Apostar por
Álex O’Dogherty para protagonizar un espectáculo de humor es una apuesta ganadora segura y, si es en su tierra, mucho más. En efecto, el isleño volvió a cuajar la
enésima actuación sobresaliente ante sus paisanos en el patio del Castillo de San Romualdo dentro del ciclo
Noches de Humor. Más de dos horas de carcajadas gracias a un espectáculo dinámico, en el que no faltó la música, y con mucha interactuación con un público que se marchó a su casa encantado de lo que acababa de presenciar. Y es que el
Imbécil de Álex O’Dogherty es mucho
Imbécil.
De todas formas, el inicio del mismo tuvo su parte sentimental, puesto que el artista cañaílla cumple
un cuarto de siglo en el oficio y, por tal motivo, proyectó un video con imágenes de su exitoso recorrido en un terreno tan complicado como el que pisa, y donde se ha labrado una trayectoria y un nombre a
pico y pala, como se suele decir.
El espectáculo, como cabía de esperar, estuvo basado en el insulto, en las formas de insultar y en las palabras malsonantes a base de miles de chistes que hicieron las delicias del respetable.
Sin embargo, la noche tuvo un protagonista casi inesperado, el pobre Javi que se encontraba entre el público y que no quiso subir para ayudarle…, error de bulto que acabaría pagando durante toda la noche y al que Álex O’Dogherty hice partícipe sin querer serlo.
En su lugar subió un vecino de Cádiz de profesión administrativo, lo que supuso otra joya para el polifacético artista de San Fernando. A esta persona le encomendó la tarea de contabilizar con un pulsador cada vez que se reía el público. Era con diferentes niveles, sonrisa al unísono pulsaba una vez, sonrisa y aplauso al unísono dos veces, etc. El objetivo no era otro que saber si el espectáculo había o no gustado si lograba una media de 20 pulsaciones durante todo el tiempo de la actuación.
La noche seguía avanzando y otro de los momentos desternillantes fue cuando a dos mujeres que estaban entre el público les entregó unas pistolas que disparaban varitas de goma. El juego era sencillo, cada vez que O’dogherty dijese algo que las pudiese molestar, tenían que dispararle, “pero del cuello para abajo”. El artista tuvo que ir subiendo de tono en sus insultos hacia las protagonistas para que finalmente le disparasen, ya que se resistían a ello.
Uno de los momentos cúlmenes del show llegó cuando llamó a otra persona del público, en este caso a la mujer de Javi –la persona que no quiso subir al principio- y le propuso un juego de cartas de palabras extrañas con las que tenían que insultarse el uno al otro. Para más
inri les colocó un cuello de lechugino de los que llevaba Velázquez y las rimas las tenían que hacer con el tono de esa época. El que más abucheos del público se llevase, ganaba y, obviamente, ganó ella.
Tampoco faltó en la cita su faceta de cantante creando canciones en directo y al finalizar grabó un video del público bailando con él, además de no dejar de fotografiarse con todo el que se lo pidió. En definitiva, dos horas brillantes de un artista brillante.