El líder del Partido de los Trabajadores (PT), que ya gobernó entre 2003 y 2010, volverá a ocupar la Presidencia de un Brasil extremadamente dividido
"¡Lula volvió!", "¡Lula volvió!". El grito resonó con fuerza entre la marea roja que celebró su victoria en Sao Paulo. Doce años después de entregar la banda presidencial, el "hijo de Brasil" regresó hoy a los brazos del pueblo como presidente electo de un país completamente polarizado.
Lula dejó atrás el cansancio acumulado en la "campaña más difícil" de su vida y mostró la garra del animal político que consiguió resucitar entre sus cenizas tan solo cuatro años después de haber sido impedido de participar en las elecciones y pasar 580 días en prisión por una condena de corrupción posteriormente anulada.
"Casi fui enterrado vivo en este país. Considero el momento que estoy viviendo casi una resurrección. Pensaban que me habían matado, pensaban que habían acabado con mi vida política, me destruyeron contando mentiras sobre mí y gracias a Dios estoy firme y fuerte y amando otra vez", afirmó Lula casi sin voz, junto a su esposa, Rosângela "Janja" Silva, y rodeada de sus más fieles escuderos.
Embriagado por la emoción, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) se dio un baño de masas ante la multitud que este domingo ocupó la céntrica Avenida Paulista de Sao Paulo para festejar su ajustada victoria.
A ritmo de batucadas, coros pegadizos y fuegos artificiales, miles de personas, entre ellas familias con niños y jóvenes, anticiparon el carnaval tras el fin del recuento de la votación más reñida de la historia de Brasil.
Lula obtuvo un 50,9 % de los sufragios, menos de dos puntos porcentuales por encima del líder de la ultraderecha brasileña, quien guardó silencio tras el triunfo del dirigente del PT.
Entre la multitud, Ozzy Silva celebró al borde del llanto el regreso de Lula al poder. "Negro, de favela y LGBT", Silva es cría de las políticas sociales del Gobierno de Lula.
De familia pobre y beneficiario del programa de subsidios Bolsa Familia, consiguió formarse en ingeniería civil gracias al Prouni, un programa de becas universitarias creado durante la gestión de Lula, quien hoy prometió más cultura, educación y democracia en contrapunto a Bolsonaro.
"Soy de la periferia. Mi familia vino de abajo. Si soy ingeniero, es por el Prouni. No voté solo por mí, voto por los que vienen detrás de mí", afirmó Silva en una entrevista a EFE con los ojos humedecidos minutos después de conocerse el resultado electoral.
Jair Georgete, de 64 años, también recuerda con nostalgia los tiempos de Lula, quien gobernó Brasil entre 2003 y 2010 y tomará el testigo de Bolsonaro el 1 de enero.
"La vuelta de Lula supone el rescate de la ciudadanía, de la democracia, la visibilidad de Brasil en el contexto mundial, la mejora de la condición de vida de las personas más pobres, la protección de la Amazonía", señaló.
En medio de la marea roja, Georgete vistió una camiseta de la selección brasileña con los colores verde y amarillo de Brasil, la cual se ha apropiado el bolsonarismo en los últimos años.
"El objetivo es rescatar nuestra identidad. Es la camiseta de Brasil, Bolsonaro se la apropió, pero esa camisa es nuestra", recalcó.