La Junta de Andalucía ha dado a conocer los nombres de las personas e instituciones distinguidas con motivo de la celebración del Día de la comunidad andaluza, el 28 de febrero. Todos están celebrando hoy tan magnífica noticia, así como el mundo del flamenco debe estar festejando por bulerías que uno de los dos títulos de Hijo Predilecto haya recaído en la figura de José Mercé.
Cada uno de ellos son merecedores de tal reconocimiento pero permitan ustedes que desde esta tribuna, en la que solemos tratar aspectos de la cultura jonda, destaquemos especialmente la presencia del cantaor de Santiago en esta tanda en la que, además, hay otro jerezano como el rejoneador Álvaro Domecq. Los Romeros de La Puebla, el televisivo Juan y Medio, el Cuerpo Nacional de Policía o la Cruz Roja de Andalucía son otros de los premiados. Cabe el aplauso, cómo no, para el académico Santiago Muñoz Machado por ser prestigiado al igual que José, con la máxima consideración que otorga el gobierno regional.
José se suma a otros jerezanos que pasaron por su lugar anteriormente como Lola Flores, a título póstumo el pasado año con motivo del centenario de su nacimiento, el “escribidor de canciones” Manuel Alejandro, el año 2022, y el poeta Caballero Bonald, en 1996. Paco Cepero, también jerezano, Fernanda y Bernarda, Enrique y Estrella Morente, Camarón de la Isla, Lebrijano, Paco de Lucía o Carmen Linares, entre otros, recibieron anteriormente la Medalla de Oro de Andalucía. Fue Antonio Mairena, en 1983, el primer Hijo Predilecto de Andalucía, a título póstumo, galardón que se entregó en 1990 a La Niña de la Puebla. ¿Hemos dicho algo?
Claro está, por tanto, la presencia que el arte flamenco ha tenido y tiene en esta jornada en la que se conmemora la idiosincrasia y los valores de una autonomía que derriba prejuicios con su lucha diaria, así como lo hace el pueblo gitano. José Soto Soto nació en el barrio de Santiago, en la misma calle Merced, donde habita la patrona de la ciudad de Jerez y en la que el compás por bulerías sonaba en su niñez con más solemnidad que la Marcha Real. José es el resultado del aire respirado en esas calles que hoy miran con nostalgia un tiempo atrás en el que la familiaridad era lo primero, época aquella en la que se admiraba a los maestros del cante, a los gitanos mayores y se trabajaba duro en el campo para poder llevar el pan a la boca.
El artista, que nace en 1955, fue niño cantor en la escolanía de su parroquia y con tan solo trece años se marcha a Madrid a abrirse camino en el arte flamenco. Aquel niño rubiasco y de ojos claros vuelve cuando puede a su tierra para disfrutar de su gente, como así lo hizo el pasado mes de noviembre en la Peña Tío José de Paula, cantando y bailando de una fiesta como las de siempre. El cantaor ha recibido la noticia estando en Nueva York junto a otros del gremio en una programación dedicada a Paco de Lucía y, según ha mostrado en redes sociales, está enormemente feliz ya que “no hay honor más grande”.
Nos alegramos de ello porque a José nadie le ha regalado nada y todo lo que se le reconozca tiene atrás un esfuerzo de incuestionable valía. El cantaor puede presumir de haber vendido más de un millón de discos en toda su carrera, culminando hasta ahora su obra musical con Oripandó, su vigésimo álbum en la lista de publicaciones. Es uno de los reconocidos como ‘renovadores del flamenco’, musicalizando o popularizando nuevas bulerías como Aire o Lío, aunque hay que reconocer su implicación y responsabilidad con sus raíces como demostró con firmeza este pasado mes de noviembre con motivo de los Grammy Latinos en Sevilla: “¿por qué siempre están metiendo el flamenco en todas las ollas?”.
En definitiva, enhorabuena querido y admirado José, pues el flamenco se siente orgulloso de tu dignísimo reconocimiento, así como debe sentirse tu hijo Curro desde el cielo. Vaya también mi enorme aplauso para todos los premiados de este 2024.
