Ofrecer una vivienda, un hogar seguro, a las personas que viven en la calle es el primer paso que permite recuperar sus vidas. Finlandia apostó por ello en la década de los 80 y ahora puede presumir de ser el país europeo más cerca de erradicar el sinhogarismo. ¿Puede España también conseguirlo?
Si en 1985 había casi 20.000 personas sin hogar en Finlandia, ahora apenas quedan cuatro mil.
En España, desde hace una década se cifra en 33.000 las personas en situación de sinhogarismo, aunque se trata de una estimación de un fenómeno difícil de cuantificar, que va en aumento y que algunas entidades sociales elevan a más de 40.000.
¿Cuál es la fórmula finlandesa? Sustituir los albergues y centros temporales por viviendas. Todas las políticas de atención a las personas sin hogar parten del supuesto de que la primera medida de apoyo debe ser la provisión de vivienda. En régimen de alquiler asequible o con distintas fórmulas, pero ofrecer una vivienda es siempre la máxima prioridad.
Lo explica en una entrevista con EFE Juha Kahila, director de asuntos internacionales en Y–Foundation, una de las principales organizaciones que llevan a cabo estos programas, basados en el método Housing First ("La vivienda lo primero"), que consiste en facilitar un lugar estable con apoyo profesional para que las personas recuperen su vida.
VIVIENDA PARA QUIEN LO NECESITE, SIN REQUISITOS
"La clave ha sido deshacerse de los albergues temporales y renovarlos por viviendas en las que las personas pueden vivir sin limitación de tiempo, con un programa de apoyo en esa transición", detalla Kahila. "Para que esta herramienta tenga éxito es necesario una voluntad política clara de apoyar este nuevo enfoque, con el que Finlandia quiere acabar definitivamente con el sinhogarismo en 2027", añade.
Una vivienda no es una recompensa que recibe una persona sin hogar, sino la base sobre la cual se reconstruye el resto de la vida. Cuando alguien tiene un techo seguro, es más fácil resolver los otros problemas -como adicciones o problemas de salud mental-, resume la filosofía de esta entidad, que recoge como un derecho básico tener un lugar para vivir.
"Los beneficiarios pueden pagar la renta del nuevo hogar con parte de la ayuda económica que reciben del Estado", indica el responsable de la fundación. "Nos dedicamos a comprar o construir edificios enteros para luego alquilar las viviendas a precios asequibles; somos una organización que trabajamos en colaboración con las entidades públicas".
Cualquier persona en situación de sinhogarismo puede acceder a estos programas. "No se exigen requisitos, se ofrece el apoyo que necesitan y durante el tiempo que precisen; tampoco se pide un compromiso de dejar las adicciones. En Finlandia hemos visto que de esta forma tiene más posibilidades de acabar rehabilitándose, no siempre es rápido, pero conseguir una vivienda les ayuda".
Argumenta que el sistema no es más costoso que mantener la tradicional atención a las personas sin hogar en centros temporales, que conlleva en muchos casos elevados gastos sanitarios y de servicios sociales durante años. "En un primer momento sí hay más gasto, pero a largo plazo se ahorra mucho dinero respecto al sistema de albergues".
La sociedad finlandesa ve bien estas políticas que suscitan pocas críticas, explica. "Finlandia en la Segunda Guerra Mundial perdió mucho territorio a favor de Rusia y 400.000 personas que vivían en esas áreas tuvieron que regresar y ser alojadas. Así, que creo que hay en la sociedad esa mentalidad clara de que todo el mundo merece un hogar".
ESPAÑA HA EMPEZADO EN OCHO CIUDADES
Ocho ciudades españolas van a comenzar a ofrecer viviendas, en lugar de albergues, a personas que viven en la calle. Durante los próximos tres años, Avilés, Barcelona, Cartagena, Gijón, Madrid, Palma de Mallorca, Murcia y Sevilla van a desarrollar los proyectos "Derechos a la vivienda" y "H4y futuro", financiados con fondos de la UE.
Las iniciativas han sido presentadas esta semana en unas jornadas celebradas en el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, a las que han asistido responsables del Gobierno, comunidades y entidades locales interesados en ponerlas en marcha.
Juha Kahila ha expuesto en este foro las claves del modelo finlandés. Considera que se puede adaptar también en España esta metodología que ya han puesto en marcha entidades sociales como Provivienda y Hogar Sí desde 2017 y que ya han beneficiado a varios cientos de personas que vivían en la calle. Como María, para la que tener una vivienda "es como un paraíso", según sus propias palabras.
"Por lo que he escuchado en esta jornada, España está en el camino correcto. Hay intención política de acabar con el sinhogarismo y también hay colaboración entre administraciones; ese clima político puede impulsar políticas para poner fin a estas situaciones".
Acaba con una sugerencia: "Hay que contar con las personas que pasaron por esta situación, dejarles que participen y aporten para que tengan éxito los programas. Tienen mucho conocimiento que nosotros no tenemos".
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¿Cómo ha conseguido Finlandia casi erradicar el sinhogarismo?
Ofrecer una vivienda, un hogar seguro, a las personas que viven en la calle es el primer paso que permite recuperar sus vidas
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