción volcánica, vientos, incendios forestales, minerales en suspensión, tormentas eléctricas, restos de animales- y por la incesante actividad humana. El ser humano ha transformado siempre los materiales de su entorno, como demuestran los vestigios de contaminación ambiental de hace más de 5.600 años, cuando comienzan a producir el bronce en la región de los Balcanes y, algo más tarde, los sumerios.
Las partículas contaminantes pueden ser gruesas con diámetros que oscilan entre 2,5 y 10 micras (μm) (PM10), partículas finas<2,5 μm (PM2,5) y partículas ultrafinas <0,1 μm (PM0,1). Su composición química depende de múltiples variables de índole geográfica, meteorológica y humana. Estas partículas ambientales pueden contener carbono orgánico, componentes químicos inorgánicos (nitratos, sulfatos, cloruro, amonio y metales), materiales cristalinos, componentes biológicos y orgánicos volátiles, logrando generar aerosoles al combinarse con gases atmosféricos como el monóxido de carbono, ozono, azufre y óxido nítrico. Suelen tener efectos perjudiciales para el organismo humano; los investigadores reconocen que las partículas finas (PM2,5) constituyen el principal contaminante atmosférico cardiovascular.
El estudio global denominado “Carga Mundial de Enfermedades” - GBD (del inglés, Global Burden of Diseases) proporciona un análisis de la mortalidad y discapacidad mundial, cuantificando la pérdida de salud causada por las enfermedades, lesiones y los diferentes factores de riesgo, con el objetivo principal de mejorar los sistemas de salud y tratar de eliminar o reducir el impacto global de las enfermedades epidémicas en el mundo. En su último informe menciona que la contaminación del aire se ha convertido en la principal causa ambiental de enfermedades y muerte prematura global, atribuyendo alrededor de siete millones de muertes a la contaminación ambiental, reduciendo la esperanza de vida media en casi tres años, impacto negativo aún mayor que el tabaquismo, y estiman que empeorará por el incremento de la longevidad y otros factores de riesgo cardiovascular asociados. A cada español, los problemas derivados de la contaminación atmosférica le cuestan alrededor de 1.000 euros anuales.
La contaminación con partículas PM2,5 y los gases de escape diesel aumentan la presión arterial, en pocas horas de exposición, y disminuye en cuanto se utilizan filtros de aire homologados, lo que demuestra una clara relación causa-efecto. Debe destacarse que la exposición a los contaminantes ambientales, a corto y largo plazo, conlleva un incremento del riesgo de padecer eventos cardiovasculares -infarto de miocardio, ictus, arritmias cardiacas-, pues los niveles elevados de PM2,5 aumenta la incidencia de la aterosclerosis coronaria, con afectación de la función normal de las lipoproteínas de alta densidad HDL “colesterol bueno”.
Cambio climático
A pesar de la controversia sobre la existencia del actual cambio climático, lo cierto es que lo que está ocurriendo en la Tierra compone un factor de riesgo cardiovascular, estrechamente relacionado con la contaminación del aire. Las frecuentes olas de calor están incrementando el riesgo de infarto de miocardio, particularmente en la población mayor de 70 años, a consecuencia del defecto de la termorregulación a estas edades, lo que impide la correcta percepción del riesgo a las temperaturas elevadas. El calor prolongado ocasiona una excesiva activación del sistema nervioso simpático con inflamación de las arterias coronarias y estrés oxidativo que, consecuentemente, reduce el riego sanguíneo al músculo cardiaco -miocardio-.
Contaminación lumínica
Se ha descrito que el 99 por ciento de la población occidental vive bajo cielos contaminados por la luz. Esta contaminación se presenta como la invasión lumínica, resplandor o sobre iluminación. Actualmente, se dispone de diversas escalas internacionales para la medición de la contaminación lumínica (escala de Bortle, escala SQM –Sky Quality Meter-, Light Pollution Map, esta última es la más utilizada). La contaminación lumínica ambiental se produce cuando el umbral supera 14 μcd/m2 de iluminación artificial del cielo nocturno. La candela por metro cuadrado (símbolo: cd/m2) es la unidad de luminancia del Sistema Internacional de Unidades y la microcandela por metro cuadrado (μcd/m2) la unidad de medida habitual para valorar la contaminación lumínica.
La exposición a la luz nocturna suele alterar el ritmo circadiano, lo que conduce a una mayor fragmentación del sueño, estrés e incremento de casos de hipertensión arterial y cardiopatía isquémica. Este factor de riesgo cardiovascular surge por el abuso creciente de la iluminación de las ciudades y núcleos urbanos, establecimientos comerciales y, particularmente, por el uso excesivo de los teléfonos móviles en horas nocturnas. La luz nocturna del hogar se asocia con un aumento de la presión -hipertensión arterial-, así como del incremento excesivo del azúcar en sangre -hiperglucemia- y la obesidad, lo que demuestra el papel significativo de la contaminación lumínica en la aparición de determinados factores de riesgo cardiovascular tradicionales. La contaminación atmosférica, al promover un estado inflamatorio arterial, se asocia con incrementos de hospitalizaciones por cardiopatía isquémica, fibrilación auricular e insuficiencia cardiaca, además de disecciones de la aorta y enfermedad arterial periférica, según un informe reciente de la American Heart Association.
http://dx.doi.org/10.1161/CIR.0000000000001005
Contaminación acústica
La exposición constante al ruido industrial y el transporte (ruido de carreteras, aviones y ferrocarriles), consecuencia inevitable de la urbanización y la globalización, representa una amenaza creciente para la salud humana, precipitando reacciones de estrés crónico y la aparición de ciertas enfermedades cardiovasculares. Se ha descubierto que la contaminación acústica constituye un nuevo factor de riesgo cardiovascular, afectando la tensión arterial -hipertensión arterial-.
La unidad básica acústica es el belio de símbolo B, aunque se emplea el decibelio (dB). La Unión Europea considera como nivel de confort acústico los 55 dB y la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que el nivel sonoro diurno debe estar por debajo de 53 dB, y por debajo de 45 dB para el periodo nocturno. Según un reciente análisis de la UE, 80 millones de personas están expuestas diariamente a niveles de ruido ambiental superiores a 65 dBA y otros 170 millones están a niveles entre 55-65 dB. La exposición continuada a la contaminación acústica puede acarrear una disminución significativa de la capacidad auditiva, así como la trastornos psicológicos -nerviosismo crónico, estrés-, aparte de incremento de los casos de hipertensión arterial y enfermedad cardiovascular -infarto de miocardio-.
La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) estima en 12.000 muertes prematuras producidas al año en la Unión Europea por la contaminación acústica y en 48.000 los nuevos casos de cardiopatía isquémica. En España, cifra en 1.300 nuevos casos de cardiopatía isquémica anuales. Se ha demostrado científicamente el impacto del ruido excesivo permanente sobre la salud cardiovascular, ya que incrementa la frecuencia cardiaca, la presión arterial y los niveles de cortisol, principal hormona del estrés.
Estrategias de prevención de las exposiciones ambientales
Contaminación atmosférica
- Transición de los combustibles fósiles a fuentes de energía renovables (solar, eólica, mareomotriz y geotérmica).
- Reformas en materia de transporte, promoviendo el uso de vehículos de bajas y cero emisiones, así como la restricción del tráfico en el centro de las ciudades.
- El uso de filtros de partículas diesel, convertidores catalíticos o combustibles alternativos.
- Reformas del paisaje urbano mediante la modificación de las carreteras con tráfico principal y evitar de zonas de uso mixto (industrial-residencial).
- Equipos personales como mascarillas y purificadores de aire.
- Filtros en empresas y edificios para la detención de partículas de alta eficiencia (HEPA)
- Modificaciones conductuales para reducir las exposiciones pasivas: cierre de las ventanillas del coche y la casa, uso del filtro de aire de la cabina para el aire acondicionado y cambios de rutas favorables de los viajes.
- Cambios en el estilo de vida, incluido el ejercicio físico en áreas verdes alejadas de las carreteras principales.
Contaminación acústica
- Mejor gestión y regulación del tráfico.
- Implementación de protocolos de reducción del ruido ambiental.
- Control acústico de las industrias y comercios que emiten ruidos constantes, sin las instalaciones protectoras adecuadas del ruido ambiental.
- Tecnologías para reducir el ruido del transporte.
- Instalación de protección acústica en empresas industriales, grandes superficies comerciales y deportivas, en general en todos los espacios públicos (regulación de la UE).
- Fomentar el uso de vehículos eléctricos o híbridos para reducir el ruido del tráfico.
- Diseñar edificios con materiales y técnicas de insonorización.
Contaminación lumínica
- Promover la conservación energética y la regulación de la contaminación lumínica, como la legislación de "cielos oscuros".
- Apagar las luces cuando no sea necesario y usar menos luces en casa y oficinas.
- Uso de farolas automatizadas con sensores de movimiento.
- Mantener las persianas y cortinas cerradas por la noche en las ciudades.
- Usar la configuración del turno de noche en todos los dispositivos.
- Instalar focos lumínicos orientados hacia abajo en interiores y exteriores.
- Reducir el uso de teléfonos móviles en horas nocturnas y antes de dormir, especialmente en los niños y jóvenes, activar el modo de iluminación nocturna.
https://doi.org/10.1038/s41569-023-00873-3
Estas medidas estratégicas conforman una utopía inalcanzable y lejana, mientras el exposoma va oprimiendo su cerco indeleble y dañino sobre los seres humanos. En cierta forma, podemos influir con acciones personales para reducir sus efectos perniciosos sobre nuestra salud y bienestar.
En la parte 2ª de este artículo de divulgación científica se tratarán otros factores de riesgo cardiovascular que conforman el exposoma, como la soledad, el aislamiento social, la ansiedad y estrés laboral, así como aquellos producidos por conocidas enfermedades epidémicas.
Mayor apoyo a la investigación y a los programas de acción de la Cardiología ambiental podrían contribuir sustancialmente a mejorar la prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares.
“La contaminación ambiental nunca debería ser el precio de la prosperidad”
Al Gore (Washington D. C, 1948) – Político y ambientalista
José Manuel Revuelta Soba
Catedrático de Cirugía y Profesor Emérito de la Universidad de Cantabria