A Irene Montero se la ha acusado de chupar pollas para llegar al poder. La piedra que hace rodar cuesta arriba en sus propuestas e intervenciones es la de una sociedad tan machista como libidinosa que no solo usa este tipo de insultos para desgastar políticamente, sino como fantasía sexual de dominación, y es una fantasía germen de abusos y agresiones sexuales. El mundo en que se mueven los misóginos y los violadores (como el mundo en que se mueven los racistas y homófobos) es un mundo fantasioso que necesita gasolina enajenada, y al mismo tiempo es un virus excitante.
Que debe preocuparnos a todos. Hombres y mujeres. Podemitas y rivales. Me parece reseñable haber visto tan pocas manos que no sean de nuestro propio partido ofrecerse para llevar esta piedra ladera arriba hasta, por fin, arrojarla al otro lado de la montaña igual que se ha hecho con lacras históricas como la esclavitud. El problema, que no sé si se está observando, es que en el interés de que Irene Montero se desgaste sola se está alimentando con gasolina enajenada a una turba que luego no vas a poder guardar en una caja. Si la piedra no es llevada hasta arriba, caerá aplastando a todas.
Si se aparta a Irene Montero de la vida política porque se le permitió sufrir a solas este desgaste, el error social será magnífico. Quien lo ha propiciado pensará que es una adecuada estrategia electoralista, y en ese sentido es posible que tenga razón, pero no es el mensaje que va a percibir la parte de nuestra sociedad que necesita ser purificada con Betadine, jabón y agua oxigenada. Con el móvil en una mano y la polla en la otra, siento ser tan crudo, irán a por la siguiente. Librarse a nivel individual de esta miseria no se consigue apartándose de la víctima, como no se consigue combatir el buylling (y por tanto protegerse egoístamente de él para siempre) apartándose de la víctima para que no te afecte. Podemos, y debemos, hacer cualquier análisis cuantitativo de cómo serían unas listas sensatas en la circunscripción de Madrid, y en la de Huesca y Cádiz, pero no creo que debamos permitirnos mandar el mensaje de que el acoso funciona.
Eso es exactamente lo mismo que ceder ante un chantaje terrorista.
Para entender el alcance de lo que estoy diciendo habría que retrotraerse al momento en que, por ejemplo, Teresa Rodríguez llegó al parlamento de Andalucía encabezando a nuestra gente, y qué tipo de insultos recibía allí y cómo se la intentó vilipendiar con falsos desnudos. Es el tipo de insultos que recibe Ángeles Rodríguez Pam y que puede llegar a recibir Yolanda Díaz. Una de las frases más retrógradas que pueda imaginarse es que no basta con que la mujer del César sea honrada; también debe parecerlo. En primer lugar, porque hablamos de “la mujer de”. En segundo lugar, porque la honradez es un concepto que depende del ojo de quien mira, y hay muchos ojos que desean para la mujer en general el retorno a la cocina y a la pata de la cama.
El mensaje que deben mandar las fuerzas progresistas es que jamás, bajo ninguna circunstancia, se va a permitir, sino que, al contrario, se va a combatir, este tipo de acoso machista, y que, si con él pretenden destruir la imagen y futuro público de una persona, muy al contrario, lo van a asegurar grabado a fuego, cincelado en roca.
Y esto no tiene que ver con los puestos en una confluencia electoral, si es lo que muchos estáis pensando. Esto tiene que ver con la cobardía electoralista de tantos cuadros del espectro político progresista que han preferido ver cómo crecía el monstruo del retrato misógino de una mujer metida en política porque les daba rédito, sin pensar en que la piedra debe caer hacia el otro lado, o lo pagarán todas, y después todos.