No hay tiempo para lamentaciones. La derrota del Unicaja Málaga el pasado domingo no debe decaer el ánimo de una plantilla que ya ha demostrado en numerosas ocasiones que, a su mejor nivel, puede ganar a quien sea. Y, a riesgo de parecer pretencioso, no tengo la sensación de que este equipo esté perdiendo un solo segundo en lamerse las heridas.
La derrota por 79-90 en el tercer partido de la eliminatoria debe verse como un bache más en un camino que, más allá de algunas grietas, sigue perfectamente asfaltado. El final del tercer cuarto y los últimos diez minutos vistos el pasado fin de semana en el Martín Carpena deben servir para aprender lo que no se debe hacer, mientras que el resto del partido sirvió como buena hoja de ruta sobre lo que ya se ve día tras día.
Uno de los aspectos clave de cara a este cuarto choque será la seguridad defensiva. Por momentos, el Barça anotó canastas con suma facilidad. Equipos como el de Jasikevicius, a poco que les consientas, te matan. Son muchos los jugadores que pueden ser determinantes: Kalinic, Kuric, Laprovittola o el sempiterno Nikola Mirotic te hacen un descosido en un visto y no visto.
En clave verde, se sigue esperando las mejores versiones de jugadores como Osetkowski o Alberto Díaz. Otros como Yankuba Sima o Melvin Ejim ya han dado un paso adelante, pero el juego exterior sigue necesitando una mejora. Tampoco hay que obviar a los árbitros, que tanta polémica están creando en la Costa del Sol durante esta eliminatoria. Decisiones como la del codo-cara de Carter dejan lugar a todo tipo de interpretaciones, algo que ya criticó Ibon Navarro en sala de prensa.
Las expectativas son altas y el orgullo, inmenso. Lo único que le queda a este equipo sobresaliente es luchar por la matrícula de honor. Para ello, no hay misterio: ganar a partir de las 21:00 horas y hacer lo propio el jueves en el Palau.
