Mucha más gente en las calles que durante la mañana y mucha más gente en las terrazas de los bares que a mediodía. Tanto en la plaza de la Iglesia, donde el espectáculo comenzó con retraso y consabido coreo de “que empiece ya que el púbico se va”, la magia hizo acto de presencia mientras en la calle Real se respiraba el ambiente festivo con muchos disfraces de muertos y personajes desagradables, que es al fin y al cabo de lo que se trata.
Tras la plaza del Rey el terror en el mercado central, cuyos detallistas ya tenían el cartel puesto de que este 1 de noviembre, festivo, no se abre y en la Alameda Moreno de Guerra el cementerio mexicano, con la diosa correspondiente y un estricto control de entrada para evitar las aglomeraciones.
Los grupos iban entrando, fotografiándose ante las tumbas o con las catrinas, una figura que no tiene nada que ver con las tradiciones de la Noche de Muertos puesto que se trata de la obra de un diseñador de primeros de siglo que se ha incorporado a la fiesta.
También la Policía Local montó un dispositivo especial para garantizar el orden durante toda la tarde noche.
La cola para entrar en el cementerio de la Alameda ya se había formado pasadas las seis de la tarde y a las nueve de la noche aún llegaba a la calle Faustino Ruiz.
