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Lo que queda del día

Mejor que póstumos

Ángel Revaliente sigue siendo -que sea por muchísimos años más- historia viva de Jerez: notario de su presente y nostálgico de su pasado.

Publicado: 12/11/2022 ·
19:12
· Actualizado: 13/11/2022 · 00:49
  • Inauguración de la calle dedicada a Ángel Revaliente -
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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En la redacción solemos recordar en alguna que otra ocasión la anécdota registrada por Francisco Aleu con motivo de uno de los muchos homenajes brindados en su momento al escritor José Manuel Caballero Bonald. No recuerdo si fue por sus 75 años, por la inauguración de la Fundación que lleva su nombre o del primero de sus congresos. El caso es que alguien le preguntó cómo se sentía ante tal cúmulo de reconocimientos, y su breve respuesta fue un destello de genialidad: “Me siento póstumo”. 

Esa misma anécdota volvió a rondarnos la cabeza este viernes cuando fuimos a sumarnos al homenaje a un compañero de los de toda la vida, Ángel Revaliente, cuyo nombre forma ya parte del callejero de su barrio de Icovesa a iniciativa vecinal, respaldada por el Ayuntamiento de Jerez.

Ángel no dijo lo de “me siento póstumo” tras descubrir el rótulo, entre otras cosas porque eso sería negarle a su risa su condición inmortal, pero sí nos brindó destellos de su particular genialidad, ya fuera para recordar a quienes ya no se encuentran a su lado, a quienes le ayudaron a convertirse en un excelente periodista, a quienes han compartido tantos años de satisfacciones y desvelos en el día a día de la redacción, de su barrio, de su hermandad o de su Xerez Club Deportivo, y, en especial, a quienes le siguen dando la vida a diario: su gente, su familia.

En cierto sentido, no hay mejor resumen para toda una vida: satisfacciones y desvelos, y la auténtica verdad de la familia, con la peculiaridad de que él siempre se ha empeñado en hacernos partícipes de la suya, hasta el punto de contar con una nuera imaginaria en la redacción y rebautizarnos cuando encontraba el nombre apropiado para cada uno.

Ángel fue la primera persona a la que conocí cuando pisé la redacción de la calle Córdoba en el año 95 y, desde entonces, un referente imprescindible, en lo profesional y en lo personal, y un guía fundamental para conocer, entender y comprender a una ciudad que él lleva grabada en el corazón -y por eso la vive y le duele- y de la que sigue siendo -que sea por muchísimos años más- historia viva: notario de su presente y nostálgico de su pasado.

Este viernes, precisamente, hacía dos años de su jubilación. Cualquiera lo diría, porque sigue en contacto permanente con nosotros -a veces hasta para anticiparnos alguna primicia-, e igualmente preocupado por lo que se cuece en la ciudad y en la profesión. Él ha tenido esa suerte: la de una retirada, obligada, pero a tiempo, después de vivir la época dorada de los medios de comunicación en Jerez, que es como decir la propia época dorada de Jerez, y en la que hizo de su credibilidad una seña de identidad innegociable, que confronta ahora con la voracidad del clikbait, que parece haber suprimido del vocabulario ese valor fundamental en el mundo de la comunicación.

Es tan triste como terrible, y no tiene tanto que ver con el momento permanente de crisis en el que viven inmersos los medios de comunicación tradicionales desde hace ya varios años, como con el cambio que se viene operando en la sociedad en ese mismo periodo y entre la gente joven en particular. De hecho, ha sido una de las cuestiones que hemos abordado esta semana en las Jornadas Nacionales de Periodismo que hemos celebrado en San Fernando, la del auténtico desafío de la prensa a la hora de establecer un vínculo con la gente joven, con los nativos digitales, que no tienen ni idea de lo que es un periódico, ni saben discriminar a la hora de acceder a información contrastada y veraz.

Vivimos en un momento en el que la verdad ha sido sustituida por la viralidad, y a los medios no les ha quedado otra que sumarse al ruido, a la intoxicación y a la banalidad, o apostar por la originalidad en la narración de la actualidad, pero empujados igualmente a las trincheras. Ángel Revaliente lo vio venir, al igual que el resto, y si lo sufre ahora será como lector, porque uno no deja de ser periodista aunque lo jubilen, como no deja de preocuparse por cuanto sucede a su alrededor. Habrá que hacer lo posible para evitar sentirnos póstumos.

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