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Libro del corazón

La humilde Aspirina® se suma a los tratamientos paliativos de la Covid-19

Detrás de su prescripción, aparentemente simple, suele haber un estupendo facultativo que conoce bien a un tal Tromboxano y a la familia COX.

Publicado: 08/08/2020 ·
16:55
· Actualizado: 26/11/2020 · 18:14
  • La simple pero compleja Aspirina de toda la vida.
Autor

José Manuel Revuelta Soba

Catedrático de Cirugía y Profesor Emérito de la Universidad de Cantabria. Ex-Jefe de Cirugía Cardiovacular del Hospital Valdecilla de Santander

Libro del corazón

Descubriendo el interior del corazón humano, órgano maravilloso, fuente de vida e investigación de calidad

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Cada día, se consumen en el mundo alrededor de 200 millones de comprimidos de Aspirina®, encabezando la lista oficial de Medicamentos Esenciales de la OMS -Organización Mundial de la Salud-.

Toda la producción mundial de ácido acetilsalicílico -Aspirina®- se realiza en una factoría, ubicada en La Felguera (Langreo), del grupo de empresas Bayer AG.

Tras la crisis del carbón, a consecuencia del Plan de Estabilización de las explotaciones hulleras de la cuenca minera asturiana del año 1959, Langreo fue perdiendo rápidamente su población, llegando a una cifra inferior a la que tenía en 1930. A mediados del siglo XX, sufrió un triste y progresivo declive que acabó con el desmantelamiento de toda su industria metalúrgica y la vinculada al carbón. En la actualidad, solo dos grandes fábricas mantienen su vitalidad natural, la Industria Química del Nalón y la Factoría de Bayer Hispania.

75º Aniversario de la Empresa Bayer Hispania SL (La Felguera, Asturias. 2017)

En esta empresa española, se produce más de 6.000 toneladas anuales del preciado ácido acetilsalicílico, principio activo de la aspirina. Desde Asturias, se envía a otros países, en los que la farmacéutica Bayer tiene sus centros de producción, que manufacturan más de 100.000 millones de comprimidos anuales de las diversas presentaciones de la Aspirina® (como Adiro®), uno de los medicamentos más utilizados mundialmente.

Orígenes de la Aspirina

 Hace más de 2.500 años, los sumerios, chinos y egipcios utilizaron la corteza del sauce blanco (del latín, salix alba) para diversos fines terapéuticos. Diversos textos de Hipócrates (460-370 a.C.) -padre de la antigua Medicina griega- hacen referencia a una pócima preparada con la corteza y hojas del sauce blanco, para aliviar los dolores y la fiebre.

Sauce blanco (Salix alba)

El reverendo Edward Stone, en Oxford, comprobó que masticando fragmentos de la corteza del sauce blanco lograba aliviar sus dolores y disminuía la fiebre. Sus experimentos le llevaron al descubrimiento del ácido salicílico en este bonito árbol, componente activo del ácido acetilsalicílico. En 1763, envió una carta al presidente de la Royal Society of London for Improving Natural Knowledge (actual, The Royal Society) para informar sobre su importante hallazgo, cuyas acciones ya fueron probadas, milenios antes, por antiguas civilizaciones.

 En 1853, el ácido acetilsalicílico fue sintetizado, por primera vez, por Charles F. Gerhardt, profesor de Química de la Universidad de Montpellier, al combinar salicilato de sodio con cloruro de acetilo. ​Años más tarde, otros investigadores describieron su estructura química y el procedimiento para sintetizarlo de forma eficiente.

Prof. Charles F. Gerhardt

El ingenioso químico Felix Hoffmann de la Empresa Bayer, bajo la dirección de Arthur Eichengrün, produjo ácido acetilsalicílico, insertando un grupo acetilo al salicilato de sodio, con objeto de evitar sus efectos secundarios sobre el aparato digestivo. En 1897, este fármaco fue registrado como Aspirina Bayer®.​

Durante la primera mitad del siglo XX, se popularizó su utilización médica -para tratar el dolor y la fiebre-, especialmente durante la I Guerra Mundial (1914-18) y la posterior pandemia, denominada Gripe Española (1918-19), que llegó a infectar a una tercera parte de la población mundial. Este popular fármaco sufrió una fuerte competencia, por otras empresas que también empleaban el ácido salicílico como principio activo de algunos de sus medicamentos. Tras la Gran Guerra, la marca alemana Aspirina Bayer® fue expropiada por los países ganadores -Estados Unidos, Reino Unido y Francia-, pasando a ser un fármaco genérico, denominado Aspirin.

Fórmula química del ácido acetilsalicílico - C9H8O4

En aquellos primeros años, se conocían bien sus efectos analgésico y antipirético, pero la Aspirina escondía otras asombrosas acciones, descubiertas un siglo más tarde.

Química sencilla, control de la compleja inflamación

El personal sanitario suele emplear una jerga clínica, no siempre comprensible para los profanos, como designar AINE a un grupo importante de fármacos de uso muy frecuente.

Estos famosos AINEsAnti-Inflamatorios No Esteroideos-, son medicamentos para combatir la inflamación, que no contienen corticoides, una variedad de hormonas que pueden producir determinados efectos colaterales -osteoporosis, debilidad muscular, aumento de peso, dificulta la cicatrización de heridas o cataratas-. La Aspirina es considerada como el primer AINE, por su utilización tan frecuente y haber sido registrada hace ya 123 años.

La investigación científica demostró que este ácido acetilsalicílico -AAS (C9H8O4)-, perteneciente a la familia de los salicilatos, tiene una potente acción antiinflamatoria.

La inflamación es una respuesta automática del cuerpo, que se pone en marcha ante cualquier agresión de los órganos y/o tejidos, mediante un aumento del flujo local de sangre para transportar abundantes células defensivas –sistema inmunitario-, que tratarán de destruir al agente causante de la lesión. En las zonas inflamadas se generan prostaglandinas, verdaderos "mensajeros del dolor", que informan al cerebro de la agresión, activando los mecanismos biológicos de la triada: inflamación, dolor y fiebre.

En 1971, el farmacólogo británico John R. Vane demostró que el ácido acetilsalicílico actúa interrumpiendo la producción de estas prostaglandinas y, consecuentemente, disminuye la inflamación, el dolor y la fiebre.

En la actualidad, sabemos que una enzima localizada en el interior de las células, denominada ciclooxigenasa (COX), compuesta por unos 600 aminoácidos, interviene muy activamente en los procesos inflamatorios. Esta compleja estructura proteica da lugar a unas moléculas muy reactivas, derivadas del ácido araquidónico, como el tromboxano A-2, prostaglandinas (PG), prostaciclinas (PGI) y leucotrienos (LT).

Siento incluir esta enmarañada terminología; sabemos que los científicos son propensos a darle nombres raros a todo; pero, a cambio, cuidan de nuestra salud y bienestar. Con estos “nombrecitos” podemos aplicar eso de que “el hábito no hace al monje”. Y así continuar informándonos con tranquilidad.

Para simplificar, podríamos decir que esta enzima ciclooxigenasa (COX) tiene tres hijas (isoformas). La isoforma COX-1 participa en la producción de prostaglandinas que intervienen en los procesos gástricos, mantenimiento del flujo renal, agregación plaquetaria y movilidad de las células sanguíneas. La isoforma COX-2 actúa favoreciendo los complejos procesos que tienen lugar durante la inflamación. De reciente descubrimiento, la isoforma COX-3 interviene en el cerebro y el corazón, cuya inhibición por la Aspirina podría estar relacionada con el efecto regulador de la temperatura corporal y el dolor.

La importante acción antiinflamatoria de la Aspirina se debe, pues, a su poderosa acción controladora de la “familia COX”.

Freno a la producción de coágulos

Otro descubrimiento sorprendente sobre la Aspirina fue su potente acción inhibidora de la producción de tromboxano A-2, derivado de la isoforma COX-1. El tromboxano A-2, un potente “productor de coágulos”, recibió este nombre por su importante papel en la formación de trombos -coágulos- en el interior de las arterias.

Este miembro de la familia de los lípidos -grasas- se origina en las membranas de las plaquetas –superficie exterior de estas células sanguíneas que participan en la coagulación-, por mediación de una enzima denominada tromboxano-sintetasa. El tromboxano A-2 es un vasoconstrictor -contrae las arterias- por lo que constituye un potente agente hipertensivo, además de facilitar que las plaquetas se adhieran para formar lo que denominamos “trombo blanco plaquetario” (coágulo de color rojo claro).

A dosis bajas (100 mg. diarios), la Aspirina prolonga el tiempo de sangrado, debido a la inhibición irreversible de COX de las plaquetas, evitando que se agreguen y formen coágulos en el interior de los vasos sanguíneos. Esta propiedad antiagregante plaquetaria reduce significativamente la incidencia de infartos de miocardio y/o ictus cerebral. Pronto se divulgó, en todo el mundo, esta nueva acción antiagregante de la Aspirina que previene la enfermedad coronaria y, en general, la formación de coágulos en el sistema cardiovascular.

Anuncio de la Aspirina de hace un siglo

 En 1985, la respetada institución pública norteamericana HHS (del inglés, United States Department of Health and Human Services) anunció oficialmente que “La administración de una Aspirina diaria previene de nuevos ataques de corazón a las personas que han sufrido un infarto de miocardio”.

 Para las personas con factores de riesgo de padecer la enfermedad coronaria o del sistema vascular periférico -arterias de las piernas, arterias carótidas-, la asociación de una dosis baja de Aspirina (100 mg/día), junto con Rivaroxaban (2,5 mg/12 horas) -anticoagulante oral, inhibidor del factor Xa de la coagulación de la sangre- ha logrado disminuir significativamente el riesgo de muerte de causa cardiovascular, o padecer un infarto de miocardio y/o ictus cerebral, como recientemente, se ha comprobado en un grupo de 27.395 pacientes, en el ensayo clínico COMPASS (Cardiovascular Outcomes for People Using Anticoagulation Strategies), publicado en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine, por científicos de diferentes países.

N Engl J Med 2017; 377:1319-1330   DOI: 10.1056/NEJMoa1709118

Descubriendo nuevas acciones de la Aspirina

Es importante señalar que no debe administrase Aspirina a niños menores de 12 años, para tratar resfriados, gripe o cualquier otra afección –sustituirla por otro fármaco AINE (ibuprofeno, indometacina), o bien acetaminofen (paracetamol)-, este último fármaco no es antiinflamatorio, pero muy eficaz contra el dolor y la fiebre. Se ha demostrado que la Aspirina puede causar, en los niños, el denominado Síndrome de Reye, enfermedad pediátrica grave, aunque de rara aparición. Se caracteriza por una encefalopatía de progresión rápida, con edema del cerebro y degeneración grasa del hígado e importante alteración de su metabolismo. La causa de esta enfermedad es un trastorno de la mitocondria -órgano energético celular- que impide la β-oxidación de los ácidos grasos.

Entre las nuevas acciones beneficiosas de la Aspirina, debemos destacar que interfiere con los mediadores químicos del sistema calicreína-cinina, aún poco conocidos, formados por ciertas proteínas de la sangre, que funcionan en el interior del riñón. En la superficie del riñón humano -corteza renal- se produce la enzima calicreína que interviene en la formación del péptido bradicinina -molécula formada por varios aminoácidos- que actúa eficazmente en los procesos inflamatorios.

Este complejo sistema interviene también en el control de la presión arterial, la coagulación y el dolor. Estos mediadores químicos son vasodilatadores, estimulando la acción de las células defensoras -granulocitos, leucocitos polimorfonucleares y macrófagos-. Al interferir estos mediadores químicos, la Aspirina impide la adherencia de las células en el interior de los vasos dañados, reduciendo la inflamación y controlando la excesiva agresividad devoradora de algunas de nuestras células defensoras, como los macrófagos.

En un importante ensayo clínico randomizado, denominado PEAC (del inglés, Protective Effect of Aspirine on COVID-19 patients) “Efecto protector de la Aspirina en pacientes con COVID-19”, se ha demostrado que la Aspirina (100 mg/día), administrada precozmente a los pacientes infectados con coronavirus (PCR +), suele tener un efecto inhibidor de la replicación viral (inhibir la acción de la prostaglandina E2 - PGE2), reduce significativamente los problemas tromboembólicos (efecto antiagregante plaquetario), disminuye o elimina la tormenta inflamatoria (control de la COX) y, posiblemente, puede prevenir del daño pulmonar (control de la agresividad de los macrófagos). 

Una vez más, “la antigua Aspirina” muestra nuevos e importantes efectos beneficiosos para protegernos la vida.

Sencilla, no simple

Sorprende que una sencilla Aspirina, tantas veces menospreciada, pueda tener un papel tan relevante y beneficioso sobre los complicados procesos bioquímicos que tienen lugar en el interior del fascinante organismo humano.

 La despectiva frase “Vaya médico, solo me ha recetado Aspirina” no tiene sentido; detrás de esta prescripción, aparentemente simple, suele haber un estupendo facultativo que conoce bien a un tal Tromboxano y a la familia COX. Además, está defendiendo Asturias, patria querida de todos los españoles.

 

No es nada sencillo entender lo simple

Eric Hoffer - Filósofo norteamericano

 

(*) Catedrático de Cirugía y Profesor Emérito de la Universidad de Cantabria

Conflicto de interés: El autor de este artículo manifiesta no tener ninguna relación con la Empresa  Bayer.

 

(En una versión anterior no se incluía el ensayo clínico randomizado PEAC sobre los efectos de la Aspirina en los enfermos de Covid-19)

 

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