Mi Darth Vader particular ya está aquí. Permítanme la licencia de llamar a Bertrand Piccard de esta forma pero llevo desde que partió de Nueva York con el Solar Impulse 2 conectada a su viaje a través de la web del proyecto y, créanme cuando les digo que el hilo musical de estos días ha sido la respiración a través de la máscara del aventurero, interrumpida por constantes charlas con el centro de control de Mónaco, con entrevistas con varios de los patrocinadores del programa y con alguna que otra desconexión que, sinceramente, a mí me ha dado la impresión de que han solucionado con bastante solvencia. De hecho, me considero una enganchada al proyecto y pienso estar atenta a ese hito que es dar la vuelta al mundo, de Abu Dabi a Abu Dabi, volando y sin consumir ni una sola gota de combustible fósil. Si Julio Verne levantara la cabeza…
Pero no hace falta que la levante. El mundo tiene muchos Phileas Fogg que dejan patente que hay muchos límites que el hombre puede superar y que, si se lo propone, termina superándolos. Piccard podrá explicar ya en tierra firme, en el aeropuerto de San Pablo, en Sevilla, bajo el sol que alimenta su avión, que partieron de Nueva York condicionados por una tormenta en el Atlántico; que desviaron un poco el rumbo hacia el norte para sortearla y que posteriormente recuperaron su ruta originaria; que se ha pasado tres días turnando sol con estrellas; que su trayectoria ha sido prácticamente la marcada en el simulador; que antes de llegar a las Azores hubo algunas turbulencias e incluso desconexión entre base y aeronave; que el buen tiempo ha sido la tónica dominante y que desde el cielo ha podido divisar cómo los grandes petroleros surcaban las aguas atlánticas como muestra de que los combustibles fósiles siguen dominando nuestro mundo… Aunque ellos tengan puestas sus esperanzas en las energías limpias y vuelquen todos sus esfuerzos en demostrar, además, que es posible… ¿Rentable? Que se lo pregunten a las autoridades españolas y europeas que dejaron en la estacada la apuesta por las energías renovables… A muchos de los europeos y de los españoles nunca nos preguntaron por cuál de ellas apostábamos.
A Bertrand Piccard -e imagino que habrá sido igual con André Borschberg, el otro piloto de esta extraña, insólita y apasionante aventura- lo he visto comer, dormir y casi salirse de la cabina del avión para mirar hacia abajo, entre cables y cables, con mascarilla y sin gafas, mientras saltaban las imágenes de los paneles solares a la cámara que enfocaba el cielo y de ésta a la del interior; mientras en el centro de control iban y venían sus compañeros, entre paneles e informes de iban y venían, y entre entrevistas y vídeos… Casi cuatro días pegados a los monitores, al móvil… mientras el equipo de tierra desmontaba en Nueva York el hangar móvil y se lo llevaban a Sevilla, para recibirlo como lo que es: un avioncito muy especial.
Para los que todavía soñamos y creemos en la energía solar como la verdadera fuente sin fin de energías de este planeta, ver el Solar Impulse 2 cruzando el Atlántico ha sido una satisfacción… aunque hayan tenido que traer el resto del equipo en un avión convencional y usando combustible fósil. Pero ya se sabe, nadie es perfecto y siempre hay un pequeño lado oscuro en todas las cosas.
Para seguirlo en vivo
www.solarimpulse.com