Con la derrota en Ceuta, la primera vuelta del Málaga CF en su retorno al fútbol de bronce tocó a su fin. Unos primeros 19 partidos de los que se pueden extraer cosas positivas, pero que deja ese sabor amargo de no haber aguantado el tirón de la lucha por el liderato en momentos clave.
Una vez concluida la mitad de la temporada, la labor malaguista sobre los terrenos de juego se puede calificar de notable bajo. Diez victorias, seis empates y tres derrotas. Notable porque ha sabido sobreponerse a momentos delicados y competir en cada partido; bajo porque Ibiza y Castellón están cada vez más lejos.
La primera jornada ya llegó en forma de revés. La derrota en Castalia provocó cierta pesadumbre en la parroquia blanquiazul que, eso sí, se repuso pronto merced a las cinco victorias consecutivas en las siguientes fechas.
Las lesiones han sido el principal escollo de una plantilla con mimbres para luchar por todo. Haitam, Ramón, Nélson Monte, Víctor García, Luca Sangalli... Jugadores vitales que no han estado disponibles en momentos importantes. No es menos cierto que esto también ha provocado la irrupción de jóvenes con ganas de dar guerra, como Izan Merino, Aarón Ochoa o Antoñito Cordero.
Por contra a todo lo mencionado anteriormente, el Málaga debería estar luchando ahora mismo por la primera plaza, única que da derecho al ascenso directo. Que Ibiza y Castellón vayan a otra velocidad no es excusa. Tú debes ir a la misma, porque tu fin es el mismo que el suyo. Uno de ellos venía de descender, igual que tú, y el otro de quedarse a las puertas del ascenso el año anterior. El ritmo competitivo de valencianos y baleares ha sido fratricida y el Málaga se encuentra ahora mismo a diez puntos de los blanquinegros, líderes en solitario.
Lo cierto es que la primera jornada de la segunda vuelta da una oportunidad de oro para comenzar a enmendarse. El Castellón visitará La Rosaleda. Un partido en el que no valen las excusas ni las circunstancias, solo ganar. Al menos, si existe todavía un ápice de ilusión por no tener que verse abocado a jugar el playoff. O quién sabe si incluso verlo peligrar.