Da igual la categoría. Dan igual las circunstancias. Da igual que haya empresarios fundando clubes nuevos sospechosos de aprovechar un despiste del Málaga CF para ocupar su nicho social. Todo esto parece importarle bien poco a la afición malaguista. Apenas llevamos semana y media de campaña de abonos. Este pasado lunes se abrió la venta online para que la gente se pudiese ahorrar tener que desplazarse hasta las taquillas de La Rosaleda. Todo esto, como decimos, importa poco. Si te pasas entre las 10:00 y las 20:00 (horario de taquillas) por Martiricos, verás gente.
El goteo de personas es constante y fluido. Desde Viva Málaga nos acercamos este pasado martes hasta El Templo para conocer de primera mano las sensaciones de una hinchada que, más allá de verse la temporada que viene compitiendo contra el Antequera, el Intercity o el San Fernando, sigue ávida de ver a los suyos cada fin de semana. Y ya no sólo por su gesto se respira optimismo, sino también por sus palabras.
“El abono se renueva todos los años. Desde tercera llevo con él y no iba a ser menos”, comentaba un aficionado en la cola de las taquillas. Al se preguntado sobre sus expectativas de cara al curso que viene, hasta le quedaba tiempo para el humor: “Con que no descendamos más me conformo. No hay que tener expectativas. El año pasado ya pensábamos en ascenso y al final nos hicieron sufrir mucho, así que es mejor no esperarse nada”.
Eran recurrentes las referencias al pasado para poner en contexto el porqué de estar ahí, un martes de mediados de julio a mediodía, con un calor sofocante: “Soy del Málaga desde chiquitillo. Lo he visto desaparecer, lo he visto jugar la Champions... Este es mi equipo y siempre lo será”.
Esta misma persona tampoco tuvo en ningún momento dudas sobre la renovación de su abono de cara a este curso: “Clarísimo desde el primer momento, para mí el abono es un concepto que tengo desde niño. Obviamente, con tristeza por vernos en Primera RFEF, pero este es el equipo de mi tierra y yo no lo voy a dejar solo”.
Un tercer muchacho, de tan sólo 18 años de edad, enfundado con la camiseta de la Selección Española, ha supuesto un ejemplo más para corroborar que este sentimiento trasciende a las edades: “Desde que bajamos a Segunda tuve claro que nunca debíamos dejar tirado al equipo. Tras quedarnos a las puertas de subir el primer año, vi a mucha gente que dejó de venir; yo decidí quedarme. Dejar tirado el escudo es el mayor error que uno puede cometer. En las buenas, en las malas y en las realmente jodidas estaré ahí”.
Tres testimonios que plasman una realidad: con el sentimiento malaguista detrás, el Málaga CF nunca morirá.
