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El Puerto

La sal: cosas de El Puerto y de Andalucía

Hace más de 30 años, en el Guadalete se apiñaban numerosos barcos y barcazas de pesca. ¿Dónde están ahora? Las cosas cambian más que el río de Heráclito. Andalucía tiene una de las mayores flotas pesqueras de toda la Unión Europea, y es la segunda de España.

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por Fermín Vallecillos
miembro de ASANA
(Asociación andaluza de antropología)

Aunque algunos van más allá de Andalucía, en la Bahía de Cádiz convergen una serie de ingredientes y símbolos, que viven en silencio o en el inconsciente de sus gentes. Todos ellos, más o menos visibles, dan  carácter al conjunto de la Bahía.  Nos referimos al caballo, las ferias, el conflicto de los astilleros, el francés, el cante, LA SAL y las salinas, el vaporcito, el pino, la cal las bodegas, el paro, la estrella de Tarsis (de 8 puntas), las, corridas de toros, el carnaval, el tsunami, o el levante, y, si me lo permiten, también un poco Carlos Cano.

El pino, y la cal, color verde y blanco de la arbonaida, o bandera de Andalucía. No se ignore, que es la bandera más antigua de Europa, testimoniada en el año 1051 por un poeta almohace de Guadix (¡joder, de mi pueblo!)

LA SAL hace referencia a algo distraído, o quita aridez y monotonía al vivir. Son sinónimos de SAL, la gracia, la chispa o la guasa (las tres del género femenino). La  SAL, o algo parecido, forma parte también de la charla común en cualquier lugar del mundo, pero más en Andalucía, más en la mujer, y mucho más en Cádiz.

Pero Andalucía no es una región pequeña. Para hacernos una idea, supera en extensión a 29 estados de los 50 que existen en Europa, y por tanto, esa SAL admite mucha variedad, o se hace “malafollá” en Granada, o tópico en Lepe, por ejemplo. De cualquier forma,  la SAL y lo gracioso es casi un marcador étnico del andaluz. Pero detrás de esa SAL, se puede vivir en Andalucía otra SAL más amarga e invisible.

EL MARINERO GENEROSO
Han pasado más de 30 años de una tarde de verano, con luz y sol ya decadente. Mi hijo, medio suelto en la plaza del Polvorista, jugaba acercándose de vez en cuando a donde yo descansaba.
Vino una pareja con vestimenta de domingo, que se sentaron junto a mí.

Ella con recato de la época, y él con camisa blanca, pelo brillante y morenote. Tras las buenas tardes, no hablamos mucho, pero en otro de esos momentos en que mi hijo se acercó, el marinero metió su mano en el bolsillo, y le soltó 2 ó 3 Pesetas. Algo para no olvidar, del que daba porque tenía, un marinero en tierra con la frescura del salario recién cobrado.

Hace más de 30 años, en el Guadalete se apiñaban numerosos barcos y barcazas de pesca. ¿Dónde están ahora? Las cosas cambian más que el río de Heráclito.

Cuando el salario se hace más pequeño, o no da para más bocas, o cuando el barco no sale por las prohibiciones institucionales, o por la misma falta de trabajo, ni tampoco hay trabajo de peón de albañil, ni de camarero, ni cobrar el paro, ni de nada, no es de extrañar que se deje de soñar, y que con el poco dinero que por casualidad llega a la mano, se cambie por una cerveza, y después otra.

CARLOS CANO, TAMBIÉN EN EL PUERTO
Hace también mas de 30 años, no era de extrañar ver Carlos Cano sentado en alguna de las mesas del parque Calderón, en esas noches repletas de veraneantes que llegaban a El Puerto.
Carlos Cano, como cantante, se hizo mayúsculo en Cádiz, y más sensible a la identidad de Andalucía. En una ocasión surgida al caso, aclaró sobre la supuesta canción española que: “ni es española, ni es canción, es copla andaluza”, como advertencia del robo de nuestros símbolos. Paralelamente, el cura José Chamizo, el entonces Defensor del Pueblo Andaluz, manifestara que uno de los mayores peligros para Andalucía era la invasión cultural.

También recuerdo a Carlos Cano, en una de las entrevistas que le hizo el popular Jesús Quintero, comentando sobre el tópico del andaluz gracioso, que a Andalucía no le vendría mal una pasada de “malafollá”.

La dolencia cardiaca que arrastraba, a sus 54 años, la rotura de la aorta, se llevó a Carlos Cano para siempre en el año 2000.

Organizado por ASANA, y en el Paraninfo de la Universidad de Sevilla, se le hizo un homenaje en la tarde del día 27 de mayo de 2010. En ese acto, al que asistió una multitud de la Academia, y casi una centena de antropólogos de toda Andalucía, al que yo también acudí, fue la primera vez que escuché en pública boca de un Dr. catedrático de antropología, para mi sorpresa, una referencia indirecta de Carlos Cano como el Che Guevara de Andalucía. Me gustó.
EL MAR Y LA OTRA SAL:

¡Ay mi blusa marinera;
siempre me la inflaba el viento
al divisar la escollera!

(Rafael Alberti)

Pero de las poesías, o de los homenajes, ¡qué coge el marinero real!, el que tanto tiempo no está ni duerme en casa, sólo se sabe que está embarcado. Lo sepa la Virgen del Carmen, porque ni el móvil, ni los sindicatos, ni los aparentes derechos libran al marinero de la voracidad del mar. Y el mar, como el desierto, no deja huellas. Alberti, en su Elegía del niño marinero, también lo declama así:

¡Qué negra quedó la mar!
¡La noche qué desolada!
Derribado su cantar,
la barca fue derribada.

En esa explanada, por donde un día cruzará un nuevo puente sobre el Guadalete, justo ahí, obra parte de la falacia del marinero, hecha escultura por Javier Tejada (1929-2009), al que conocí personalmente. Cumplió con el pedido como era de esperar, un marinero irreal e idealizado, incluso casi torero. La evocación es, por ejemplo, la misma falacia de “Yo soy minero”, de A. Molina. ¡Qué suerte y orgullo de ser minero!

El marinero es igual en cualquier costa. “Y aún dicen que el pescado es caro”, es una pintura realizada en 1894 por Joaquín Sorolla, obra que puede incluirse en el género realismo social. La escena habla por sí sola, siendo curioso, que del cuello del joven marinero herido pende una especie de medalla.

El título del cuadro procede de la novela del también valenciano Blasco Ibáñez, Flor de Mayo, 1895. Un pescador,  Pascualet, herido de muerte, y su tía se lamenta así: ¡Que viniesen allí todas las zorras que regateaban al comprar en la pescadería! ¿Aún les parecía caro el pescado? Sorolla pintó el cuadro un año antes de que Blasco Ibáñez editase su novela, y es que, como amigos, compartían el mismo escenario.

Andalucía tiene una de las mayores flotas pesqueras de la UE., y es la segunda de España. Salvo que se anticipe la compra de toda la carga del barco en alta mar, es en la Lonja donde se hace la primera venta del pescado a los distintos mayoristas, pasando por 3 ó 4 manos antes de llegar a nuestras bocas. Por ahí andan ahora las zorras, que asoman también en el exceso del IVA, o de otros impuestos, o en manos ocultas que intervienen entre las otras.

Al pedir media ración de pescaito frito, después de tantas zorras de por medio, ¿qué puede ofrecer en el restaurante que además lo fríen a impuestos? Por acedía te pueden dar cualquier cosa, pides un adobito, y milagro que sea cazón, o te meten “toninos” si pides caballas, las puntillitas pueden venir hasta de China, etc.

Y a saber con qué clase de haría rebozan el pescaito, o con qué aceite lo fríen. El pescaito frito de Cádiz que atrajo el turismo se nos fue. Recaudación tiene que hacer lo propio, pero el predador silencioso, el canalla, metía la mano en ese erario para poner más gorda su barriga. Toa sus  muelas.

LAS TRES CONSONANTES: La “R” la “S”y la “T”
Después de la R, viene la S de sal, la de las salinas, donde muere el mar, como el agua salada que se traga al marinero, salada como las lagrimas de su viuda que lo llora.  Esa S que está al laito de la T, la que no quiero ni nombrar. La R del mar, la S de la sal, y la T de la muerte, del agorero escenario. n

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