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El Día Mundial del Domund

La Iglesia reza por la actividad evangelizadora de sus misioneros y colabora económicamente con la colecta, que a nivel universal se realiza en este día.

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En una página cofrade como esta resultaría imposible obviar el día de hoy. Un día que además de ser el elegido para la beatificación del Papa Pablo VI, tiene también un significado especial en todo el mundo para la Iglesia Católica,  fuente de inspiración y primera institución, que surgió presta a socorrer tantas necesidades frente a la miseria y a la falta de recursos en los países del mal llamado tercer mundo, cuando en realidad sólo existe un mundo.  Y si nos fijamos bien en él, no hay un mundo negro y otro blanco. Solamente hay un mundo para cuidarlo.

Independientemente de las oenege’s y de otras organizaciones no gubernamentales, que hacen también encomiables servicios humanitarios de ayudas diversas, incluidas las sanitarias. Es la Iglesia Católica Apostólica y Universal, la que desde hace siglos  actúa no sólo como pionera, sino como la  más comprometida institución dedicada a resolver estos desequilibrios. Y es posible que como tal institución tenga defectos, adversarios y detractores a los que no les falten su razón. Pero no es menos cierto -ni se pone en duda- la inmensa y abnegada labor evangelizadora y de ayudas que desarrolla en todo los continentes del mundo a través de sus arriesgados, abnegados, valientes y entregados misioneros. Y al decir misioneros, me refiero a todos los hombres y mujeres dedicados a esta noble labor humanitaria y misionera.

Misioneros que comparten y dejan su vida en favor de los pobres y más necesitados en todos aquellos lugares donde el deterioro humano, es como el pan nuestro de cada día. Pan que no conocen siquiera en la misma medida que sí conocemos los que vivimos en los países económicamente más afortunados. Una situación que  lamentablemente no se asimila porque la tenemos muy lejos y hasta que no se ve, no se siente. Es algo parecido como sufrir el dolor ajeno -el dolor que mejor se soporta-.    Pero este no es el caso del  sufrimiento que encarna el alma y el espíritu del misionero, cuya misión,  no admite discusión como así  se  reconoce tanto por los creyentes y no creyentes.

La Iglesia Católica desde siempre viene dedicando el penúltimo domingo del mes de Octubre a celebrar el día Mundial de las Misiones, más conocido como el día del Domund en recuerdo del descubrimiento del Continente Americano, que abrió para la historia de la humanidad y para la de la Iglesia, una nueva página de evangelización y de ayudas en aquel continente.    Por eso, la Iglesia reza por la actividad evangelizadora de sus misioneros y colabora económicamente con la colecta, que a nivel universal se  realiza en este día. Un solo euro que se done no llega al precio de un café. Sin embargo ese mismo euro trasladado a las misiones sirve para que -coma- una familia entera. Dice el Papa que deberíamos ser generosos y desprendidos porque basar la felicidad en acumular muchos bienes materiales, es la mejor manera de no ser feliz.

Así pues, el lema del cartel del presente Domund es “Renace la Alegría”. Y Renace porque el objetivo de toda la actividad misionera se manifiesta en ayudar con alegría saliendo al encuentro con Dios. Y de Alegría, la de secundarla compartiéndola con los más pobres y menesterosos, invitándonos a todos a participar en este río de alegría, sigue diciendo el  Papa.

Y en ese río de alegría participan muchas de nuestras queridas hermandades colaborando y ayudando permanentemente a la propagación de la fe, que es tanto como difundir el evangelio y  la ayuda material mediantes limosnas, alimentos, ropas, becas y a apadrinamientos. Acciones que tienden a mover el ánimo y la conciencia de otros cristianos en favor del socorro y el auxilio de tantos necesitados. Y al mismo tiempo a estimular con ello también, la labor de otros tantos misioneros, que son los verdaderos artífices y padres salvadores de esta triste historia. Entendiéndose que los misioneros son misioneros no héroes. Son dignos portadores de la fe, de la asistencia y de la entrega. Y quizás por eso, tal vez haya que admirarlos menos y ayudarlos más.

Es cierto que hablar de limosnas y de ayudas a otros países cuando en el nuestro hay también necesidades, puede resultar para algunos, poco entendible o algo incoherente y atrevido. Pero no es menos cierto que la comparación evidentemente no es la misma ni tiene igual dimensión en cuanto a estructura, modo de vida, cultura y sociedad.

  Y quien así lo entienda y colabore. Bendito y bienvenido sea porque recibirá la gracia y la bendición del Señor!!

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