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'Altamira' "respeta bastante bien la historia" del descubrimiento de las pinturas, según un experto

"Con el descubrimiento de las pinturas lo que ocurre básicamente es que es un descubrimiento que se produce a destiempo y que, además, se produce en España", explica el historiador

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  • Banderas es el protagonista -

La película 'Altamira', estrenada este viernes, 1 de abril, y relata los acontecimientos en torno al descubrimiento de las pinturas rupestres de la cueva de Altamira, en Cantabria, "respeta bastante bien la historia y los acontecimientos que sucedieron", más allá de "alguna libertad" del guionista, según el historiador José Calvo, autor del ensayo histórico 'Altamira: Historia de una polémica' (Ed. Stella Maris) sobre las discusiones que sucedieron al hallazgo.

   "Luego, ya, la actividad del director y la actuación de Antonio Banderas me parecen buenos, pero yo no soy un cinéfilo. No me puedo pronunciar con solvencia sobre ello. A mí me ha gustado. El ambiente y los acontecimientos que se producen como consecuencia del descubrimiento de Altamira creo que están muy bien tratados", concluye el investigador.

   En su libro, publicado en septiembre de 2015, el investigador hace un repaso de las discusiones que tanto desde la ciencia como desde la religión se opusieron al descubrimiento, y las acusaciones al descubridor (gracias a su hija), Marcelino Sanz de Sautuola, y a su valedor científico, Juan Vilanova y Piera, de haber falsificado las pinturas.

   "Con el descubrimiento de las pinturas de Altamira (la cueva se conocía con anterioridad y Sanz de Sautuola había entrado con anterioridad) lo que ocurre básicamente es que es un descubrimiento que se produce a destiempo y que, además, se produce en España", explica el historiador.

UN CONCEPTO "PRIMITIVO" DE LA PREHISTORIA

   En relación a lo primero, el momento del descubrimiento, precisa que, para entonces, "quienes podrían haber defendido el carácter prehistórico de las pinturas tienen en ese momento un concepto del hombre prehistórico muy primitivo".

   "Para los evolucionistas, el hombre prehistórico debía ser un ser muy limitado, muy primitivo, con capacidades muy concretas y que, desde luego, no tendría la capacidad estética que se podía ver en lo que había aparecido en la cueva: en los bisontes, en los ciervos, en los caballos, etc. Por lo tanto, aquello tenía que ser una falsificación", señala.

   Del mismo modo, por parte de la "postura más conservadora" los detractores del descubrimiento "se aferraban al pie de la letra al relato bíblico" y creían que "la antigüedad de la humanidad apenas sería de 6.000 o 7.000 años". "Hablar de un hombre que es mucho más antiguo, unos 4.000 años antes de Jesucristo, era inconcebible para ellos", explica.

   Por ello, cuando Sanz de Sautuola y Vilanova y Piera trataron de defender el carácter prehistórico de las pinturas, "les llegaron los golpes tanto desde las posiciones más conservadoras como desde las posiciones más progresistas", según el historiador. Años más tarde, aparecerían muchas pinturas similares y se vio que "lo de Altamira no era un fraude".

NO SE LE CONCEDÍA VALOR A ESPAÑA

   En este sentido, sobre el hecho de que las cuevas estuvieran en España y no en otro lugar, Calvo considera que "si Altamira hubiese estado en una cueva en la vertiente pirenaica francesa, probablemente esto se hubiese planteado de otra manera", especialmente por parte de "los grandes prehistoriadores franceses del momento como Cartailhac" que "consideraron que aquello era un fraude porque no le concedían a España el valor para aportar una cosa tan importante como podía ser Altamira en aquel momento".

   "El propio Vilanova y Piera lo afirma con mucha contundencia en alguna de las reuniones de la Sociedad Española de Historia Natural, en la que viene a decir que si Altamira estuviese en Francia, la cosa se hubiese abordado de manera muy diferente", explica el historiador.

   El descrédito llevó a que "muy pronto se empezó a atacar y criticar a Sanz de Sautuola" que nunca vio el reconocimiento de su hallazgo, por producirse este cuando ya llevaba 14 años muerto. Cuando murió, la escuela que se publicó en los periódicos cántabros aparecen todos los elementos que dan el perfil de su biografía, pero ni la más mínima referencia a Altamira".

   "Entonces no se dijo nada porque era poco menos que un oprobio --explica--. Vilanova y Piera murió desacreditado en los foros internacionales en los que había defendido el descubrimiento y Sanz de Sautuola, casi como un falsario, como un individuo que había pintado aquello y quería hacerlo pasar como obra prehistórica".

   Por eso, cree que su libro y la película que se estrena este viernes son "una aportación más" sobre "la polémica en el ambiente intelectual" que surgió en relación con el descubrimiento de las pinturas y la concepción de la prehistoria.

   Sin embargo, ambos también son "un intento de rendirle un homenaje a un hombre que, siendo un aficionado, al fin y al cabo descubre uno de los elementos más importantes para acercarnos a la prehistoria a nivel mundial".

   "Suele ocurrir que le tenemos poco reconocimiento a nuestra gente en general, y creo que con eso tenemos que ir acabando un poco", ha expresado.

¿ABRIR O NO ABRIR LA CUEVA A LAS VISITAS?

   Para el historiador, la decisión de abrir la cueva a las visitas es una visión "cortoplacista" y ha hecho hincapié en que durante los años de visitas "incontroladas" se ha producido "un deterioro importante" de las pinturas.

   "Las pinturas se han conservado durante miles de años porque el clima de la cueva se ha mantenido en unas condiciones determinadas. Si la presencia continuada de seres humanos perjudica el estado de las pinturas, no me cabe la menor duda de que hay que limitar la entrada a visitas muy concretas y muy específicas", ha recordado.

   Además, señala que, con la "neocueva" que reproduce las pinturas "con la calidad y la tecnología" disponibles en la actualidad, "cualquier visitante puede ver no ya algo parecido, sino prácticamente lo mismo que puede ver en la cueva original sabiendo que ve una copia". "Yo creo que la idea de la originalidad puede interesarle a investigadores, a especialistas y a personas muy concretas. Basta con que tengamos la posibilidad de provocar un daño y que puedan desaparecer para que me parezca una barbaridad mantenerlas abiertas", ha manifestado.

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