El Juzgado de lo Penal número 8 de Málaga juzgará en
julio de 2023 al
artista urbano Invader y al entonces
director del Centro de Arte Contemporáneo (CAC) Málaga, Fernando Francés, por "invadir" Málaga de
mosaicos en mayo de 2017. Fuentes judiciales han indicado a EFE que la vista oral está prevista que se celebre los días 12 y 13 de julio a las 9.30 horas.
El fiscal considera que Fernando Francés fue el inductor, ya que presuntamente fue la persona que
propuso, apoyó y programó "la invasión" de la ciudad al artista urbano Invader, al que considera
autor material.
El director del CAC se reunió en París a finales del 2015 con el artista para proponerle, junto con otros proyectos, el de la "invasión" de Málaga y para ello lo invitó a visitar la ciudad para que conociera las instalaciones del Centro de Arte Contemporáneo y escoger los lugares donde se colocarían los mosaicos.
Según el ministerio público, la primera visita de Invader fue en la primavera del 2016 y estuvo organizada por personal del CAC y del Museo MAD de Antequera (Málaga) con la intención de localizar los lugares adecuados para la colocación de los mosaicos.
La visita definitiva para la colocación de los mosaicos se produjo entre el 15 al 24 de mayo del 2017 cuando Invader vino a España junto con otras dos personas y, posteriormente, regresó a París.
El fiscal considera que los hechos son constitutivos de un
delito continuado sobre el patrimonio histórico y pide que cada uno sea condenado a
36.000 euros de multa y, en responsabilidad civil, que indemnicen a los propietarios de los edificios afectados por los gastos ocasionados en la retirada de los mosaicos y reparación de las fachadas.
Invader, ayudado por otras personas no identificadas pero que actuaban bajo su dirección,
colocó un total de quince mosaicos integrados por azulejos que adoptaban una forma similar a las
figuras de videojuego pixeladas en paredes de diversos
edificios del conjunto histórico.
La Fiscalía subraya que lo hizo "en la
absoluta carencia de autorización administrativa y que tampoco recabó el permiso de los titulares de los edificios afectados".
Los azulejos se pegaban entre sí mediante una especie de resina plástica y la fijación del mosaico a la pared se efectuaba mediante
silicona con cemento por lo que se produjo un
daño por la alteración en las fachadas originales, además de los daños que dejaron tras la retirada.
Los quince mosaicos se colocaron en edificios situados dentro del sector delimitado como Bien de Interés Cultural con la tipología de conjunto histórico y dos de ellos, en edificios singularmente protegidos: El Palacio Episcopal y el Palacio de Salinas.