Hoy quiero hablar de un término que cuando se mantiene y se lleva por bandera resulta ser hermoso y dignificante para quien lo desarrolla. Per qué complicado es en ocasiones poder mantenerse ante las andanadas vitales del día a día. La lealtad está sometida a continúas tentaciones, que mancillan el contenido de su razón de ser, presumiendo de la propia y recriminando a quien no es capaz de mantenerla, aunque cuando nos ponen a prueba a nosotros mismos, somos incapaces de mirar el reflejo de nuestras actitudes y no nos damos cuenta que hemos terminado por sumergirnos en el océano de la decepción.
La lealtad de la pareja es aquella que se encuentra sometida al mayor escaparate. Algunos presumen de esa lealtad paseando con su media naranja cogidos de la mano, subiendo fotos a las redes sociales, o, simplemente, luciendo una alianza en el dedo que, en numerosas ocasiones, acaban desenroscando del índice por unas horas, para soñar con una relación idílica basada sólo en los momentos placenteros de la carne, para volver luego la ficticia lealtad del cotidiano día a día, con la pareja oficial.
Si hablamos de la amistad, esa lealtad es más flexible, pues va y viene, pero cuando es real ese efecto boomerang al menos es tolerable gracias al comodín de la sinceridad. Aunque a veces la amistad está condicionada por una necesidad, o beneficio de cualquier otra situación, en concreto yo mismo he podido ver en mi algo más de medio siglo como mi amistad se diluía como un azucarillo en un vaso de agua dependiendo de si podrían sacar beneficio de la amistad de quien mandaba o del puesto de influencia en algún colectivo relevante.
Es duro ver como uno deja de ser referencia sin saber el motivo, y te genera las dudas hacia quien llega nuevo en tu vida, porque no sabes si vendrá a lo mismo o realmente es esa amistad que aparentemente parece ser. Por eso es bueno no pavonearse de la buena relación que se tenga con determinadas personas, porque puedes encontrarte con amigos desleales.
Finalmente quiero hablar de la lealtad más importante y relevante de todas, la que una persona debe profesarse a sí misma. Creo que el rencor y el odio, no son términos que deban permanecer en el ser humano mucho tiempo, porque te corroe las entrañas y te imposibilita encontrar la felicidad que todos deberíamos tener, pero si soy de esos que perdonan y no olvidan, no por la afrenta que haya recibido sino por la lealtad a mi propio ser, y el entorno de personas que un día me protegieron y me dieron el apoyo ante la decepción del amigo, el insulto del compañero o la deslealtad de la pareja.
No puedo permitirme el lujo de volver abrir la amistad a quien no la quiso y tender la mano a quien me la golpeó, porque, aunque haya olvidado el dolor, no lo olvidaron quien estuvieron conmigo dándome le apoyo necesario para recomponer las piezas que descompuso la otra persona.
La lealtad, es complicada de mantener, pero cuando se consigue ser fiel a ella, te hace ser mejor persona, más seguro y más íntegro.
Yo creo ser un hombre leal, aunque, a veces, pueda caer en la duda o incluso errar en una acción puntual, pero por lo general creo que el significado de lealtad es uno de los motores de mi vida, y eso hace que cada día presuma de la mayoría de los amigos que tengo, esos amigos de verdad y no de momentos o conveniencia. Cuando tuve pareja también fui leal y por eso hoy sigo presumiendo de la lealtad que tengo a mi propia persona, espero que los arreones a los que la vida nos somete, nunca me hagan perder la objetividad de saber qué hacer para mantener la lealtad en mí día a día.