Sin igualdad no puede existir unidad. Feijoo lleva el incumplido “slogan” “
por la unidad de los españoles”, pero el PP no la practica, no la ha promovido ni sabemos si alguna vez la promoverá. Porque sus principios van por otros caminos. Solamente admiten una falsa unidad político-administrativa, no verdadera unidad, no unidad real. El mensaje de los políticos monarco-franquistas está vacío. No buscan unidad, porque en el momento en que lo intentaran estarían traicionando sus principios. Feijoo y su partido no pueden ofrecer credibilidad a quien sea capaz de pensar por sí sólo, mientras se sigan oponiendo con su voto a que todos los españoles puedan disfrutar una vivienda o a la reforma o derogación de la “ley mordaza”, después de la orden emitida a los gobiernos de las comunidades regentadas. En el fondo labora contra los intereses especulativos que intenta defender, porque aún no se han enterado que se desinfla la burbuja inflada por el interés especulativo que defienden.
No somos iguales, por tanto, por eso y por mucho más. Por ejemplo: Madrid es la ciudad más favorecida desde Felipe II. Mientras muchos lamentan el problema de la “España vaciada”, la Comunidad de Madrid ha superado los cinco millones de habitantes, gracias a las prebendas otorgadas por el gobierno en todas las épocas, para que ahora pueda presumir de ser “la Comunidad que más aporta al fisco”, lo cual ni siquiera es cierto. Porque será la que más ingresa, pero la aportación procede de todos los contribuyentes cuando adquieren los productos y servicios cuya sede social está en la villa de Madrid.
Pero no sólo eso: desde el siglo XIX hasta la actualidad, todos los gobiernos españoles se han preocupado especialmente de desindustrializar Andalucía (Véase: “Europa ¿solución o problema?”), para que luego nos tilden de faltos de iniciativa y otras muchas “lindezas” con que se nos acusa. Esto es también responsabilidad de algunos andaluces: fundamentalmente de los que se sientan en las dos cámaras legislativas, a quienes en ninguna ocasión se les oye ni siquiera mencionar la palabra
Andalucía.