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Lunes 18/11/2024
 
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Punta Umbría

Ainhoa Arteta: El público del rock es muchísimo más purista que el clásico

La soprano Ainhoa Arteta editó hace cuatro meses "Don't give up", su segundo álbum de aproximación al pop-rock.

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  • Ainhoa Arteta y Roger Vignoles -
 La soprano Ainhoa Arteta editó hace cuatro meses "Don't give up", su segundo álbum de aproximación al pop-rock, aplaudido por muchos, pero con el que también cosechó críticas feroces de los fans del género. De ello ha extraído la conclusión de que ese público es "muchísimo más purista" que el clásico.

Arteta (Tolosa, 1964), en una entrevista a Efe con motivo de su regreso a San Sebastián, comenta ese recibimiento "visceral" que ha tenido entre algunos seguidores del rock su incursión en los terrenos de Nirvana, Gun's and Roses, Peter Gabriel o U2.

Asegura que no se toma en serio las reacciones de esas personas, que proliferan sobre todo en internet y que le reprochan, por ejemplo, haber "asesinado" a Kurt Cobain. Dice que se ha implicado en ese álbum "por divertimento" y "por una cuestión pura y dura de mercado", en un momento en que las discográficas clásicas "no graban apenas".

"No he hecho más que versionear, no he cogido un 'kalashnikov' y he empezado a disparar en un teatro a todos los que venían a escucharlo. La versión de su ídolo la van a tener igual aunque yo haya hecho la mía, lo máximo que pueden hacer es no ponerla", afirma.

"Me he reído muchísimo. Creí que iba a tener la crítica del público clásico, porque es mucho más exigente en ese sentido, pero me he dado cuenta de que el público del rock y del pop es todavía muchísimo más purista", ironiza.

La cantante vasca decidió "parar" hace diez años y "reestructurar" lo que había estado haciendo en esa primera década de su carrera. Fue un paso "imprescindible" para definir su "repertorio y vocalidad".

"Es lo que ha hecho que estos últimos diez años esté cantando cosas adecuadas a mi voz, que mi voz evolucione, crezca y que yo cada día esté más cómoda con el repertorio y en el escenario. El balance es positivo", asegura.

Los "donizettis", "bellinis" y "rossinis" tan abundantes en su etapa anterior han hecho hueco a compositores "un poquito más densos", a piezas de Puccini, de un temprano Verdi e incluso de Strauss, del que está interpretando "lieder" que al principio de su carrera "no hubiera imaginado".

"La experimentación es seguir la evolución que me dicta mi instrumento. Todos los proyectos próximos son cosas que se han ido meditando según el desarrollo de la voz. El 'Eugene Oneguin' de Tchaikovsky, la Amelia de 'Simon Boccanegra', la Elisabetta de 'Don Carlo' y el 'Tríptico' de Puccini me van a tomar tres o cuatro años de estudio apasionante", explica.

Arteta combinará la ópera con los recitales, acompañada en muchos de ellos, como ocurrió ayer en San Sebastián, por el pianista británico Roger Vignoles, con quien trabaja "muy a gusto", un "auténtico maestro" que la ha introducido en los caminos del repertorio "liederista" alemán.

Seguirá sin pisar el Teatro Real de Madrid, lo que al principio le quitó el sueño "pero ya no", una circunstancia que atribuye a "intereses" ajenos a la lírica, a "cosas que es mejor que ni el intérprete ni el público las sepa porque restaría cantidad de encanto a lo bello que es la música".

"Esa es la parte más ingrata. Espero que algún día esto se solucione", señala la soprano, que ha cantado en auditorios como el Metropolitan Opera House de Nueva York, la Scala de Milán, el Covent Garden de Londres, la Opera de Amsterdam y la Opera de Bonn.

Ainhoa Arteta sigue "lanzando ideas" para que la música no sufra un retroceso en España a causa de la crisis económica tras "veinticinco años de evolución".

"El público y la infraestructura musical han crecido muchísimo. Desde luego, hay que llegar a una nueva Ley de Mecenazgo, rápido, antes de que sea demasiado tarde. Ayudaría muchísimo", destaca la cantante, que también pide cambios "en la manera de fiscalizar los teatros".

"No tiene mucha lógica", en su opinión, que la carga fiscal de los teatros sea del 18 por ciento y los libros paguen un 4 por ciento de IVA. "Eso perjudica muchísimo a la programación", recalca.

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