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Lunes 18/11/2024
 
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Ronda

“En términos de gestión del patrimonio somos un ejemplo a seguir"

Ignacio Herrera, cara pública y director de la Real Maestranza de Caballería, es el siguiente entrevistado en Conversaciones en la Nube.

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  • Herrera en la plaza de toros de Ronda -

Le supongo al tanto del concepto tan contrario que tengo de esta santa casa –digo, mientras tomo asiento en los medios de la biblioteca primigenia, impecable y de catalogación perfecta.
— Algo leí. Aunque la distancia no debería impedirnos hablar.

Y aún así ha consentido en una entrevista que no tenía la menor obligación de conceder… 
— ¿Y por qué no habría de hacerlo? Despejar dudas sobre la Maestranza es parte de mi trabajo. Lo que me gustaría saber es el porqué de su interés por conocernos…  Ahora.

Forman parte de la historia de Ronda, y este ciclo de entrevistas quedaría incompleto sin ustedes.
— Visto así, creo que todo lo que sea abrirnos a la ciudadanía será positivo.
Y tiene don Ignacio la mirada incisiva y el trato suave del hombre leído y muy “viajado”; en el modo de apretar la mano se descubre a alguien muy seguro de sus responsabilidades. Me hablaron de él, pero nunca habíamos cruzado palabra. A medida que avanzaba la conversación, iba descubriendo la inteligencia viva de un hábil dosificador de silencios, como si el protocolo maestrante se hubiera adueñado y definiera su personalidad llana y, al tiempo, refinada. No me sorprende su empeño en dirigir la conversación hacia terrenos que le sean propicios. Tampoco importa.

El oro dio paso al bitcoin. Una leve bajada de Apple hace temblar a las bolsas. Y un plebeyo como Trump anda al frente del Imperio. En ese contexto, ¿qué es la Maestranza de Caballería de Ronda?
— Antes de responder hay que hablar, si me permite, de cómo nace la Maestranza, pues no se puede olvidar que es una orden militar vinculada en sus orígenes a la necesidad de mantener un regimiento de caballería que defienda la costa. Felipe II otorga el favor a la nobleza local, pero también exige que pongan sus recursos a disposición de un bien general como es la defensa del territorio. Así que nació con voluntad de servicio y servir sigue siendo su razón de ser.

¿Y no es un mundo de locos que fuese un ayuntamiento de izquierdas el que declarase “ejemplar y ejemplarizante” a una institución tan elitista como esta?
— No tengo la menor duda de que cuando el Ayuntamiento adoptó esa decisión, lo hizo porque le constaba que la Maestranza lo que hace siempre lo hace en aras del interés general, y solo por eso. Somos una entidad cultural sin ánimo de lucro y cumplimos las normas que nos marca el Estado. Además, esa pregunta debería trasladarla a quienes conceden la distinción... Nuestro deseo siempre fue aportar y de ahí, tal vez, lo de ejemplar y ejemplarizante. Creo que en términos de gestión del patrimonio somos un ejemplo a seguir, y nuestras puertas permanecen abiertas a la inteligencia. No somos políticos de partido, no hacemos política, somos independientes y esa es la grandeza de la institución.

Todavía no me ha dicho qué aportan.
— Quiero creer que la principal aportación es la conservación de un patrimonio histórico y artístico en el que destaca un monumento tan singular como la Plaza de Toros, Bien de Interés Cultural desde 1993; un monumento que debe ser mantenido en perfecto estado. Y ahí haré un inciso para recordar que se dedicaron cerca de mil millones de pesetas a la consolidación del edificio tal como ahora lo ven quienes nos visitan. Algo que, lógicamente, tiene una repercusión directa en el turismo y en la cultura.

La plaza y la parte museística que acoge son en sí mismas un motor económico para la ciudad.
De 1785 hasta que en 1993 se declara BIC.

— Desde sus orígenes hasta hoy ha transcurrido un periodo de tiempo lo suficientemente largo como para que, no pocas veces, se olvide lo mucho que supuso esta plaza en el impulso urbano de Ronda.

No acabo de entender adónde quiere llegar.
— Lo que trato de explicar es la relación tan directa que une a esta plaza de la Real Maestranza con el crecimiento de la ciudad.

Y es así como don Ignacio, paciente y conocedor de los terrenos que pisa, me recuerda que la plaza de toros solo se puede interpretar de modo integral cuando se estudia desde una perspectiva que englobe la historia de la ciudad. Y añade:
— La Real Feria de mayo, que data de 1509, propicia un aumento considerable de la población y la celebración de las fiestas que acompañan a este tipo de ferias. En la plaza del actual Ayuntamiento tenían lugar los alardes de los caballeros maestrantes y los festejos taurinos. No hay más que fijarse en las balconadas de Santa María, que inspirarán la doble arquería de la plaza, con sus reservados para el clero, la nobleza local y el cabildo. Hay documentación del XVII que avala la tesis de que los munícipes de entonces, como consecuencia de la importancia que adquiere la feria de mayo, acaban planteándose el señalamiento de un lugar en el Mercadillo para la construcción de una plaza, lo cual exigía levantar un puente… Pero este ensanche, que obedece a razones económicas y a la visión modernizadora de la Ilustración, surgió en el seno de un cabildo que buscaba sacar los toros de la ciudad.

Preguntaba por el cómo llega la plaza a manos de los maestrantes.
— Mejor de la Maestranza…, que es la que solicita permiso al Consejo de Castilla para organizar festejos y poder realizar ejercicios ecuestres de carácter militar. Y aquí está la respuesta a tu pregunta: el cabildo es el que dona los terrenos para tales fines, siempre que los maestrantes asuman la construcción de una plaza de toros, como ellos quieran o estimen conveniente.

¿Existe documentación que avale esa dación de terrenos?
— Claro que existe, como existen actas notariales que dan fe de que el terreno fue regalado a la Real Maestranza con la única condición de levantar una plaza para los fines señalados.

Hablemos de la relación de la Maestranza con la actual concesionaria de la plaza.
— La empresa de Francisco Rivera tiene suscrito un contrato para celebrar festejos taurinos.

¿Únicamente?
— Solo para eso. No hay subarriendo posible. Pero hay que recordar que la plaza de toros está descatalogada desde hace cinco o seis años, pues como BIC no puede acoger festejos taurinos a menos que tenga un plan de habilitación como el nuestro.

No sé usted, pero yo tengo la sensación de que la Maestranza podría sacar mayor rentabilidad cultural a un espacio tan singular, tan bello y tan apropiado para acontecimientos de nivel.
— Todo es mejorable, aunque te consta que hemos traído espectáculos de resonancia mundial. Como decía, la Maestranza ha delegado en régimen de arriendo la celebración de los festejos taurinos, mientras que la responsabilidad de organizar eventos culturales como son las óperas o los conciertos es algo de nuestra competencia exclusiva. Por cierto, que no sueles asistir...

Como usted sabe, entre esta casa y yo hay ciertas diferencias.
— Que confío se superen.

Fue así que me quedé sin disfrutar de Barenboim… Diga lo que primero estime.
— Como gusta recordar el rey Juan Carlos, la Maestranza tiene obligaciones. Y entre estas está gestionar y velar por el patrimonio cultural, material y documental relativo a la propia Maestranza, pero que también incluye, ni que decir, la historia de Ronda.

¿Es tan importante ese legado cultural como para justificar la pervivencia de lo que algunos consideramos un anacronismo?
— Sinceramente, no creo que seamos un anacronismo, sino más bien una especie de remanente histórico con valores que queremos que pasen a las generaciones venideras, pero sin clasismos trasnochados, integrados en la contemporaneidad y desde el respeto a la Ley de Patrimonio, sometidos a la inteligencia y a las elites culturales… Respecto al valor del legado, ciertamente es incalculable. Pero no me voy a remontar a los fondos más antiguos. Te hablaré de algo tan cercano como el archivo fotográfico de Cuso, una joya local… Lo adquirimos  porque es historia y merece conservarse. A partir de ahora será nuestra responsabilidad, como lo son también, y en la misma medida, los documentos que poseemos del siglo XIV por cesión de familias maestrantes… Como ves esta casa rezuma Ilustración por todas partes.

¡Touché con el archivo de Cuso! No lo sabía.
— Es lo que tiene no preguntar…

Lo dejamos ahí. ¿El documento más antiguo…?
— Tal vez una ejecutoria de nobleza de Fernando el Católico, aunque custodiamos varios de 1390, en catalán, y otros muchos igual de singulares. Lo más importante es que nos han llegado casi todos en régimen de comodato, pues aquí se custodian, se restauran y conservan con la garantía que ofrecen unos profesionales magníficos y la tecnología más avanzada. Pero eso no es lo más importante. Tal vez la ejemplaridad de la Maestranza radique justamente en que todo lo que tenemos está a disposición de los investigadores. Sin reservas. El estudioso que llega hasta nosotros sabe que lo que tengamos sobre este territorio, sobre la ciudad, las familias y las elites, la propia Maestranza… Todo está a su disposición. Y si no lo tenemos, le indicamos los pasos a dar.

En estas entrevistas siempre me intereso por las personas que hay en nómina. ¿Cuántos trabajan ahora mismo en la Maestranza?
— El número fluctúa a lo largo del año. A ver… En la entrada a la plaza, cuatro personas; en mantenimiento tres o cuatro, dependiendo de la carga de trabajo; en el área de Cultura están el director del Archivo, el director de la Biblioteca, en el Servicio de Catalogación cuatro o cinco… Puestos de altísima cualificación que exigen una formación excelente dada la exclusividad de los materiales en los que se trabaja.

Ya que tocamos la formación, hábleme de la suya.
— Hice Ciencias de la Imagen y Sonido, también Dirección Escénica, y Lengua y Literatura italiana, y otras, aunque si de algo guardo un recuerdo grato es de una especie de máster que cursé bajo dirección de Borau. Después vino mi incorporación al Instituto Cervantes.

No está mal. Con semejante bagaje, ¿desmiente que la Cultura no crea riqueza?
— Totalmente. La Cultura, aunque costosa, supone un soporte fundamental en la economía de los pueblos. En nuestro caso, no solo cuentan las personas en nómina, sino que habría que valorar también lo que aportan quienes se acercan hasta la Maestranza por un motivo u otro, porque eso repercute directamente en Ronda. Mira, sin ir más lejos, para dar al archivo de Cuso la dignidad que merece hemos tenido durante cuatro años a un técnico dedicado en exclusiva. Y la verdad es que el resultado merece la pena. Y es que se trata de un legado de lo más sugestivo. Pero sigo. Luego en administración somos cuatro: el director de Programas, el director administrativo, el director adjunto y dos secretarias. En total, veintidós en nómina, más siete en servicios contratados.

¿Incluyes la Escuela de Equitación y el Picadero?
— No, y eso que el caballo tiene un peso importantísimo en la casa. El director, dos profesores, tres mozos de cuadra… Estamos especialmente satisfechos con el nivel de nuestros alumnos. Pero siguiendo con los trabajadores en nómina y dependiendo del momento, somos unas treinta y cinco personas las que trabajamos para la Maestranza, además de la tienda que gestiona Palacios y Museos.

El Museo de la Tauromaquia.
— Fundamental. Ahora mismo nos estamos planteando su renovación para incorporar nuevos contenidos que relacionen la tauromaquia con Ronda más allá de las dinastías toreras, centrándonos en la tauromaquia como tal.

Abordemos las becas.
— Gozan de un prestigio enorme. Se prima la excelencia, como todo el mundo sabe. Por un lado están las becas a los expedientes más brillantes de Bachillerato, que son tres anuales, con una dotación de 12.000 euros, y un premio anual al mejor expediente universitario, dotado con 6.000 euros.

¿Y no hay demasiada presión sobre los centros educativos y las familias? Es como si la calidad de los institutos se midiera en función del número de becas que consiguen.
— Nosotros solo premiamos la excelencia académica. Hay cuestiones que no nos corresponde valorar.

Becan en función de la nota global de Bachillerato y Selectividad.
— Efectivamente.

Le lanzo una idea. Creo que la presión disminuiría si se valorase el proceso de aprendizaje teniendo en cuenta un periodo más largo, el Bachillerato y tal vez dos años de Secundaria, por decir algo. Dejarían al margen la Selectividad, una prueba muy cuestionada y en la que tanto influye el azar.
— Pues sería algo a tener en cuenta, sobre todo en lo que comentas de ampliar el periodo a baremar.
Conversar con don Ignacio es fácil. Sin darnos cuenta hemos acabado hablando de Buñuel y de su “Tierra sin pan”, de Bernstein y su Novena de Mahler, de la segura visita del rey Felipe VI y del infante Don Gabriel y su Academia de las Ciencias Menores… El tuteo surge espontáneo. Creo que por más que mi percepción de la Maestranza siga siendo igual, no sucede lo mismo con quienes custodian y miman su legado. Ignacio es justo lo contrario a lo que se espera de un gerente que soporta el peso –y el poso- de un mundo de títulos y larguísimos apellidos que a mí siempre me resultaron “ideológicamente violentos”. No puede uno cambiar ni renunciar a sus convicciones. Y sin embargo, reconozco que las explicaciones que da, al menos sirven para mostrarme la cara amable, plebeya casi: más borbona que austria: de una orden de caballería que, por más que yo la sienta trasnochada, destila también bondades que tal vez haya llegado el momento de reconocer.

¿Quién es Ignacio Herrera? ¿Cómo llega a ser la cara visible de la Maestranza?
— Un profesional de la gestión cultural, o por eso me tengo. Y aprovecho para recordar que la Maestranza de Ronda es la primera que decide profesionalizar su gestión. La responsabilidad de conservar un monumento como la plaza y la gestión de un patrimonio único... Yo creo que exige poner orden para que el bien cultural gane en peso específico. De modo que como, director, como profesional de la gestión de esta casa, tengo que dar respuestas, tanto a la Junta General de la Real Maestranza y a su Junta Rectora, como a las instituciones públicas que nos supervisan y a la sociedad en general. En los más de quince años que llevo aquí siempre he contado con el apoyo de todos, sin excepción, y eso es grato.

¿De dónde y cómo llega? Creo que hay un antes y un después a su llegada. Tenemos amigos comunes que me hablaron de usted como alguien con una visión particularmente modernizadora…
— ¿Ves? Ya volvemos a la Ilustración. Pero el mérito no es mío, aunque agradezco tus palabras, y más viniendo de alguien que no comulga precisamente con el ideario de esta casa. Se agradece, pero para ser justos diré que el mérito es de Rafael Atienza, que desde el primer momento marcó una línea de trabajo acorde con los tiempos actuales y que está propiciando una visión más cercana de la Maestranza, aunque sin perder su razón de ser. Rafael es una persona intelectualmente sólida y de acusada habilidad social.

Y por él llegas a Ronda.
— Gracias a la confianza que depositó en mí. Llegué por el 2000, después de una trayectoria, yo creo que dilatada, como gestor cultural. Incluso monté una empresa dedicada al producto cultural, teatro, conciertos, óperas… Viví la etapa de la Expo 92, cuando me encargué de la actividad cultural de los pabellones vinculados a la UE y a la AECI. En medio año programé y produje unas treinta exposiciones, cerca de cien conciertos… Y regreso a Madrid a dirigir la Fundación Castillejo, que, como sabes, estuvo muy relacionado con la ILE y con el mundo de Giner, y de allí voy al Instituto Cervantes en París…

No se aburrió.
— Lo he procurado. En París, conocidos comunes me ponen en contacto con Rafael Atienza, que me explica que están buscando un director general para la Maestranza y que les parecía que yo daba el perfil. En fin, que me vine y aquí sigo.

Y aquí lo dejamos.
Me acompaña hasta la cancela de Virgen de la Paz. Los goznes suenan sin estridencias y me voy con la sensación de haberme cobrado una deuda que tenía conmigo mismo. Y como nada debo ni pido, con la misma libertad que ayer la critiqué, hoy me puedo permitir el lujo de asegurar que el legado patrimonial, histórico y artístico que custodia la Maestranza, gracias al buen hacer de los profesionales que coordina don Ignacio Herrera, está a buen recaudo para disfrute de nuestros bisnietos. Es lo que tiene mirar a los ojos de la gente, sobre todo cuando la educación supera al protocolo. Lampedusa: Gatopardo con matices rondeños: cambiar lo justo y llegar a todos: Don Gabriel, el rey Felipe, Cuso… Inteligencia en permanente viaje.

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