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Jueves 14/11/2024
 
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Málaga

"El único requisito para ser víctima del machismo es ser mujer"

Álvaro Botias Benedit, autor de ‘La lucha contra la violencia de género. Vivencias de un policía’, es inspector de la Unidad de Familia y Mujer de Málaga

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  • Álvaro Botias Benedit, inspector de la Policía nacional. -
  • Feminista, marido y padre, Álvaro Botias conoce, por su trabajo, muy de cerca el drama de la violencia contra la mujer
  • “La mujer está optando en mayor medida por la denuncia y el proceso penal, por enfrentarse de cara a su maltratador”
  • “Estamos avanzando en la lucha contra el machismo y el ciudadano, en el que incluyo a los policías, no puede hacer otra cosa que unirse a esta causa"

El autor de ‘La lucha contra la violencia de género. Vivencias de un policía’  es inspector al frente del Grupo de Investigación de la Unidad de Familia y Mujer de Málaga, desde donde combate a diario la lacra del machismo ayudando a “rescatar” y a sobrevivir a las víctimas. Álvaro Botias Benedit comparte sus experiencias y nos demuestra que hay salida y existe la esperanza en este libro, compuesto de seis relatos,  del que destinará el 25 por ciento de los beneficios obtenidos a diversas asociaciones de ayuda a víctimas y supervivientes de malos tratos.

“El objetivo que persigo con este proyecto es clave: concienciar y visibilizar la violencia de género, demostrar que hay salida y que la vía de la denuncia nos puede llevar a un final feliz”

El libro, que fue presentado el pasado 1 de junio en Madrid, está previsto que lo haga en Málaga en el Museo de Patrimonio Municipal (Mupam) el martes 26 de junio a las 18,00 horas, en un acto organizado por el área de Igualdad del Ayuntamiento de Málaga.

Feminista, marido y padre, Álvaro Botias conoce, por su trabajo, muy de cerca el drama de la violencia contra la mujer.  Un tema, lamentablemente, en boca de todos en la actualidad.

Usted es licenciado en Ingeniería Química por la Universidad de Granada, ¿por qué decide ingresar en el Cuerpo de la Policía Nacional? 

Buena pregunta. Si soy sincero, el contenido de la carrera no me llegó a llenar en ningún momento. Una vez la acabé, complementé mi formación con másters de calidad, medio ambiente y prevención de riesgos laborales, en la creencia de que esas ramas de la industria despertarían mi interés, pero no fue así. 

Un día mi madre me habló de la posibilidad de los universitarios de acceder a la Policía Nacional directamente como Inspector. Era una profesión que siempre me había atraído, por lo que tras pedir algunos criterios de mi entorno, me embarqué en la difícil empresa de conseguir una de las 75 plazas ofertadas en toda España. Con mucho esfuerzo, tuve éxito en el primer intento,  y hasta hoy. ¡Cuánto me alegro de haber dado ese giro inesperado a mi futuro!

En la actualidad como inspector de policía se encuentra al frente del Grupo de Investigación de la Unidad de Familia y Mujer de Málaga, ¿su sensibilidad ante el tema de la violencia de género lo llevó a ese puesto o ese puesto ha acrecentado su sensibilidad ante el tema?

Más bien lo segundo. En la introducción de la obra hablo de cómo llegue hasta aquí. La verdad es que con mis 30 años de entonces,  tenía en mente otros puestos de mayor operatividad. En concreto me atraían las drogas y el crimen organizado. Sin embargo, una Comisaria confió en mí para esta función y desde entonces mi sensibilidad no ha dejado de crecer. Es un Grupo en el que tienes la oportunidad de tratar con personas cara a cara, piel con piel. Sobre todo mujeres que llegan hasta ti con la autoestima seriamente dañada y poca esperanza. Nuestro trabajo consiste en ayudarlas, en “rescatarlas”. Es una labor que te genera mucha satisfacción, cuando las cosas salen como quieres, y dolor, en aquellas otras en las que no logramos nuestro objetivo, que no es otro que se condene al maltratador y ella pueda rehacer su vida. Ahora mismo no me veo en otra parte, la verdad. Esto acaba por enamorarte, a pesar de los malos momentos.

Se declara usted feminista, ¿es una rareza en el cuerpo policial o los ciudadanos desconocemos, en general, a los policías?

No diría que es una rareza. Desde el pasado 8 de marzo algo ha cambiado: se percibe más conciencia social, una mayor preocupación porque las mujeres consigan la igualdad real de derechos y oportunidades. Creo que estamos avanzando mucho en la lucha contra el machismo y el ciudadano, en el que incluyo a los policías, no puede hacer otra cosa que unirse a esta causa. ¿El motivo? Simplemente porque es de justicia, porque la discriminación no tiene cabida en una comunidad sana. En esta vorágine de cambios, la Policía ha cogido el testigo y se ha adaptado a las demandas ciudadanas. Hoy la sociedad reclama igualdad.

Como dicen algunas voces, ¿está “de moda” el tema de la violencia machista? ¿se está magnificando su exposición y esto está haciendo que algunos hombres vean a las mujeres como enemigas?

La violencia de género está en boca de todos. Y esto es muy positivo, significa que el problema se está comenzando a visibilizar. Hemos conseguido exponer al machismo y de esta forma hacerlo vulnerable. En cambio, no estoy para nada de acuerdo en lo que respecta a la “magnificación de su exposición”. De hecho, diría que si alguien se está dado por aludido, o incluso por afectado, es porque probablemente vea en riesgo sus privilegios. Recordemos que el patriarcado está instalado en las raíces de la sociedad y la desigualdad es un constructo cultural. Para erradicarla, la mitad masculina, entre la que me cuento, debe quitarse el traje de privilegios que le fuera arrogado hace tantos años y cederle su parte al sexo femenino. Se trata de ser solidarios y dejar a la mujer el espacio que le pertenece.

¿Cómo vive usted los casos que le llegan en su trabajo como investigador? ¿le afectan personalmente?

Siempre intento que no me afecten. Es una tarea difícil, sin embargo es algo necesario para trabajar con la violencia de género. Por razones de salud mental y para que no afecte a tu día a día con la familia.

Según su experiencia policial, ¿está aumentando la violencia contra la mujer o lo hacen las denuncias? ¿y en Málaga concretamente?

Hace poco revelaron las cifras a nivel nacional y a nivel de Málaga. En ambos casos se han registrado aumentos. Al respecto, hace unas semanas hice una entrada en mi blog que pretendía analizar estos datos. Como resumen de mis conclusiones diría que el motivo principal de este incremento recae en la mayor visibilización y confianza en las instituciones. La mujer está optando en mayor medida por la denuncia y el proceso penal, por enfrentarse de cara a su maltratador. Aún así, todavía vemos solamente la punta del iceberg por lo que no podemos levantar el pie del acelerador. La clave para ver un descenso significativo en el machismo está, por supuesto, en la educación.

Los niños, esas víctimas colaterales de las que se habla demasiado poco, ¿cómo lo sufren? ¿y cómo podemos protegerlos?

Los niños y niñas, gracias al empuje de grandes especialistas en la materia, ya tienen el calificativo de víctimas directas. Son los más vulnerables y a los que más protección debemos brindar. Al respecto se están tomando medidas: por un lado el Tribunal Supremo ha apreciado la agravante de cometer los hechos en presencia de menores incluso cuando no están físicamente en la misma habitación. Esto es un gran avance, pues no se trata de ver la violencia en vivo y en directo, más bien hay que tener en cuenta el clima de terror que se genera, la tensión, los gritos... Por otro lado, los jueces están empezando a aplicar la privación de la patria potestad a los maltratadores en sentencia. Otro gran paso en la dirección adecuada.

Una mujer maltratada, ¿es fácil para ella denunciar? ¿cómo debe una mujer actuar ante el maltrato? Y después, ¿cuántas veces deberá revivir su dolor ante el proceso?

No es nada fácil, desgraciadamente. La mujer que vive bajo el yugo del maltrato se encuentra anulada, indefensa. Aparte de esto, durante el proceso, deberá narrar su sufrimiento en varias ocasiones y a personas distintas. Para ello ha de sentirse fuerte, preparada, por lo que el trabajo psicológico en materia de empoderamiento es fundamental. Solo cuando ella se sienta con fuerzas la denuncia podrá tener el efecto deseado.

En su experiencia, ¿se culpabiliza a veces a las víctimas? ¿es normal que se desconfíe de recibir apoyo a la hora de denunciar?

Culpabilizar a las víctimas es exactamente lo que no hay que hacer. Jamás, repito, jamás podemos juzgar a la mujer por haber sufrido violencia de género. “Eso a mí no me habría pasado, no hubiera salido de allí mucho antes, estas cosas solo le pasan a mujeres de clase baja”  son algunos de los mitos erróneos que, desgraciadamente, todavía se escuchan. El único requisito para ser víctima del machismo es ser mujer. Nada de clase baja, mujer rural, analfabeta... Hay juezas, médicos e ingenieras que han caído en sus garras. Un juicio de este tipo a una mujer que reclama nuestra ayuda podría ser letal. Podemos llegar a perderla y hundirla.

Desde aquí insto a familiares, amigos y amigas, vecinos y vecinas a no mirar para otro lado, a no juzgarla. Os emplazo a ayudarla y a tenderle vuestra mano. Ella está tan dañada que no tiene posibilidad de encontrar la salida por sí sola. Te necesita.

¿Los maltratadores son cada vez más jóvenes? ¿cómo deberíamos educar a nuestros hijos ante el maltrato?

Parece que estamos viviendo un ligero repunte en la violencia entre adolescentes. Digo ligero porque hay que mantenerse positivos. Nuestros  jóvenes están recuperando roles del pasado. Además, para más inri, aparecen las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Estas, aparte de suponer un gran avance tecnológico y ponernos en contacto en cuestión de segundos, también están siendo usadas por los más jóvenes para controlar, hostigar y maltratar.

¿La solución? Mucha educación en perspectiva de género. A adolescentes, padres, profesores y profesoras deben aprender a no confundir la confianza con el control, a educar en igualdad y a respetarse mutuamente.

¿Cómo debemos actuar los demás, vecinos y familiares, si conocemos algún caso de violencia machista?

Actuando. El “son cosas de pareja” ya no nos vale, en absoluto. El machismo es un problema social que debemos solucionar entre todos y todas.

¿Cómo actuar? Dependerá de la situación y de nuestro vínculo con la mujer víctima. Por ejemplo, si estamos en casa y oímos gritos de auxilio de nuestra vecina, rotura de enseres o algo así, se debe llamar a la Policía de inmediato, la mujer podría estar siendo agredida. En cambio, si se trata de nuestra amiga, a quien hemos empezado a ver decaída, poco habladora, así como se ausenta de las reuniones los fines de semana, para lo que esgrime excusas inverosímiles, algo puede que no ande bien. Aquí podría haber varias aproximaciones posibles: interesarnos por como está, hablar con otras personas de su entorno para intercambiar impresiones, pedir ayuda a especialistas... Y es que un tercero, ajeno a la relación, está habilitado para denunciar.

Por último, ¿qué objetivo le llevó a escribir su libro? ¿qué van a encontrar los lectores en sus páginas?

El objetivo que persigo con este proyecto es clave: concienciar y visibilizar la violencia de género, demostrar que hay salida y que la vía de la denuncia nos puede llevar a un final feliz.

Son un total de 6 relatos, inspirados en casos reales, en los que la tónica general es la supervivencia. Por supuesto no revelo ningún dato personal y adapto todas las historias al texto literario. Con el ejemplo de estas mujeres pretendo dar esperanza a todas aquellas que todavía no han conseguido salir, que viven atrapadas, y a todos los que podrían tener en su mano el auxilio que su familiar, amiga o vecina necesita. En todas y cada una de las historias se puede ver como la mujer va pasando por las distintas fases del maltrato, una a una, y como al final consigue ver la luz y salir de la situación.  Espero que en cada relato el lector pueda llorar y reír al mismo tiempo.

Además acompaño cada historia de una reflexión, que pretende mostrar al lector todo lo que rodea a la violencia de género. La importancia de la educación, la coordinación entre instituciones, el apoyo externo o los signos del maltrato son algunas de las que incluyo y con las que pretendo poner a disposición de la ciudadanía las herramientas necesarias que permitan enfrentarnos al machismo con posibilidades de éxito.

Por último, decir que en cada párrafo he intentado imprimir esperanza y optimismo, pues solo así conseguiremos derrotar a esta dichosa lacra.

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