El cambio que ha experimentado Juanma Moreno en cuatro años es más que evidente, nada que ver con aquel chico de corte tímido que se hacía con las riendas del partido en Andalucía tras una cruenta batalla entre familias. Llegó al gobierno con 26 escaños y un acuerdo político a tres bandas y, a lomos de la moderación y la serenidad, se ha adueñado de todo el centro político andaluz, abducido también a un porcentaje de votantes de la izquierda -PSOE- temerosos de la llegada de Vox y convencido a parte del voto tránsfuga de PP a Vox que hace no mucho buscaba sensaciones más fuertes y que, al final, ha optado por la calma reconocible que propone el rostro del malagueño, hoy figura indiscutible y de futuro en el panorama nacional. A partir de esta ola azul que el 19J rompió con una contundente absoluta, ¿qué?
Ya se especula con la posibilidad de que el nuevo gobierno aumente a trece el número de consejerías y que su rostro sea el de una mujer, Marifrán Carazo, que ocuparía la portavocía y quién sabe si hasta la propia consejería de Presidencia en sustitución de Elías Bendodo, que se instalará en Madrid para el asalto sobre una pieza mayor llamada Pedro Sánchez; el presidente sufrirá un acoso permanente hasta las generales con huelga general de por medio y se ha convertido en una pesada carga para el partido, el PP lo sabe y no va a soltar bocado.
Carazo es muy allegada tanto al presidente como al propio Bendodo, es consejera de Fomento, tiene muy buena imagen, su marido, Jota Carmona, ha ido de cinco por Málaga tras el propio Moreno Bonilla, Navarro, Bendodo y Oña y es del círculo más que íntimo, de hecho fue ascendido a número tres del PP de Málaga como coordinador general del partido. Es evidente que aunque el que ha sido consejero de presidencia hasta hora se marche a Madrid, en ningún caso soltará los hilos que mueven Andalucía y, por tanto, siendo hábil y ambicioso a partes iguales -condición indispensable para triunfar en política-, colocará en los puestos claves a personas de su confianza porque para la batalla nacional va a necesitar el trampolín andaluz y eso se logra desde el control del ejecutivo. En este sentido, si Carazo se queda al final solo como portavoz y con Fomento, Presidencia podría ser para Antonio Sanz, el trabajador incansable y cocinero perfecto que, alejado del foco, labora perfecto las necesidades del partido, quien sabe si también optando a Justicia. Sanz, en todo caso, ha cogido perfil de Consejero y hay que reconocerle su habilidad innata para sobrevivir, ocultarse, aparecer de nuevo, aprovechar las oportunidades. Puro trabajo.
El PP, además, gestionará Turismo, hasta ahora en manos de Cs, única consejería cuyas campañas de publicidad se destinan en territorio nacional y, obviamente, siempre es importante contar con recursos a mano procedentes del sur. Hay quien señala como posible consejero a Arturo Bernal, consejero delegado de Extenda y que en su día dirigiese el Patronato de la Costa del Sol dependiente de Diputación de Málaga, por tanto conoce el sector. De confianza, tanto que le pusieron a organizar la fusión para la creación de un nuevo organismo de cuatro entidades, como son Idea, Emprende, Extenda y la Agencia Andaluza del Conocimiento y que pasarán a formar parte de la nueva agencia para la Transformación y el Desarrollo Económico de Andalucía, TRADE.
El 14 de julio se constituirá la cámara y tomarán posesión los diputados, el 22 tomará posesión el presidente y el 25 lo harán los consejeros y se convocará el primer consejo de gobierno, justo antes de un mes de agosto vacacional donde todo habrá quedado resuelto. Rápido y limpio, sin necesidad alguna de pactar nada, tal como los presupuestos que verán luz después del verano. Tal como las incorporaciones o modificaciones que deba hacer el ejecutivo para acomodarse dentro de su mayoría, dándole cabida a cierto personal de Ciudadanos que estos años ha trabajado codo con codo y que ahora se queda sin empleo salvo por la mano tendida que hará el gobierno de Moreno -Rocío Blanco y Cardenete parece fijos en el nuevo gobierno-. El PP le debe mucho a Cs, a Juan Marín, no en vano en 2018 le dio el gobierno pese a haber logrado uno de los resultados más pobres de su historia y ahora, cuatro años después, le ha entregado -sin pretenderlo, pero entregado- los 21 escaños que sacó entonces, ante lo cual lo mínimo es la cortesía de darles abrigo y aunque a Marín no le incorporen desde el aspecto político es bastante probable que tras el verano aparezca al frente de alguna fundación, puerto y/o organismo público tipo Defensor del Pueblo -adjunto- donde pueda ejercer tranquilo durante estos cuatro años antes de su jubilación; a Marín siempre le ha atraído la idea de presentarse a la alcaldía de Sanlúcar y lo cierto es que está a un año de las municipales, pero una aventura fallida en su pueblo un año después del resultado andaluz sería demasiado doloroso de asumir. Lo seguro es lo seguro y eso en breve se lo ofrecerá el PP, es de suponer. Igual lo ha hecho ya.
En un año se celebran elecciones municipales, tras lo cual se conforman las diputaciones. En Cádiz Irene García, ya parlamentaria, abandonará la presidencia en un pleno posiblemente a finales de mes o principios de julio, tras lo cual será nombrado presidente Juan Carlos Ruiz Boix, que como secretario general, no es su culpa pero su dato, se apunta la peor derrota del socialismo gaditano, un ocho -PP- a tres -PSOE-, que deja a López Gil fuera y lo del isleño es de hacérselo mirar.
Seis son las diputaciones en manos del PSOE en Andalucía y aunque el resultado del domingo no es extrapolable a los municipios porque el sentir es otro y ahí pesan los candidatos locales, es evidente que marca una tendencia y resulta obvio pensar que esta Junta del PP con absoluta pondrá su maquinaria en funcionamiento para conseguir nuevas diputaciones. El PP tiene dos, Málaga y Almería y, con el poder que generan, gobierna en casi todos los municipios importantes de estas dos provincias, como le sucede al PSOE en Sevilla, Cádiz, Huelva o Jaén. El poder de las diputaciones, en este sentido, es enorme porque tienen presupuestos amplios que permiten hacer política y apenas sufren presión.
Llega el verano, pero a la vuelta de él nos encontraremos un septiembre donde dará comienzo la campaña por las municipales con las diputaciones como objetivo final, un PP renovado en Madrid y elevado en Andalucía, además con una muleta útil que ha recibido un golpe de realidad como es Vox. Frente a un PSOE que acumula su tercera derrota seguida en comunidad autónoma y que no vislumbra repunte en España, lo cual podría llevar a Sánchez a convocar conjuntamente con las municipales y, entonces, el acabose. Con los precios por las nubes, la electricidad, el combustible, la huelga y, lo que es peor, un temor por día creciente a que esta inflación genere una crisis económica para otoño de dimensiones brutales con subida de los tipos de interés.
Por subir, sube todo. Los precios de los hoteles en Andalucía alcanzan récords históricos con 98 euros de media en mayo, tres por encima de la media nacional debido a los precios que se dan, sobre todo, en Málaga, Sevilla y Cádiz, debido en parte a que la vuelta a la normalidad y la crisis que hemos atravesado despierta una necesidad irrefrenable de diversión, de irse de vacaciones, de pagar el ocio al precio que sea. Todo lo estamos pagando caro, la fruta, las hortalizas, el pescado y la carne, hospedarse y, cómo no, votar, a veces más guiados por una simpatía o antipatía momentánea o concreta que por balances de gestión. Pero la gestión, aunque evidentemente ayude, no es la llave maestra que abre la puerta del poder. Esa llave se codifica en claves más sutiles.