Se llama Didi Hollywood, pero podría llamarse “lo que hay que tragar para llegar a ser una estrella” o “la cara fea del glamour”: es la última película de Bigas Luna, en la que el cineasta reflexiona sobre las mujeres y el éxito, y desvela una cara poco conocida pero real de la meca del cine.

Elsa Pataky protagoniza esta fábula de reparto internacional en la que Diana Díaz, camarera de discoteca y aspirante a actriz, se marcha a Estados Unidos a cumplir su sueño y tras pasar penurias en el mercado latino de Miami, llega a estrella de Hollywood, aunque para ello pague tributo “en especie”.

Para Bigas Luna, la española era la elección “perfecta, porque está viviendo lo que estamos contando”: una actriz española que trata de abrirse camino en la industria americana.

Sin embargo –cuenta el cineasta en una entrevista con Efe– a Pataky le aterraba que el público llegara a creer que las escenas de la película en las que Didi se prostituye son autobiográficas: “Ha tenido mucho miedo de que el público pensara que estaba contando su vida”.

Lo cierto es que para tejer esta historia Bigas Luna sí que ha picoteado de aquí y de allá en las biografías de latinas que han triunfado en Hollywood, desde Sara Montiel a Carmen Sevilla o Rita Hayworth, pasando por “las mismas Penélope (Cruz) o Elsa”.

Vidas en las que “curiosamente muchos aspectos se repiten”, como la figura del técnico del mundo del cine que las introduce en ese ambiente, o el romance “con un actor muy famoso”.

Pataky, sin embargo, repitió ayer hasta la saciedad en la presentación de la película que “es un personaje ficticio
creado por Bigas”, aunque la historia se base en los anhelos de todas las actrices.

“Hay pequeños detalles como los momentos en que estás a punto de tirar la toalla o la ilusión de verte por primera vez en pantalla”, pero aparte de eso, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, ha insistido.
Didi Hollywood retrata un submundo despiadado, con drogas, mentiras y mucho sexo que, según Bigas Luna, es tan real como el Hollywood “políticamente correcto” que nos venden.