La Feria pasada, una de las grandes fiestas de la ciudad, ha dejado un debate encima de la mesa de los sevillanos. El debate trata sobre si la celebración se alarga en el fin de semana previo, empezando un sábado y culminado al sábado siguiente. Serán los sevillanos los que en una encuesta decidan si se produce el cambio, dos días más de feria que sumar a la actual.
En lo que a nuestro portal se refiere, debemos echar la vista atrás y recordar que la otra gran fiesta de la ciudad ya sufrió un paulatino crecimiento a lo largo de las décadas del siglo XX sobre todo en cuanto a días de celebración de la fiesta, hasta la actualidad, que ha deparado la celebración de una semana de Domingo a Domingo donde se han sumado a ellas unas vísperas ya consolidadas.
Para empezar hay que recordar que La Semana Santa vivió la gran mayoría de sus siglos de Historia entre cuatro grandes Jornadas, Domingo de Ramos, Jueves santo, Madrugada y Viernes Santo. Durante los siglos XVIII y XIX el Miércoles Santo pasa a sumarse a esas jornadas históricas.
Pero la verdadera revolución de crecimiento en cuanto a jornadas de días se da, ya en el Siglo XX.
EL MARTES SANTO.
El martes Santo viene emparejado a la creación de una hermandad, la de Santa Cruz en el año 1904 en la parroquia de este sevillano barrio. Hay que recordar que en dicha jornada tenía lugar el hoy llamado “Cabildo de toma de horas”, hasta el año 1880. Dicha hermandad hace su estación a la catedral por primera vez en el año 1905 con 111 nazarenos en su cortejo y seguirá siendo la única en hacerlo en dicha jornada los años 20.
Los llamados “felices años 20” donde la prosperidad económica, que afloraba en el país y en la ciudad, también tenían repercusión en la Semana Santa, dieron a la ciudad un florecimiento de nuevas hermandades inusual.
La Hermandad del Dulce Nombre ya procesiona el Marte Santo en 1920 con su primer misterio del escultor Rodríguez Magaña, muy pronto cambiado por el actual de Castillo Lastrucci.
Es también en esos años 20 donde las nuevas hermandades de San Benito, recuperando la extinta devoción del Cristo de la Sangre de Triana y la Virgen de “La Paloma” e incorporando el ausente misterio de la presentación (1922) , la Candelaria y su Señor de la Salud que fuese titular de la Antigua y Siete Dolores (1923), Los Estudiantes y su Cristo universitario (1924) o San Esteban y la forma que dieron a la devoción al Señor de la ventana (1926) se incorporan a la ciudad ocupando huecos en el Martes Santo, una nueva jornada floreciente en un nuevo día de Semana Santa.
EL LUNES SANTO.
Durante ese proceso de “engorde” del Martes Santo, en el año 1923 la hermandad del Museo, que procesionaba el Viernes Santo, consigue su traslado al Lunes Santo por medio de su Hermano Mayor y otros hermanos, fundando así una nueva jornada que se inaugura el 26 de Marzo de dicho año con esta hermandad y la de las Aguas, que aún permanecía en el convento de San Jacinto en Triana y que responde a la llamada del Museo para sumarse a ella.
Coincide dicho movimiento con la reorganización de la hermandad de las Penas, en San Vicente en el mismo año, y que posteriormente se sumaría a la nueva jornada y ya en los años 40 las incorporaciones de San Gonzalo y la reorganizada Vera Cruz.
EL SÁBADO SANTO.
La última jornada creada en la Semana Santa responde a características más singulares, si las de Martes y Lunes había acogido a hermandades nuevas en años prósperos u otras antiguas que buscaban abanderar el día con más esplendor, la del Sábado Santo responden a motivos litúrgicos.
En el año 1955, la Sagrada Congregación de ritos en el Vaticano promulga un decreto por el que se reforma la Liturgia de la Semana Santa y se incluye el sábado Santo, anteriormente “de Gloria”, como día de meditación ante el sepulcro de la Pasión y Muerte en espera de la Resurrección.
En ello el Santo Entierro en unas de sus muchas revitalizaciones encuentra la manera perfecta de girar un día en torno a la representación de sus pasos y titulares y de poner regularidad a sus salidas, que anteriormente eran muy intermitentes por su precariedad social y económica, haciéndolo ya anualmente en dicho día.
A ellos se suman desde la Soledad de San Lorenzo misterio también acorde al nuevo espíritu litúrgico del día y para mantener el cierre histórico de la Semana Santa que la hermandad venía haciendo el Viernes Santo desde 1568.
Curioso es el caso de la Trinidad, que pasa a salir dicho día a pesar de sus muchas reticencias y tensiones en el seno interno por la recomendación de los órganos gestores de la Semana Santa de hacerlo, para así descongestionar un saturado Jueves Santo.
La Jornada se enriquecería en 1971 con la Hermandad de los Servitas.
LAS VÍSPERAS.
Tenemos que navegar por la Semana Santa y estas tres nuevas jornadas, donde se han producido normalmente las, siempre nuevas, incorporaciones de hermandades a la Semana Santa hasta llegar a un nuevo hito histórico; en 1994 el Cardenal Carlos Amigo aprueba la primera Hermandad de Penitencia que no haría estación a la Santa Iglesia Catedral, la Hermandad de los Dolores de Torreblanca, abriendo la particular jornada de “Vísperas” donde durante el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión, que ya recogían a otras, por entonces agrupaciones en determinados barrios harían estación de penitencia posteriormente, pero ya con nazarenos, nuevas hermandades en unas, ya asimiladas, nuevas jornadas de la Semana Santa.
Hoy el debate está en la feria de Sevilla y su ampliación de jornadas, pero la pregunta sobrevuela la mente de los cofrades ¿Puede la Semana Santa crecer en jornadas como ya lo hiciera en los años 20 o 50 dentro de la realidad actual de la ciudad?
Será una pregunta que no llegue a los sevillanos por medio de los votos como lo será la semana de farolillos, pero no será una pregunta nunca jamás formulada por una fiesta tan histórica como adaptable a los tiempos.