La clase política es muy dada a tomarse como propio el trabajo y sacrificio ajeno casi por decreto. Los políticos, que todo lo politizan con sus gestos y con su lenguaje tan lenguaraz, se apropia con descaro de todo cuanto otros han demandado, luchado y conseguido a lo largo de tantos y tantos años, con tal de colocarse medallas y reconocimientos de otros.
Por más que les pesen, no es un logro el conseguido por los que debieran trabajar y cobrar por ello, más bien por los que hartos, cansados y hastiados de la inacción de estos, se toman como una reivindicación reclamar lo que el político de turno ha sido incapaz de conseguir.
Cuando uno debe sacar horas para reuniones, manifestaciones y proclamas, otros, en horario de trabajo en la mayoría de las veces, se entromete y torpedea con soflamas partidistas. Mientras, ahora, con el Centro de Salud con fecha para su construcción o con la firma para la Estación de Autobuses, la realidad y las buenas noticias no debieran ocultar a los verdaderos protagonistas y a los actores principales para que todo haya llegado a buen puerto: los vecinos.
Ni con el objetivo cumplido, los políticos, todos, politizan con apuntarse tantos que no les corresponden e incluso ningunean a la oposición para no salir en la foto. Parecen no saber luchar por lo nuestro, antes, ni saben, ahora, ni quieren dar el verdadero lugar preferente a los que enarbolaron las demandas para conseguir una ciudad más habitable y digna.
