“La zarpa” fue una “Historia para no dormir” de Chicho Ibáñez Serrador sobre un matrimonio que se encuentra una pata de mono prodigiosa a la que le podían pedir tres deseos. Como eran avariciosos (aun siendo pobres), pidieron tener bastante dinero, el cual les llegó como indemnización de la compañía de seguros por la muerte de su hijo en accidente de trabajo. A la par se quedaron horrorizados pero con su primer deseo cumplido. Con dinero pero sin hijo, el segundo deseo fue que volviera este a la vida. Y volvió hecho un zombi. Rápidamente pidieron el tercer deseo, que volviera a la tumba. Y así se quedaron con su ambición colmada de dinero pero sin su hijo.
Este cuento macabro basado en otro de W. W. Jacobs viene a reflejar lo que pasa en la sociedad de hoy,
cómo la gente que busca dinero de las indemnizaciones y de otras situaciones araneras terminan satisfaciendo su propio apetito aunque a veces no como imaginaron.
Ofú que arte es la expresión de cómo una persona despista a la Justicia para beneficiarse de algo que no le corresponde según ley. Ofú qué arte, se dice del tío que se ha llevado una prestación social por Incapacidad cuando en verdad no se la merece porque puede trabajar como se demuestra una vez que le colocan el cartel de “inválido” y sigue haciendo chapús para ganar más dinero además de la pensión vitalicia. Ofú qué arte. El arte, que puede servir para grandes cosas, termina siendo un arma de la sinvergonzonería más ruin. Durante muchos años hemos jugado los gaditanos (y otros también, vale, pero ahora me importa la gente de aquí) a ver cómo engaño para vivir del cuento. Tanto y tan bien lo hemos hecho que nos hemos quedado sin trabajo ni para nosotros ni para nuestros hijos. A base de fomentar el no trabajar, hemos conseguido que esto diera sus frutos y ahora ya no hay trabajo.
Como aquel matrimonio que no supo desear lo mejor se encuentra el hombre de hoy deseando cosas torcidas que le llevan al deterioro personal y familiar ¿Cómo te quedas? El arte del ofú.