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Lo que queda del día

Perder el relato

Todo apunta a que el Gobierno de Pelayo ha perdido el relato del que debía ser uno de sus hitos del año: la entrega de las subvenciones

Publicado: 06/10/2024 ·
12:29
· Actualizado: 06/10/2024 · 12:29
  • García-Pelayo, con representantes de Solidaridad. -
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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La cosa va de ultimátums. Debe ser por la sensación de dominio que confiere el dudoso privilegio de tener a alguien cogido bien abajo y apretarle convenientemente para que no olvide sus deudas de juego, después de que la apuesta electoral se le quedara corta.

Siempre se ha dicho que la política hace extraños compañeros de viaje, pero tampoco hasta el bochorno, que es en el que ha terminado instalado el Gobierno de Pedro Sánchez a fuerza de decir sí a todo cuanto le piden sus acreedores. Ningún apoyo sale gratis, pero en esto de establecer líneas rojas y cordones sanitarios, que no dejan de ser argucias lingüísticas, se ha perdido ya el sentido del pudor. No basta con cumplir y ceder, sino que además se otorga un protagonismo desmesurado a quienes en el fondo hacen de su conquista una burla: Bildu, por ejemplo, presentando en sociedad la modificación,  a su gusto, de la Ley Mordaza, convertida asimismo en una lección de discreción a la corriente independentista catalana, que sólo sabe de alharacas y amenazas en público -el seny está en peligro de extinción-.        

También al sur del sur se ha hablado esta semana de ultimátums. Se lo ha dado 100x100 La Línea al PP, su socio de gobierno en la Diputación de Cádiz. No han tenido que apretar fuerte. Ha bastado la llamada de atención para que los populares reaccionaran como a quien se le ha hecho tarde en el almuerzo y se le hubiese olvidado recoger a los niños en el colegio. Lo del PSOE tendiendo rápidamente una mano al socio necesario, mientras con la otra le daba una cachetada, no ha hecho sino precipitar la caída del telón sobre este teatrillo de ofensas, cuando las auténticas son las que tenemos que soportar desde el patio de butacas sus pacientes espectadores ante asuntos como el de la rehabilitación del antiguo hospicio de Valcárcel, entre la pérdida de tiempo y la tomadura de pelo.

Aunque para tomadura de pelo lo del Plan Estratégico de Subvenciones del Ayuntamiento de Jerez -ahora le dicen PES, tal vez para que se nos olvide que la “E” va por “estratégico”, que, como dice Antonio Fernández, el portavoz de Vox, es “estrategia”, pero "a favor del PP, no de la ciudad"-.

Ha llegado la hora de emprender un proceso hasta ahora adornado de cifras -de 3,5 millones en julio se ha pasado a 9 millones en septiembre-, como si Jerez imitara a Maduro y estuviera adelantando la llegada de la Navidad repartiendo pagas extra, y los beneficiarios de las ayudas -las 241 asociaciones incluidas en el listado-, han comprobado que apenas tienen dos semanas para presentar la documentación con los proyectos a los que destinarán los fondos, teniendo en cuenta que deben estar vinculados a la proyección de Jerez como candidata a la capitalidad cultural europea.

La principal consecuencia ha sido que un colectivo de tanta trascendencia a nivel municipal como la Federación de Asociaciones de Vecinos Solidaridad ha decidido desistir de la convocatoria e incluso solicitar su suspensión este año ante las dudas por el método planteado, la asignación discrecional de las ayudas, la ausencia de participación y el plazo concedido para presentar los proyectos. Como diría el padre de familia Peter Griffin, un “zas en toda la boca”. Y no ha sido el único.

Puede que la rebelión quede diluida estos días en pleno pórtico a la Magna Mariana del sábado, un evento extraordinario que situará a Jerez en el centro de miles de miradas, pero aún queda por escribir el capítulo del pago de las subvenciones, que puede acabar igualmente en los juzgados: llámenlo ultimátum o advertencia, aunque sujeto en este caso al compromiso con la fiscalización de la gestión pública ante lo que no deja de ser una duda razonable.

Todo apunta a que el Gobierno de Pelayo ha perdido el relato del que debía ser uno de sus hitos del año, aunque mantiene intacta su capacidad para la distracción. Lo próximo: considerar Halloween como un evento de “especial proyección cultural”. Cosas del arraigo.

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