—Ha llegado el momento de poder contar toda la historia...
—Es importante, sobre todo para que el ciudadano de a pie conozca cuándo arranca este asunto. Porque si nos dejamos llevar únicamente por los intereses políticos, por lo que a ellos les conviene, nos tenemos que ceñir únicamente al momento del robo, del expolio, en el año 2007. Pero en realidad esta película de piratas del Mediterráneo, como la llamo yo, arranca en 1998. Nueve años antes. Y las consecuencias y los gestos y los actos que nuestra Administración va realizando respecto de estos señores es lo que hace que al final tengan esa libertad, como yo le llamaba y mi amigo Arturo Pérez Reverte, patente de corso. Tenían una patente de corso para hacer lo que les diera la gana, absolutamente protegidos, sobre todo por Exteriores. La Oficina de Cooperación con Estados Unidos, pensando que iban a obtener algún tipo de ventaja en el fallido tripartito de Gibraltar, pues complacían a los británicos y a los americanos dándoles a estos señores todo tipo de autorizaciones. Sin cumplir, que es lo más grave, los requisitos que esas propias autorizaciones tenían. En el libro lo explico, y en El Faro lo publicamos en el año 2006 y 2007, ahí se ve que efectivamente dan la autorización pero siempre condicionada a que hubieran arqueólogos de la Junta de Andalucía embarcados en los barcos de Odyssey, para que no hicieran precisamente lo que hicieron: robarnos, engañarnos, estafarnos. La autorización no es discutible, porque el Gobierno tiene la capacidad para, a un país amigo, hacerle un favor, máxime cuando lo que se está pidiendo es un permiso para un barco de guerra británico, que España jamás tocaría, porque somos firmantes de la Convención del 2001 para la protección del patrimonio sumergido, y nunca tocaríamos un barco de Estado de otro país. Pero, claro, también se dieron los permisos sin ninguna comprobación en cuanto a ese pecio, que estaba descubierto desde 2001, y Odyssey lo anunció a bombo y platillo, pues se correspondía con él. En resumen, igual el mecanismo para trabajar con Odyssey empezó de una manera adecuada, pero la vigilancia de ese mecanismo fue, no un desastre, sino una catástrofe.
—Entonces, España colaboró con ellos...
—Claro, y además es curioso que este asunto coge a los dos gobiernos. Hasta 2004 no llegó Zapatero, por lo que desde 1998 fueron políticos de la Administración del Partido Popular. Es verdad que el PP fue más serio con el tema. Aquí opinó el Consejo de Estado en 1999 que sí, que se podía dar el permiso, pero siempre con la intervención de militares de la Armada, ya que la ley española sigue muy unida a la ley de extracción y hallazgos, de 1962. Hay una ley de la Marina Mercante transitoria y nadie ha querido meterle mano, y ahí sigue como una disposición transitoria. Entonces la Marina sí tenía mucho que decir, por el respeto y por el rigor que hay que darle a estas cuestiones. Pero es verdad que también el PP también se equivocó muchas veces, porque hicieron lo mismo que he dicho antes. Los permisos estaban bien dados, había un soporte legal de la nación, pero luego...
—Falló la ejecución
—Sí. Porque a bordo, salvo una o dos veces, nunca fueron ni los militares ni los arqueólogos españoles. Entonces, estos señores siempre jugaban al gato y al ratón, y esperaban de madrugada que no viniera el militar y, entonces, salían. Estos tipos se aprovecharon de las ingenuidades de nuestros sucesivos gobiernos, que pensaron que esta gente eran arqueólogos o miembros científicos. No, no. Son depredadores absolutos que lo que buscan es oro y plata. Esto no tiene nada que ver ni con la arqueología ni con los experimentos científicos.
—Al principio, decían que buscaban el ‘Sussex’...
—Lo que ellos dicen es que buscaban el Sussex. Mi opinión, ya lo veréis en el libro, es que buscaban cualquier barco que encontrasen. Estos son la primera compañía que logra utilizar los grandes robots submarinos para investigaciones profundas. Hasta que no llegó Odyssey, el único que había logrado un robot de estas características para trabajar fue Ballard, el famoso descubridor del Titanic. Y se lo prestó la Armada norteamericana porque él era oficial de la Armada. Después, se abrió la puerta a esos grandes robots submarinos que estaban siempre constreñidos legalmente a estamentos científicos, sobre todo a armadas de los países para rescates de submarinos, y se pudieron vender a compañías privadas. Eso puso de la noche a la mañana el mundo de la arqueología submarina en un riesgo tremendo. Porque lo expoliado hasta ahora no pasaba más allá de los cuarenta o cincuenta metros, que es la profundidad a la que se podía llegar con botellas de aire comprimido. Pero estas grandes máquinas en cayeron en manos de los cazatesoros (y Odyssey fue el primero), financiados por la bolsa, con una gran capacidad, porque un robot de estos puede costar del orden de los cinco o seis millones de euros. Eso nos aterró a los abogados especialistas en Derecho Marítimo, sabiendo que eso abría la puerta a los pecios profundos, casi a los más importantes, a los que estaban en las cotas más altas. Y la salida del Estrecho del Gibraltar y el mar de Alborán es un jardín
—En este proceso aparece usted y comienza a denunciar...
—Sí. El primer artículo lo hice en el año 2001, en Área. Fue el primero que me admitió un escrito, porque antes, desde 1998 a 2000, puse denuncias, y fui al Servicio Marítimo de la Guardia Civil. No consideré en ese momento la prensa, pero cuando vi que nadie me hacía caso, y que no había manera de que la sociedad supiera lo que estaba pasando y que estaban jugando con estas historias delante de nuestras narices, pues ya me enfadé, y me fui a la prensa, la única capaz de hacer el escándalo social suficiente para que los políticos se lo tomaran en serio. Y así fue. En 2001 fue poquito, pero ya en EL FARO nos volcamos en 2005, 2006 y 2007. Yo lo digo en el libro. Si no es por la prensa, y la alarma social creada, nunca hubieran hecho nada. Y esas palabras que yo pongo no las digo yo, sino que las dijo el ministro Molina, que lo cesaron pronto por esta historia, y dijo que “cuando yo llegué, nadie sabía qué hacer con este asunto”. Y sólo la presión mediática consiguió que se actuara. Yo embarcaba en mi velero a todos los medios, regalé todas las imágenes, fotos…Las únicas que hay en el mundo en vídeo y foto de los barcos las tenía yo. Y yo las regalé a todo el mundo para que no hubiera ninguna duda de un interés crematístico ni nada. La prensa ha sido para mí, lo fundamental. Y se lo agradezco en el libro a todos y cada uno de los miembros que creyeron en esto.
—¿Cómo fue aquel proceso informativo?
—Yo logro convencer a vuestro antiguo director, a Pedro García. Él ya me seguía en el Área, y le gustaba lo que yo iba obteniendo. Por razones que no vienen a cuento, decidí entregar esta documentación a EL FARO, porque entendí que era un grupo más grande, que tenía entonces más de treinta cabeceras, y Pedro me lo ofreció. Él lo captó que podía ser un asunto importante, y me ofreció sus páginas. Me puso al lado a mi querido Manolo Gutiérrez, para que llevara un poco la disciplina del estilo vuestro, porque yo, a fin de cuentas, soy un periodista de adopción, porque lo mío es el Derecho Marítimo. Y a partir de ahí, todo lo que íbamos consiguiendo e investigando, nos sentábamos, lo tratábamos. La gente tiene que saber que muchas veces tuvimos mucha más documentación de la que pusimos, pero por una lealtad institucional hacia nuestro país, bien dirigida por Pedro, decidimos callar y guardar muchas cosas. Muchas veces, desde el Servicio Marítimo de la Guardia Civil nos pedían que no publicáramos algunas cosas para no perjudicar la investigación. También lo hicimos. Fuimos absolutamente leales a las investigaciones. Eso que tanto les enfada a Policía y Guardia Civil, que los periodistas nos metamos. No. Nosotros fuimos muy leales, y ahí queda constancia de que lo fuimos, y fuimos sacando las noticias siempre con bastante cuidado. Además, Pedro, con la tranquilidad que siempre manifestaba, era de la idea de que no nos adelantáramos a los acontecimientos. Que fuéramos dando lo que íbamos viendo, aunque yo tenía mucha más información, para que fueran las propias reacciones que él buscaba de los políticos.. a mi no me gustaba lo que él decía, porque yo quería que lo sacara, pero luego me di cuenta de que Pedro tenía razón, que era muy importante, cuando decíamos algo, qué contestaban ellos, y siempre teníamos el papel y el documento idóneo guardado para la respuesta, que el sabio de Pedro ya la intuía, y sabía quién iba a contestar. Con lo cual, fue un proceso, para mí, muy divertido, porque, aunque era en un sitio relativamente pequeño, en Algeciras, pero éramos los dueños informativamente de todo este proceso. Y es verdad que la mayoría de los medios nacionales sólo vinieron aquí cuando yo les mandé la investigación de EL FARO. Entonces empezaron a escribir del tema Gustavo Catalán de El Mundo, Gema García en La Razón, Jesús Calero en ABC y Santi Mata en La Gaceta de los Negocios.
Y ese proceso informativo desembocó en la extracción del tesoro. ¿Qué fue lo que sucedió realmente en ese periodo?
—Mi versión es que han sacado el tesoro de donde digo yo que lo han sacado. Pero no podían decirlo, porque entonces habrían cometido un delito de expolio, tipificado en el Código Penal, pues habían anotado una posición a cien millas al oeste de Gibraltar. Pero con un detalle muy importante, a 1.200 metros de profundidad. Y eso es muy importante. Esto lo hacen ellos como una prevención antes de llevarse el tesoro. Fíjate que esa prevención la hacen ellos a finales de marzo, y el tesoro se lo llevan el 17 de mayo. Todavía no habían salido al Atlántico, con lo cual ellos estaban preparando alguna estrategia para, lo que habían sacado de aquí, de una zona con un problema delictivo detrás, pues poder demostrar que se lo habían llevado de otro lado. Ellos, lo que no querían que supiéramos nunca, era que se lo habían llevado de Gibraltar, porque eso fue una filtración que pasamos Claudio Bonifacio y yo, que estábamos allí, y con un contacto de Gibraltar, que nos avisaba de todo, con lo cual hemos tenido acceso a muchas cosas, pero aunque que me maten nunca diré quién es. Y nosotros ya vamos esa noche, cuando estaban saliendo los aviones, que yo estaba en el aeropuerto viéndolos. Primero salió un avión en abril, con unas 2.000 monedas, al que nadie ha hecho referencia. Si sale el 9 de abril, y el Explorer, que es el único que tiene robot, sale y coge lo que han dicho ellos que es la Mercedes, desde el 14 de abril al no se cuantos de mayo, ¿de dónde han sacado las 2.000 monedas que se llevan el día 9 de abril a los Estados Unidos?. Es todo una contradicción tremenda. Mi teoría es que se lo querían llevar, que nadie los hubiera descubierto, y cuando todo hubiera estado en los Estados Unidos, habrían dicho que lo habían encontrado en el Océano Atlántico en otra posición que habían anotado un año antes al sur de Irlanda. Habían anotado una marca, en prevención de si lo sacaban. Porque España no hubiera dicho nada si era en el sur de Irlanda, por mucho que las monedas fueran españolas, porque en aquella época las monedas españolas iban de un barco a otro. Ese era el plan de ellos. Cuando fracasa el plan es en nuestro chivatazo de que está saliendo un avión desde el aeropuerto de Gibraltar con los seiscientos cubos cargados de patrimonio español. Ahora, lo que no pudo esperar Odyssey nunca es que el Gobierno español se constituyera en sus máximos defensores.
¿En qué lugar defiende usted que extrajeron el tesoro?
—Al otro lado del Estrecho. Es un sitio que está a siete millas delante de La Línea de la Concepción y a nueve de Sotogrande y separado a unas cuatro millas y media de Punta Europa, en Gibraltar, hacia el Mediterráneo. Además, no es que lo diga yo, sino que el Servicio Marítimo de la Guardia Civil ha testificado 58 veces que es donde han estado desde el año 2001. Primero vinieron con el Sea Hawk, de 1998 a 1999. Del 2000 a 2001 alquilaron un buque a los franceses. En 2002 vuelven a alquilar el Ocean Boomer. En 2004, el Ocean Boomer y el RV Odyssey, que estuvo reparando en los astilleros de El Rodeo. Luego el Ocean Explorer y el Ocean Alert. O sea, que la historia completa ya indica una historia de expolio, de meditación, de absoluta preparación técnica para poder sacar un tesoro como el que han sacado.
Cabrían pensar que en ese tiempo han podido extraer piezas de otros barcos, ¿no?
—En el libro explico que ellos mismos lo dijeron en su página web. Al empezar el pleito de 2007, las borraron todas, pero tuvieron la mala suerte de que yo ya las había impreso en el año 1998. Y viene el Mercal, cómo lo descubren, y las fotos de las ánforas púnicas, y cómo dicen ellos de su propia voz “estamos excavando y nos lo estamos llevando”. Pero es que hay documentos luego del año 2002, de 2003, y de 2005, donde dicen “nos estamos llevando los restos de un barco que hemos encontrado”. Y la Administración española no reaccionaba. Ni siquiera tenían a alguien que leyera internet,que leyera lo que ellos mismos decían.
De lo que usted dice se desprende que el barco del que extrajeron el tesoro no es la ‘Mercedes’...
—Es imposible que pueda ser la Mercedes. Bajo ningún concepto. Primero por las posiciones de los barcos. El AIS, que es la pieza fundamental, lo determina. Luego, por la baja documentación que ha presentado España, que es una cosa ridícula. Pero también es verdad que al juez Pizzo no le importaba nada. Lo único que entendió fue que eran monedas españolas, de un barco de origen barco español, y que los barcos de Estado de un país extranjero no los puede tocar los americanos. Y eso está basado en dos tratados: el de 1908, después de la guerra de Cuba, para no tocarnos los barcos de uno y otro hundidos allí en Cuba; y el de 2011, que lo firmó Bill Clinton, para protegernos no a nosotros, sino para protegerse a ellos, para que si un barco se hunde en Rota, España no los toque, y no sepamos secretos militares. Y gracias a esa firma de ese tratado, por ahí hemos escapado. Pero el juez Pizzo dice en la sentencia “no habiendo otro tipo de pruebas, y no habiendo reivindicaciones de aguas, ni violación de aguas de nadie, puedo pensar que se trate de la Mercedes”. Pero si España hubiera actuado como tenía que actuar en un proceso penal, solicitando las imágenes a los piratas, pues hubiéramos tardado más, pero habríamos sabido la verdad. Es decir, la Mercedes no está ahí. Cien millas al oeste de Gibraltar a 1.200 metros de profundidad, es tan fácil como coger una regla en una carta de navegación, y ves qué pasa a cincuenta millas del cabo de Santa María, lugar por donde jamás pasaba un barco que llegara de América. Nuestros pilotos bajaban de Azores, le daban un resguardo al cabo de San Vicente de cinco o seis millas para no desventarse y apuntaban a la Bahía de Cádiz. ¿Distancia de la costa? Diez, doce, nueve, podemos entender que en un combate naval se separen hasta veinte millas, pero no a cincuenta millas, que es donde coincide la posición de donde se movió Odyssey.
La conclusión es que nunca sabremos la verdad, ¿no?
—Hasta que Odyssey enseñe un día las filmaciones originales. Si España le hubiera dicho al juez Pizzo que no se conformaban con las chapuzas que les daban... Porque es de juzgado de guardia lo que ha mostrado Odyssey en el juicio, con fotografías veladas, han quitado todos los datos de latitud, longitud, profundidad… Han jugado con nosotros. Por eso yo, hasta que las monedas no han estado de vuelta en España, me he callado. Pero lo voy a publicar todo, y además lo voy a regalar, porque los beneficios son para Verdemar Ecologistas en Acción del Campo de Gibraltar. Pero quiero que los ciudadanos sepan la verdad de este asunto. Por lo menos, con los documentos que yo aporto. Que lo vean. Porque si no lo hago, no voy a dormir tranquilo, porque llevo quince años luchando contra eso. Y que ahora vengan unos funcionarillos engañando y mintiendo, pues no lo voy a tolerar.
Riesgos
El proceso informativo que se siguió desde las páginas de EL FARO entrañó algunos momentos duros, que se salvaron a pesar de las presiones recibidas, manteniendo el compromiso informativo e investigador.
—Hubo momentos de riesgo, ¿no?
—Además hay que decirlo. Nos metieron dos querellas criminales. Menos mal que José Antonio Mallou, que es un hombre honorable y que nos cuidó y nos trató como a sus hijos, y nos puso un abogado magnífico, que es Miguel Salas, que es un hombre con mucha paz, tranquilo, un gran abogado, que a mí fue el que me hizo vivir esos momentos de llegar como imputado por dos querellas criminales puestas por la Guardia Civil, pues llegamos un poco protegido por ellos. Y quiero recordar que Mallou estuvo en las declaraciones, y se acercó a protegernos, a estar allí con nosotros y a dar la cara por sus medios. No había ningún fundamento. A Manolo Gutiérrez y a mí fue la primera por haber dicho que había guardias civiles implicados, que sí los había, como se demostró más tarde. Y la segunda fue por decir que a mí la información me la pasaba un capitán del Servicio Marítimo de la Guardia Civil, cuando era todo lo contrario y se lo demostré al juez de Cádiz, que luego me tomaría declaración tres meses después, que nosotros habíamos sido periodísticamente impecables, gracias al buen hacer de Pedro, que marcaba los tiempos muy bien. Y además, habíamos sido los informadores de la Guardia Civil en los temas que sólo yo veía, porque yo era el único idiota de este país, el Quijote auténtico, que salía a la mar con mi barco y mi mujer a hacer fotos, jugándome la vida ahí en medio. Cuando me llamó la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, un 11 de junio de 2006, yo ya estaba en Palma de Mallorca. Y cuando me dijeron que eran de la UCO, dije “me van a felicitar, o me van a poner una medalla”. Y fue para decirme que tenía que volver a Algeciras, que estaba acusado, que me habían metido una querella criminal. Yo creo que aquí el Estado y el grupo este de los maquiavélicos de Interior trataron de callarnos la boca, asustarnos y que tuviéramos miedo. Porque luego ni la Fiscalía ni el juez ni nadie. Cerraron los asuntos, yo creo que porque al juez le dio vergüenza, viendo que porque había estado ayudando a mi país me hubieran procesado. Es más, leyendo luego las diligencias, me quedé sorprendido de que le habían pedido al juez asaltar mi casa de Sotogrande, mi casa personal, con mis hijos y mi mujer. ¡Asaltar mi casa! Menos mal que el juez de Cádiz me escuchó con atención, y con el despliegue de documentos que llevé, entendió que era una locura, y no les dio el permiso. Lo mismo que el fiscal, que ni siquiera se personó en la causa. Es decir, que nos lo han hecho pasar mal. Esto es una victoria, cuando ya ves que es una victoria. Luego me hicieron una inspección de Hacienda durante dos años, que me tiraron abajo a mi mujer y a mí todo nuestro patrimonio, llamando a nuestros amigos, a la gente… una cosa brutal. Además, desde la Delegación de Hacienda de Algeciras. Es decir, que hemos pagado un precio. Menos mal que yo soy abogado, tengo formación y conocimientos, y luego tuve a Miguel Salas al lado. Si no, hubieran sido momentos muy difíciles para una persona que no hubiera tenido mis conocimientos ni el apoyo que yo tuve.
—Y, a pesar de la labor informativo, ¿el Gobierno no emprendió ninguna actuación?
—Ninguna. Al revés. A mi me sorprendió, cuando nada más y nada menos que José Pons, el segundo de Exteriores, llamó a Pedro García para decirle que no publicáramos más tonterías, y le dijo a Pedro que este tal Pipe Sarmiento quién era y que cómo me dejaba publicar cosas. Tú fíjate qué habría detrás de todo esto para que el número dos de Exteriores llame al director de un periódico local en Algeciras diciendo semejantes barbaridades. Eso demuestra el mal hacer que han tenido. Yo creo que, en estos momentos, lo señores de Exteriores deberían estar con la cabeza metida dentro de un retrete, en vez de ir sacando pecho como ha hecho José Pons por ahí por los medios.
Espionaje
Pipe Sarmiento mantiene que la actividad de Odyssey estaba también centrada en ayudar a la Inteligencia Militar británica y norteamericana: “Odyssey se alió con la Armada británica para que les ayudase, y mientras hacía eso, entra el tema de la red Echelon, que es la red más famosa del mundo, que espía, y es pública. En Gibraltar hay una de las antenas más importantes. Son todos los cables submarinos que unen Europa con África y Sudamérica, y todo esos cables de fibra óptica se pinchan con pinzas, y nos consta que el favor que ha hecho Odyssey a Reino Unido es trabajos de este tipo, porque yo he visto militares en sus barcos siempre. Boinas verdes bajando y subiendo. Esto ya lo publicó en 2007 los Servicios Secretos de la Armada española, que ya sospechaba que Odyssey cumplía otros trabajos con los cuales pagaba ese trato tan especial que tenían en la base naval de Gibraltar”.
Según Sarmiento, se trataba de auténticos trabajos de espionaje: “Parece ser que ahí se espían todas las comunicaciones que haya con África y Sudamérica, y el grupo está formado por norteamericanos, ingleses, nueva zelandeses y canadienses. Estuvo Francia y Alemania al finalizar la Segunda Guerra Mundial, pero como era anticonstitucional para sus países, se salieron. Luego, es muy interesante, y lo cuento en el libro, Europa constituyó otro organismo para contraespiar a estos grupos. Pero lo más interesante es que todos esos cables pasan por delante de Punta Europa, y muchas de las actividades de Odyssey, con sus militares dentro, que los veíamos continuamente, estaban relacionadas con estas actividades. Y mientras, ellos, lo que encontraban de barcos y pecios, pues se lo llevaban”.