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Sábado 16/11/2024
 

Matrícula de deshonor

Jóvenes sin sueños ni ilusiones

Es triste en estos tiempos que corren oír a jóvenes decir que no tienen sueños, que sus ilusiones están muy limitadas por las condiciones actuales del país

Publicado: 25/07/2023 ·
10:42
· Actualizado: 25/07/2023 · 10:42
  • Soñar. -
Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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Es triste en estos tiempos que corren oír a jóvenes decir que no tienen sueños, que sus ilusiones están muy limitadas por las condiciones actuales del país. Hablamos de soñar desde una perspectiva llena de aspiraciones, deseos, propósitos, desiderátum. Según Voltaire: “La ilusión es el primero de los placeres” y desde mi particular experiencia, la mayor motivación para seguir viviendo. Poco se puede hacer con personas que carecen de expectativas, que no tienen proyectos de vida, que se conforman con el día a día sin miras futuras.  

Soñar es imaginar una mejor versión de uno mismo y de sus circunstancias, es superar las adversidades de la vida y alejarse de aquello que no se desea y prepararse para lograr objetivos que se anhelan. Vivir sin ese valor fundamental es abocarse al más destructivo fracaso. La falta de ilusiones está muy relacionada con el conformismo, e incluso con la cobardía; ese miedo al fracaso, a perder lo poco o mucho que se tiene: “a verlas venir”.

Esta es la sociedad que estoy observando, llena de trabas tanto personales como sociales, carentes de visiones positivas que determinen el futuro. Una sociedad que disfraza su realidad, limitada y vacía de aspiraciones, sin voz, sin fuerza para ejercer su derecho, sin capacidad de lucha y excesivamente acomplejada, dejando que otros asuman el riesgo. Me resisto a pensar que el miedo, tras tantos años de lucha, siga condicionando tanto nuestras vidas y seamos capaces de sacrificar nuestro potencial por un pánico provocado a la par que consentido y tolerado. Jamás deberíamos dejar de soñar, que por supuesto implica trabajo y esfuerzo, y no desistir nunca. 

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