Francisco Umbral. Obra Poética (1981-2001) es el título del libro que sale esta semana a la calle, publicado por Seix Barral, y que ha editado Miguel García-Posada.
Así, casi dos años después de la muerte del Premio Cervantes, falleció el 28 de agosto de 2007, y tras el libro póstumo dedicado a María España Carta a mi mujer (Planeta) aparece ahora el Umbral más desconocido.
“Que la prosa de Umbral no se entienda sin la poesía no es nuevo, pero aquí aparece el más íntimo y desconocido, porque no hay que olvidar que estos poemas son como un diario, escritos y fechados día por día, en los que va vertiendo las preocupaciones que vienen de dentro y las que vienen de fuera. No hay nada inventado”, explica Posada.
Y es que tras la muerte del autor de Mortal y rosa aparecieron más de trescientos poemas distribuidos en carpetas, en su mayoría “mecanoescritos”, algunos de ellos también escritos a mano, corregidos con la letra de María España y datados entre 2000 y 2001. Con un contenido que casi siempre estaba basado en la actualidad.
De estos 300 poemas, García-Posada y María España seleccionaron 126, y a ellos le sumaron el único poemario que el gran prosista y maestro de la metáfora escribió en su vida Crímenes y baladas, publicado en 1981.
Algunos poemas de este libro Umbral los plasmó en Mortal y rosa, considerado por algunos críticos como una de las obras más importantes del siglo XX.
Atento siempre a la realidad, con un ojo, como su pluma afilada, amarga y dulce a la vez, los poemas de este libro subliman una realidad metamorfoseada y filtrada por un deseo de elevación de lo cotidiano, inmortalizando el presente.
“Umbral amaba profundamente la poesía. Leyó poesía toda su vida. Lo leyó todo, y tenía un respeto máximo por este género. No quiso publicar más después de Crímenes y baladas, un libro irregular que tiene cosas muy buenas y otras malas, por respeto. Tenía la conciencia de que el instrumento que la vida le dio para ganarse la vida fue la prosa, y en eso él sabía que era el mejor”, precisa el editor.
Y si en prosa fue Marcel Proust, por encima de todos, quien alentaba al Premio Cervantes, en poesía sin duda fue Juan Ramón Jiménez a quien más admiró.
“Yo creo que amaba a Juan Ramón por lo que tenía éste de fidelidad y de permanencia en la poesía, de lealtad al hecho poético”, argumenta García-Posada.